miércoles, 24 de diciembre de 2008

PREGUNTAS "DEL AYER"

Espero que me perdonéis esta prolongada ausencia; pero espero también que me creáis si os digo que os he llevado en todo momento en mi corazón. Trataré de charlar con vosotr@s y contestar a vuestras intervenciones separadamente, pero tendréis que darme un poquito de tiempo para ello...

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SE CUMPLEN AÑOS DE ALGO MUY ESPECIAL

Es hoy un día para felicitar y para felicitarnos. Pero lo importante no es preguntarnos sobre cómo o con quién celebraremos la Navidad, sino sobre qué sentido podemos encontrar en aquella celdebración...

Sabemos que hoy celebramos el aniversario del nacimiento del Hijo de Dios: que Dios mismo se nos desvelara, para manifestarnos nuestro destino y su voluntad.

Su Luz brilló en un Portal: una Luz que hoy también vemos brillar en algunos corazones...

A mí me gustaría que nuestros corazones también fueran capaces de contenerla e irradiarla, de manera que entre tod@s y desde nuestros hogares, supiéramos hacer de nuestra convivencia una FELIZ NAVIDAD...

Para vosotr@s y para mí lo desea, con infinito cariño...
... Dorota...
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sábado, 13 de diciembre de 2008

LA EMPECINADA

¿Sabéis cuando se duda hasta del significado de las palabras, y aún así no se tiene la más mínima duda del significado y de la actuación de la Palabra de Dios?. Bueno, pues éso me pasa a mí...

Tendría que contaros una truculenta historia de sinsabores para que me comprendierais, pero ciertamente no es eso lo que pretendo.

Lo que pretendo es advertiros, porque son situaciones como ésta que yo estoy pasando las que en ocasiones nos llevan a perder la confianza en el pleno cumplimiento en nosotros y en nuestro entorno de la Palabra de Dios.

Decíamos en el artículo anterior, que en éste hablaríamos de la festividad de la Inmaculada y del tiempo de Adviento. La figura de la Toda Pulcra nos la encontramos más o menos al comienzo: una persona -apenas una niña, que diría Joaquim- que acogiendo la Palabra de Dios en su seno, pudo dárnosla a compartir.

Pienso que la celebración no podía estar mejor colocada, porque el Adviento es un tiempo de esperanza, o -dicho de otro modo- de confianza, de fiarnos “de”, “con” y “en” el cumplimiento de la Palabra de Dios.

Como María, nosotr@s nos preparamos también para acoger esa misma Palabra y poder compartirla. Pero si me lo permitís, yo quería ahora centrarme un poquito más en lo que significa eso de “fiarse de, con y en” el cumplimiento de la Palabra de Dios...

Veréis:

Jesús de Nazaret, ese niñito hijo en el Hijo, es quien hace posible con su encarnación, que nosotr@s seamos capaces de, “fiándonos con Él” -es decir, haciéndonos con Él hijos en el Hijo- y “fiándonos de Él” -es decir, iluminados por su mensaje y confiados en su Palabra-, llegar a compartir y a asimilar por su medio el conocimiento de Dios.

Lo que sucede es que, aún a sabiendas de que ésto es así, nuestros deseos turban nuestra inteligencia, y luchamos hasta la extenuación por hacernos uno, o por hacer nuestr@ quizá, algo que realmente no tiene por qué ser el cumplimiento en nosotr@s de la Palabra de Dios y ésto nos conturba.

Y -según el grado de frustración que experimentemos respecto a lo que teníamos previsto- nos llegamos a frustrar y hasta a agotar, porque era la nuestra una esperanza sin esperanza, es decir, un anhelo no fundado en el cumplimiento en nuestra vida de la Voluntad de Nuestro Padre Dios (que no es otra cosa que lo que supone el cumplimiento de su Palabra, puesto que el Hijo, la Palabra, no es otra cosa que la realidad para nosotros del Amor de Dios).

Entonces es el momento de decir “amén”, querid@s amig@s.

De comprender cuán grandes son los dones que nuestro cansancio no nos permite ver, y de abrir los ojos de nuestra inteligencia a un panorama tal vez distinto, tal vez no deseado, pero que sin duda expande nuestra esperanza una vez depositada “fiándonos en” Aquel para quien nada es imposible, y que, amándonos hasta la locura, nos llama a andar sobre las aguas en pos de su Palabra...
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martes, 9 de diciembre de 2008

FRONTERA ENTRE CIENCIA Y RELIGIÓN

Pese a haberlo intentado, parece que mis tiempos no se corresponden exactamente con lo que me había planteado. Las cosas así, estamos ya en la tercera semana de adviento, una semana que ha comenzado con la festividad de la Inmaculada Concepción. Pues bien. Porque las cosas siguen siendo “así”, y mientras continúo trabajando en contestaros y preparando al mismo tiempo una pequeña reflexión sobre ambas realidades -adviento y festividad- os incluyo hoy una interesante entrevista con un jesuita-astrónomo que no dudo merecerá toda vuestra atención.

El año 2009 ha sido declarado por la UNESCO como “Año Internacional de la Astronomía”, en conmemoración del 400 aniversario de las primeras observaciones de Galileo Galilei.

El Observatorio Astronómico Vaticano, más conocido como Specola Vaticana participará también en estas celebraciones. Por el momento, está previsto un Congreso Internacional de relectura histórico-filosófica y teológica sobre el “Caso Galilei”, una “Study Week on Astrobiology” organizada por la Academia Pontificia de las Ciencias, así como una exposición sobre el patrimonio astronómico italiano y vaticano, organizada en colaboración con el Instituto italiano de Astrofísica.

La Specola Vaticana, uno de los observatorios astronómicos más antiguos del mundo, fue fundado por el papa Gregorio XIII en 1578 y desde el principio trabajaron en él astrónomos y matemáticos jesuitas, aunque posteriormente han participado otras órdenes religiosas. Actualmente, la sede está en la residencia papal de Castel Gandolfo.

En 1981, la Specola fundó un segundo centro de investigación, el “Vatican Observatory Research Group” (VORG), en Tucson (Arizona, EE.UU.), en colaboración con la universidad local. En los programas divulgativos de la “Specola” participan astrónomos de todo el mundo.

En 1993 ambas instituciones construyeron el Telescopio Vaticano de Tecnología Avanzada (VATT), en el Monte Graham (Arizona), y en los próximos años el proyecto se completará con la construcción de los telescopios más grandes y sofisticados del mundo, que permitirán llevar adelante una serie de investigaciones astronómicas punteras.

Con este motivo, el director de la Specola, el astrónomo y sacerdote jesuita argentino José Funes, concedió una entrevista a Zenit en la que explica que el diálogo entre la fe y la ciencia “tiene lugar esencialmente en la vida del propio científico”.

-La UNESCO ha declarado el 2009 como Año de la Astronomía, en recuerdo de Ga lileo Galilei. Ante los enormes logros en los últimos años de la ciencia en biología, medicina o física, ¿en qué ha avanzado la astronomía?

José Funes: Ciertamente, la astronomía, desde las primeras observaciones de Galileo, ha conocido un desarrollo tremendo. Galileo, con su pequeño telescopio, ya pudo observar los cráteres de la luna, algunas estrellas de la Vía Láctea, los satélites de Júpiter y las fases de Venus.

Hemos avanzado mucho desde entonces. Basta citar algunos de los descubrimientos más recientes: actualmente, con los modernos telescopios como el Hubble, podemos observar las galaxias más lejanas, a unos 2.000 millones de años luz. Dado que la velocidad de la luz es limitada, lo que en realidad estamos observando es el pasado del universo en estas galaxias, cómo se formaron y desarrollaron.

Esta es una de las fronteras de la astronomía actual. Otra frontera es el estudio de la formación de estrellas y planetas. Sabemos en la actualidad que existen cerca de trescientas estrellas con sistemas planetarios orbitando alrededor. El desafío en este campo es la búsqueda de planetas extrasolares similares a la tierra, porque eso implicaría la posible existencia de vida extraterrestre. Hasta ahora no se ha encontrado.

-¿Es el universo, para los astrónomos en general, "un cosmos" y un libro en el que se puede descubrir a su autor, como dijo recientemente Benedicto XVI a los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias, o más bien entre los científicos se concede crédito a la teoría del "caos"?

José Funes: No, el universo es un cosmos. Hay una cierta racionalidad en el Universo, y esto es lo que los científicos buscan, encontrar esas leyes del universo físico que permitan una explicación de lo que observamos. Esa premisa de que existe una cierta “racionalidad” es compartida por la mayor parte de los astrónomos.

En cualquier caso, esta consideración es propia de los filósofos más que de los científicos. La reflexión sobre el origen de esta racionalidad se sale del campo de la astronomía, aunque haya astrónomos que tengan intereses filosóficos. Pero son campos distintos.

-De alguna manera, el estudio de la evolución del universo forma parte de la “teoría de la evolución” que se aplica también a las especies, en el sentido de entender que en lugar de haber sido creado en un momento concreto y definitivo, la materia ha ido evolucionando hasta su estado actual. En cuanto al universo, se estableció hace décadas como más probable la teoría del “Big Bang”, de la “gran explosión” original. Esa teoría ¿sigue siendo aceptada mayoritariamente? ¿Contradice a la fe?

José Funes: No, no la contradice en absoluto. Hablando como astrónomo, puedo decir que la evolución del Universo es un hecho probado. Aunque hay muchas cosas que aún no comprendemos, es notable que podamos reproducir la historia del Universo hasta cuando éste tenía 10-43 segundos de vida, es decir, en el instante después de haberse creado la materia.

Desde ese momento hasta el presente, podemos explicar cómo se han formado las galaxias, las estrellas y planetas, aunque no sabemos todo y aún quede mucho por investigar Esto muestra también el grado de avance al que ha llegado la humanidad en su comprensión del Universo.

Por tanto, la teoría del “Big Bang” siguen siendo el marco adecuado para entender lo que observ amos, y esta teoría no está en contradicción con los relatos que conocemos de la creación, tanto lo que la Biblia dice como la reflexión teológica que la Iglesia ha hecho posteriormente. La intención del autor sagrado no es dar una explicación científica del origen del Universo, sino religiosa.

-El caso Galileo ha sido puesto siempre como ejemplo de intransigencia de la Iglesia y de incompatibilidad entre ciencia y fe. Hoy, después de cuatro siglos, ese caso ¿sigue siendo paradigmático de esa confrontación o habría que revisarlo?

José Funes: Yo diría que es imposible cerrar el caso en un sentido o en otro, de forma que satisfaga completamente a los distintos autores que han estudiado el caso. Verdaderamente creo que es dificilísimo encontrar una solución que contente a todos.

Habiendo dicho esto, creo que la Iglesia ha tratado de hacerlo lo mejor que podía. El Papa Juan Pablo II formó una Comisión para estudiar con sinceridad los textos y los datos de lo que ocurrió. Las conclusiones se presentaron al Papa en 1998 , este concluyó con mucho acierto que había habido dos problemas en el caso Galileo, un problema de interpretación bíblica y un problema pastoral.

Sobre la primera cuestión, se admite que los descubrimientos de Galileo nos ayudan a entender mejor el texto bíblico, cosa que como dice el Papa, los teólogos de su tiempo no supieron comprender.

Respecto al aspecto pastoral, sí es paradigmático, sobre todo de cara al futuro. La Iglesia se encontró frente a una situación nueva, culturalmente hablando, que le imponía revisar su propio modo de leer la Biblia.

Lo que dijo al respecto Juan Pablo II me pareció muy interesante, pues dio una “regla de oro ” pastoral: por un lado, un pastor debe ser prudente ante las novedades, y por otra, debe tener cierta audacia a la hora de enfrentar problemas nuevos y darles respuesta desde la fe. Porque la tradición teológica es lo suficientemente rica para poder dar respuestas nuevas a situaciones nuevas..

-Por último, ¿qué puede aportar la astronomía al diálogo entre la ciencia y la fe? Y, concretamente, ¿por qué la Iglesia mantiene un observatorio astronómico?

José Funes: La “Specola vaticana” tiene una función importante en el diálogo entre ciencia y fe. Creo que en estos momentos hay una frontera entre la ciencia y la religión, y en esa frontera, la Iglesia debe estar presente.

El gran desafío para los creyentes es saber integrar lo que sabemos del mundo científico con los conocimientos que nos vienen de la fe. Y nuestro papel es éste, tenemos que ayudar al pueblo cristiano a dar una respuesta madura e inteligente que permita integrar ambos conocimientos.

El segundo gran papel que nos toca es el de puente entre la Iglesia y el mundo científico: por un lado, mostrar a los astrónomos lo que la Iglesia piensa, y al mismo tiempo, informar a ésta de los últimos descubrimientos astronómicos. La astronomía es una ciencia que nos ayuda a poner en perspectiva nuestra realidad, lo que somos, en este pequeño planeta, en este universo inmenso.

Para mí, científico y creyente, no existe contradicción entre la fe y la ciencia. Más que hacer muchos discursos o escribir muchas cosas, mi propia vida y la de mis colaboradores testifica que este diálogo es posible.

El hecho de que nosotros publiquemos trabajos científicos en revistas especializadas y que nuestro trabajo se someta al juicio de nuest ros mismos colegas, como cualquier científico, en congresos, conferencias, revistas, etc. significa que somos capaces de hacer ciencia, como el resto de astrónomos. Y por otro lado, somos hombres de fe que seguimos al Santo Padre. Nuestra vida es el mejor argumento.
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sábado, 29 de noviembre de 2008

¡DIME QUÉ ESPERAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES!

Tenemos hoy como novedad la meditación del padre Thomas Rosica (director del canal de televisión canadiense Salt and Light) sobre los textos correspondientes al primer domingo de Adviento (Isaías 63 16-17.19; salmo 80 (79); Carta I de S. Pablo a los Corintios 1, 3-9; Marcos 13, 33-37) que dice así:

La Iglesia entra este fin de semana en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío.

Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

En este primer domingo de Adviento, en la primera lectura del profeta Isaías, el Todopoderoso vuelve a dar esperanza al corazón y al alma de Israel; modela a Israel como lo hace el alfarero con la cerámica.

En la segunda lectura, en su carta a la comunidad amada de Corinto, Pablo dice que espera con impaciencia "El día del Señor", en el que el Señor Jesús se nos revelará para salvar a quienes ha llamado.

En el Evangelio del primer domingo de Adviento, Marcos describe al portero de la casa que vela en espera del regreso inesperado de su señor. Se trata de una imagen de lo que tenemos que hacer durante todo el año, pero especialmente durante el período de Adviento.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

El cardenal Joseph Ratzinger ha escrito que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más de tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!.
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miércoles, 26 de noviembre de 2008

LA CRISIS Y LA FE

Por su especial concreción y cercanía, reproduzco esta carta escrita por D. Amadeo Rodriguez Magro (obispo de Plasencia). Espero que, como a mí, os encante su contenido.

La crisis ha modificado bruscamente un logro de nuestra sociedad que parecía definitivo e incluso en alza; esta poniendo en riesgo un nivel de vida holgado, del que disfrutaba una gran mayoría de españoles. Todo eso parece venirse abajo por un terremoto económico de proporciones mundiales, que paradójicamente no ha respetado ni a los más ricos. Y, si para estos es así, no nos queremos ni imaginar lo que supondrá, si no se encuentran soluciones a tiempo, para los más pobres. Ante esta situación se están buscando las medidas más adecuadas que permitan atajar esta grave crisis. Es evidente que, si el problema es sobre todo económico, las soluciones habrán de venir de un nuevo orden en la economía mundial.

Sin embargo, muchos se preguntan si la crisis es sólo económica o si todo lo que está ocurriendo tiene algo que ver con otros valores. También es frecuente escuchar que entre crisis y fe hay mucha relación. En principio pienso que es así, porque en el ser humano no hay esferas exclusivas y cerradas: todo en él es siempre unidad e integración y, cuando se produce en su vida alguna alteración las causas no son únicas y las soluciones también han de venir desde todas sus dimensiones; por supuesto también desde la espiritual.  

Por eso la fe y la crisis se tienen que entender, y necesariamente se ha de producir un diálogo entre ellas. La fe ilumina al hombre y a la mujer en sus experiencias personales y sociales. Es por eso que la situación de crisis está demandando el protagonismo de nuevos valores, nacidos de la fe, que tengan su fuente en los sentimientos mismos de Dios, manifestados especialmente por la encarnación de su Hijo Jesucristo. Y de entre ellos, dos son especialmente protagonistas en estos momentos: la solidaridad y la austeridad.

Hoy todos, también desde otros ángulos y visiones de la vida, reclaman el valor de la solidaridad; quizás sea porque no hay nadie que no se sienta afectado por este mal que nos ha sobrevenido. En realidad, al mirar a nuestro alrededor, enseguida se comprueba cómo afecta al vecino de piso, de trabajo, de barrio, de población, de región... cómo la crisis es una gran mancha que atrapa poco a poco a todos. Pues la mancha la hemos de limpiar con el mejor de los disolventes: el de la ayuda mutua, que ha de ir especialmente dirigida a aquellos que estén siendo más afectados, los más severamente empobrecidos.

Esa mirada solidaria a nuestro entorno, lleva también a unas actitudes y modos de vida más austeros. En realidad la austeridad, si es sana, es la clave de la solidaridad: cada cual ayuda en la medida que comparte lo que tiene, y eso le lleva a situar su modo de vida al nivel de los que lo están pasando mal, a cuyo servicio se pone lo que se es y lo que se tiene. No obstante hay que evitar la austeridad que no es sana; es la de la imagen, la de aquellos que le dan un cierto tono demagógico a las medidas y actúan siempre en función de quedar bien o mal en determinadas situaciones.

A todos les parece evidente que esos dos valores, el de la solidaridad y el de la austeridad, que siempre se dan la mano, son necesarios en estos momentos de crisis . Y para que brillen en todo su esplendor, es decir, en toda su pureza y verdad, os recomiendo que situemos nuestras vidas en el amor providente de Dios. A mi entender, quizás sea este un buen momento para recordar el valor de la Providencia divina, tan devaluada en el reciente pasado, quizás porque se nos había subido a la cabeza la abundancia.

Ahora nos conviene saber que "en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman" (Rm 8,16). En estos momentos, quizás nos purifique y aliente reconocer y proclamar de nuevo que Dios es el Señor de la historia y del mundo, aunque los caminos de su providencia frecuentemente no los conozcamos. Quizás sea bueno rebajar la confianza en los dominadores del mundo, que habrán de ganársela en la medida que trabajen por mejorarlo en caridad, justicia y paz. No obstante, esa confianza en las capacidades humanas no nos hará olvidar que también en las decisiones del G8 y el G20 se muestra providente el Señor, que nos sostiene con el concurso de sus criaturas; pues a veces Dios se sirve de nosotros para la realización de sus designios.  

Con mi afecto y bendición.
 
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DIÁLOGO ENTRE DOS

Me he encontrado en el apartado de Turno de Preguntas y al mismo tiempo, un diálogo muy sugerente establecido entre Hola y Joaquim... Éste es:

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ROUCO Y LA L.M.H.

Durante su discurso en la Asamblea Plenaria del episcopado español, el Cardenal Rouco mostró la preocupación de la Iglesia por el deterioro de la convivencia (seguro que en los medios de comunicación habréis visto u oído sobre ello). Pues bien. Ésta es la parte de su intervención que a mí me interesa para provocar nuestra conversación:

“”En su discurso de apertura de la XCII Asamblea Plenaria de la CEE, el purpurado mostró la "inquietud" de los obispos ante la posible ruptura de "el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia".

Recordando la pasada historia de España, el cardenal Rouco afirmó que es "es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas".

"A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte", añadió, especialmente por el bien "de los jóvenes".

Añadió que la sangre de los muertos en la guerra, incluyendo la de los mártires, "sigue clamando al Cielo para pedir la reconciliación y la paz””.

Os he subrayado una frase sobre el perdón que a mí me ha resultado muy interesante. También me gustaría que opinásemos si estas declaraciones suponen o no una ingerencia, o si únicamente aportan una reflexión de indudable contenido filosófico y moral...
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viernes, 21 de noviembre de 2008

UN CAPRICHO SI, ¡PERO LITERARIO!

A eso de las 5:30 (a.m.) estaba yo no voy a decir "pensando", sino "intentando sentir en mí" la presencia de Dios, cuando se me ocurrió este "trasnochado poema" que ahora os reproduzco y que dice así:

¡Qué más quisiera yo que que procuraseis que mis noches fueran vuestras!.

Noches enteras esperando vuestro arribar.

Y mientras tanto mi mente divaga, postrándose sobre las luces de mi vano trasnochar.

Ora la 1, ora las 4, fueran del día 3 como del 26, buscaba yo gustar de tu presencia,

Como en aquella vez en que me sentí amada, aún a sabiendas de mi pequeñez...

¡Dejadme encontraros en mi vida!: en mi noche y en mi ayer...

... ¡y consentid que os encuentre también hoy en mi querer!:

Que vuestro Amor sea en mis actos,
… y que a través de ellos me siga yo encontrando, también en esta noche con Vos...

¡Que así sea!

(Espero de todo corazón que sepáis disculpar mi atrevimiento. Sólo quería enviaros un "cucu" para que supiérais que andaba por aquí)

Con infinito cariño...
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martes, 18 de noviembre de 2008

"¿SE PUEDE SABER SI DIOS EXISTE?"

Es éste un debate entre seis intelectuales acogido en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, y que a mí me apetece participaros en la convicción de que suscitará también vuestro interés.

Quienes respondieron favorablemente a la pregunta (los creyentes) fueron Pablo Domínguez, decano de la Facultad de Teología de San Dámaso; Salvador Antuñano, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria; y Víctor Tirado, profesor de la facultad de Teología de S. Dámaso.

La respuesta negativa fue ofrecida por Gabriel Albiac, catedrático de filosofía en la Universidad Complutense; Diego Carcedo, periodista y escritor; y Javier Alberdi, matemático y filósofo.

El debate fue organizado el 5 de noviembre por el Instituto John Henry Newman de esa Universidad.

A favor

"Sólo hay un modo válido de responder en positivo sobre esta cuestión que se nos plantea: sabiendo que Dios existe. Y esto implica ya una ventaja existencial y epistemológica para nuestro equipo sobre el otro", afirmó Antuñano, rompiendo el hielo de la discusión.

"Pues bien -prosiguió--, cuando alguien dice: ‘Yo sé que Dios existe', es evidente que no lo dice como quien ve los colores de las cosas o como quien ha hecho una suma o una deducción lógica. Lo dice como quien conoce las cosas en un nivel existencial y, además, en una relación que tiene que ver de alguna forma con la amistad, la filiación, el amor. Lo sabe por experiencia".

Para dar razones de estos enunciados el profesor Antuñano expuso que el conocimiento de Dios tiene un fuerte carácter subjetivo, porque en ese conocimiento está Implicada la propia persona, pero que esto no significa que se confunda esta creencia con una autosugestión por parte del sujeto, una proyección interna de sus propias ideas y deseos que termina generando la ilusión ficticia de un ser imaginario llamado Dios.

"Por eso -añadió-, saber que Dios existe tiene también un carácter objetivo: hay una alteridad real en ese conocimiento. No todo lo que puede proyectar un hombre coincide necesariamente con lo que Dios es, o como descubre que Dios es. Más aún, hay veces que lo que uno proyecta es exactamente lo contrario a lo que descubre cuando sabe que Dios existe. Una pura invención mía no puede en realidad dejarme satisfecho, el autoengaño dura poco, y genera frustración, tristeza, y hasta violencia".

El profesor concluyó diciendo que este conocer a Dios es evidentemente mucho más que un mero conocimiento empírico, mucho más que el conocimiento matemático o lógico o científico y por supuesto es muchísimo más que una opinión opinable: es el conocimiento cierto y convencido de alguien a quien se ama porque se ha sentido su caricia de amor en la propia vida.

Tras esta intervención, Víctor Tirado invitó a la audiencia a seguir la pregunta del debate hasta el fondo y analizar lo que hay detrás del término Dios.

Así, afirmó que aunque había muchos caminos para señalar la existencia de Dios sólo iba a apuntar uno: "El hombre es una paradoja y eso se puede comprobar en la propia conciencia. Todos tenemos el dilema entre lo que somos y nos gustaría ser. El Bien no se adviene a aquello que desearíamos que fuera, es una idea de Bien trascendente, y de esto todos tenemos experiencia".

En esa línea siguió Pablo Domínguez, el último en intervenir de la mesa de los creyentes, quien afirmó que en el mundo de la no creencia también había vestigios de creencia, también había estupor por la perfección del universo y también se elevaba la mirada para encontrar el origen de tanta armonía. Fue el único, junto Javier Alberdi, que puso su experiencia sobre la mesa.

Así, concluyó que la vivencia de quien se ha encontrado con Dios no es meramente sentimental, sino racional; y que tiene el convencimiento de que es mucho más lo que desconocemos de Dios que lo que sabemos, y que esto último es sólo posible porque Dios se ha dado a conocer.

En contra

Gabriel Albiac, antes de nada, aclaró que no se puede demostrar la no existencia de algo, y que la comprobación viene siempre por parte del que afirma la existencia "Toda afirmación es falsa mientras no se demuestre lo contrario".

En esta directriz, declaró que él era ateo, no en el sentido de esforzarse en demostrar la no existencia de Dios, sino en el convencimiento de que todo enunciado que contenga la palabra Dios pertenece a la creencia, al igual que cualquier término que contenga un valor del Absoluto. Después presentó una explicación erudita sobre el concepto de Ser en el poema de Parménides.

Por su parte, Javier Alberdi expuso su experiencia. Narró cómo un día, siendo estudiante de 2º curso de Teología, se dio cuenta de que Dios había entrado a formar parte de aquello desconocido, y cómo Jesús se había despojado de todo rango divino, para él. Esa misma vivencia volvió a sentirla a la muerte de su padre. Desde entonces se esfuerza por aceptar la vida como es, como el valor máximo, sabiendo que morirá y no habrá nada más.


Problema ontológico y experiencia testimonial

Tras esta primera ronda, Víctor Tirado retó a Gabriel Albiac a no reducir un problema ontológico, como el de Dios, a uno nominal "El conocimiento es experiencia, intuición de lo real ¿Cómo es posible que haya ser? A Dios hay que ir desde el mundo, desde lo que somos".

A lo que Albiac le siguió contestando desde la interpretación del texto griego del filósofo Parménides. Esta opción hizo más difícil la contrarréplica, ya que el debate se enquistó en un término lingüístico del que parecía difícil salir para hacer una verdadera comunicación.

Así, Pablo Domínguez apuntó otra línea más testimonial, "previo a la experiencia intelectual -manifestó- ha habido otra experiencia no contradictoria con ésta que es existencial, y eso es la Gracia. La Gracia es un modo de conocimiento. El mundo está lleno de cosas que no podemos tocar ni medir. La unidad de la que hablamos es el vestigio del saber acerca de Dios. Esa unidad que busco fuera la encuentro entre la Gracia que he recibido y la razón que busca".

Asimismo, afirmó: "Si sé que existe Dios, la vida se ve de un modo. Si no lo sé, veo el mundo de otro, y lo cierto es que son dos formas de ver la vida que me obligan a situarme. Las consecuencias de ambas dos son tan grandes, que no puede ser que este problema me deje indiferente".

En el turno de preguntas abiertas al público hubo varias anotaciones y temas comunes. Entre las preocupaciones comunes se expresó la posibilidad o imposibilidad de conocer la realidad, así como el tema del sufrimiento y la necesidad de encontrarle un sentido.

También hubo ocasión de que algún oyente expusiera su experiencia en referencia a la pregunta del debate y a que otro se preguntara por la vía de la oración como camino fiable para encontrar la realidad de Dios.

Ante eso, Pablo Domínguez concluyó: "La oración es escuchar. En esa contemplación uno descubre que Dios habla, y que cuando habla se le entiende. Sólo digo que eso lo he experimentado yo, que es real, que no les engaño, que no estoy haciendo ningún tipo de metáfora, que no les quiero llevar a mi terreno, que no gano nada, que lo digo porque lo vivo. Y porque lo vivo, lo digo”.

El Instituto Newman es un departamento de la Universidad Francisco de Vitoria que pretende poner en contacto la fe con la razón, la ciencia con la religión.
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viernes, 14 de noviembre de 2008

UNA ÓPTICA DIFERENTE

El cardenal Renato Martino nos conmina a abandonar la lógica económica del máximo beneficio. Comprobaréis cuánta relación guarda con el artículo anterior...

“Es necesario volver a pensar las reglas de una economía y de un sistema financiero que han olvidado poner en el centro de sus preocupaciones al hombre y al bien de toda la humanidad”. Así lo afirmó el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio "Justicia y Paz", a los micrófonos de Radio Vaticano el pasado viernes, al término de una reunión de expertos de varios países, convocada en la Santa Sede ante la crisis financiera mundial.

Esta reunión, que tuvo lugar en el Palacio de San Calixto de Roma, estuvo dirigida por Óscar de Rojas, director de la Oficina de la ONU para la financiación al desarrollo, del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, con vistas a elaborar propuestas para la próxima reunión a nivel mundial, convocada por la ONU en Doha (Qatar) para el miércoles 29 de octubre.

Según explicó el cardenal Martino, incluso en la crisis actual, los Gobiernos deben mantener los compromisos adoptados en temas de desarrollo. Lo que hay que cambiar es "la lógica del mercado".

Esta lógica, explicó, "era hasta ahora la de la máxima ganancia, y por tanto de las más inversiones posibles dirigidas a obtener el máximo beneficio. Y esto, según la Doctrina Social de la Iglesia, es inmoral", pues el mercado "debe poder beneficiar no sólo a quien pone el capital, sino también en quien participa a la hora de hacerlo crecer, es decir, a los que trabajan".

En este sentido, añadió el purpurado, “el colapso financiero de las últimas semanas nos ha inducido a reconocernos en una única humanidad", y expresó su confianza en que "estos eventos, que seguirán teniendo efectos sobre tantas vidas, nos hagan encontrar juntos un camino común para acrecentar el bienestar de todos los pueblos".
"Todos debemos colaborar al bien de todos. Esto es la globalización: el reflejo que tienen estas crisis en todo el mundo y, por otro lado, la necesidad que se impone de solidaridad con los países más pobres", añadió.

El purpurado recordó que, aún 8 años después de la Declaración del Milenio, "demasiadas familias siguen viéndose obligadas a emigrar, siguen estando oprimidas por la pobreza absoluta y siguen viviendo en países donde la deuda les hace imposible alcanzar el acceso a los servicios básicos, incluso al agua potable".

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

LA PREGUNTA DE MARTIKA

En esta ocasión nos pregunta Martika sobre las elecciones norteamericanas. Para poder leer su intervención, y para intervenir vosotros si así lo consideráis, tendréis que pinchar en "leer más", y a continuación en "comentarios". ¡Hasta ahora!

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EL SILENCIO DE LA IGLESIA

“Llama la atención que las autoridades de la Iglesia hablen tanto de algunas cosas y, sin embargo, de otros asuntos muy preocupantes para la gente, como es el caso de la crisis económica, no dicen ni palabra”. Así comienza un artículo firmado por José Mª Castillo y que recientemente me han enviado a mi dirección de correo electrónico. Cuesta bastante no empatizar con su contenido, y sin embargo a mí se me antoja bastante injusto -como vendré a demostrar con una intervención posterior-

El artículo dice así:

“Por supuesto, es arriesgado afirmar que el papa, los cardenales y los obispos, tantos como son, no hayan dicho nada sobre un asunto del que todo el mundo habla con preocupación y con angustia. Sin duda que el papa y los obispos han hablado del tema. Pero el hecho es que la opinión pública sabe perfectamente lo que la jerarquía piensa y dice sobre el aborto, la eutanasia, el divorcio, la homosexualidad, el uso de anticonceptivos, la asignatura de educación para la ciudadanía, etc, etc, mientras que la gente no tiene ni idea de lo que piensan los obispos sobre la crisis del sistema financiero, la quiebra de los bancos, la subida de los precios, el paro, las hipotecas basura, la “codicia” que, según el Comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea, Joaquín Almunia, está en la raíz de toda esta crisis, tan profunda, tan oscura, tan grave.

Es verdad que los asuntos relativos a la economía suponen conocimientos técnicos, que no están al alcance de todos, ni siquiera de los obispos que se supone son hombres bien formados y con buena preparación, para decir, como pastores de los fieles, lo que los creyentes deben pensar de los problemas que tienen en sus vidas y sus conciencias. Estamos de acuerdo en que, de economía, que hablen los economistas. Pero, si ese criterio es correcto, con idéntica razón habrá que decir que de biología, hablen los biólogos. ¿Por qué los obispos hablan con tanta seguridad sobre asuntos como las células madre, el final de la vida, los experimentos científicos con embriones o las fecundaciones in vitro, siendo así que la mayoría de los prelados saben de biología menos aún que lo que pueden saber de economía?

Sinceramente, me sospecho que el silencio de los obispos sobre los temas de economía no se debe a la ignorancia, sino a otras motivaciones más oscuras. ¿Por qué digo esto? Hace pocos días, el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering, decía sin rodeos: “No se pueden dar 700.000 millones (de dólares) a los bancos y olvidarse del hambre”. Porque esa cantidad tan asombrosa de dinero se les da a los ricos para que se sientan más seguros y tranquilos en su situación privilegiada, al tiempo que, como bien sabemos, ahora mismo hay más de 800 millones de seres humanos que tienen que subsistir con menos de un dólar al día, lo que supone vivir en condiciones infrahumanas y abocados a una muerte cercana y espantosa. Ahora bien, lo escandaloso es que los políticos denuncian esta atrocidad de la “economía canalla”, al tiempo que quienes se nos presentan como los representantes oficiales de Cristo en la tierra no levantan su voz contra semejante canallada.

Por supuesto, ni tengo soluciones para la situación crítica que estamos viviendo, ni soy quién para ofrecer tales soluciones. Lo único que puedo (y debo) decir es que en la Iglesia sobran funcionarios y faltan profetas. Y tengo la impresión de que, en este momento, para salir del lío en que nos hemos metido, más importante que la sabiduría de los gestores económicos es la audacia de los profetas que sean capaces de decir dónde se sitúa exactamente la codicia, que, como ya he dicho, es la raíz del desastre que estamos soportando.

Todos sabemos que la Iglesia denuncia la injusticia. Pero el problema está en que hace eso utilizando un lenguaje tan genérico como el del presidente Bush cuando exigía una justicia infinita. Nadie duda de las buenas intenciones del papa. Ni de su enorme personalidad y de su prestigio mundial. Pero el problema está en que el papa es el jefe supremo de una institución que está presente en el mundo entero. Y se esfuerza por mantener las mejores relaciones posibles con los responsables de la economía y de la política en cada país. Ahora bien, desde el momento en que la Iglesia ha tomado la opción de funcionar así, es imposible que ejerza la misión profética que tiene que ejercer en defensa de los pobres y las personas peor tratadas por la vida y por los poderes de este mundo.

Cualquier persona que lea los evangelios con atención sabe que Jesús no se comportó ante las autoridades y ante los ricos de su tiempo, como los dirigentes eclesiásticos se comportan hoy ante los responsables de esta economía canalla que está arruinando al mundo. Es evidente que las preocupaciones de Jesús eran muy distintas de las preocupaciones de la Iglesia actual. Tiene que producirse una catástrofe económica, como la que estamos viviendo, para darnos cuenta de por dónde van los verdaderos intereses de los “hombres de la religión”. Ellos tienen que utilizar el lenguaje de la justicia y la solidaridad, que es el que se lleva en estos tiempos, pero no se atreven a levantar la voz cuando temen que los intereses de la religión se pueden ver en peligro.

Así las cosas, la conclusión es clara: a la institución religiosa le preocupa más asegurar la estabilidad y el buen funcionamiento de la religión que dar la cara (con todas sus consecuencias) por quienes peor lo pasan en la vida. Y si ésta es la conclusión lógica, el resultado está a la vista: los ricos se sienten seguros, los pobres siguen hundidos en su miseria, y la religión con sus templos y sus funcionarios mantiene el tipo, aunque el tipo se vea cada día más viejo y con menos fuerzas”.

Supongo que os sugerirá algo que decir.
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sábado, 8 de noviembre de 2008

LA SUSTITUCIÓN DE JOAQUIM

En esta ocasión, la amable intervención de Joaquim ha permitido disimular mi aparente desidia. En realidad, estaba dedicándome yo a cuidar una buena alubiada para los míos, con motivo de la celebración de mi 58 cumpleaños... Gracias a él, tenéis aquí el texto del P. Cantalamessa correspondiente a este domingo, y podréis leerlo e intervenir si lo deseáis pinchando -como siempre- en "comentarios".

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¿REALMENTE EXISTE UN DERECHO AL ABORTO?

Vamos a abandonar de momento el tema del aborto con la presentación de este artículo aparecido en el blog del periodista digital y firmado por otro cristiano, José Ignacio González Faus, en el que mantiene que no existe un derecho al aborto en base a unos argumentos con los que se podrá o no estar de acuerdo, pero que no dejan de ser una muestra de aquello que decíamos sobre la libertad de conciencia.

El Sr. González Faus dice así:

“No existe un derecho al aborto. Ello no significa que legalmente no pueda haber una despenalización: en un Estado laico, ni un delito es un pecado, ni legal equivale a moral. La ley civil tiene como objetivo la convivencia, no la moral: no pretende entrar en las conciencias, sino regular conductas que afectan a la paz social. Por eso las leyes pueden penalizar cosas no inmorales (hablar por el móvil conduciendo) y no penalizar cosas inmorales (el adulterio). Pero una cosa es lo legalmente tolerado y otra lo moralmente permitido.

Nadie tiene derecho a eliminar una vida que está ya humanamente programada. Se busca moralizar el aborto arguyendo desde el "derecho al propio cuerpo" y los "derechos de la maternidad". Pero esos derechos (como casi todos) tienen un límite: nadie puede esgrimir un derecho contra el derecho de otro: de lo contrario, el violador tendría derecho a violar "porque se lo pide el cuerpo". Y la mujer, derecho a abortar hasta en el noveno mes (y echar luego los fetos a una trituradora como se hizo en Barcelona). La maternidad tampoco da derecho a la mutilación genital de una hija, ni a prostituirla para ganar dinero: pues el misterio de la maternidad consiste en esa maravilla de algo que, siendo en algún sentido propio, es a la vez extraño. Y lo es por su contextura vital, no por su tamaño o su edad.

Que "tengo derecho a hacer lo que quiera con mi cuerpo" lo he oído decir a más de un drogadicto. Y no: por nuestro que sea, el cuerpo merece también un respeto. Creerse con derecho a disponer de una vida indefensa solamente porque estorba no tiene nada que ver con una mentalidad de izquierdas, más bien es fascismo puro y duro. El afán de sustituir la expresión aborto por la más políticamente correcta de interrupción del embarazo quizá revele ya una mala conciencia no reconocida.

Repito que no hablo de leyes civiles sino de derechos morales. Para el legislador, será sin duda conveniente que lo legal quede amparado por valores morales. Pero todo el mundo sabe que cualquier valor moral tiene sus situaciones límite donde ni el veredicto es claro, ni los expertos coinciden ni el legislador tiene por qué tomar partido. Incluso quien considere inmoral el aborto deberá reconocer que cabe hablar de grados de inmoralidad,según se trate de un ser ya constituido como persona, o en marcha hacia esa constitución, o sólo programado para ser tal. Y debe saber que siempre hubo discusión sobre cuándo se dan esas fases: según Tomás de Aquino (y con su lenguaje), el alma humana no la infunde Dios hasta el tercer mes de la gestación: porque antes la materia "no está aún preparada para recibirla".

En este contexto, un cristiano deberá sentirse obligado al máximo respeto a la vida personal, y aplicarse ese principio a sí mismo, al margen de lo que la sociedad penalice o tolere. Así dará ejemplo de una fina sensibilidad humana, aunque pueda comprender que no todos acepten eso porque, ante las situaciones límite, también nuestra razón patina.

Pero eso no significa que la Iglesia tenga derecho a imponer su propia moral a través de leyes civiles, pues según san Pablo, una parte de la moral cristiana en lo que toca al cuerpo se funda en eso que llamamos la resurrección de la carne”.
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jueves, 6 de noviembre de 2008

EL "BEBÉ-ESPERANZA" ES VIDA, NO "MATANZA"

Aunque es un asunto sobre el que hemos debatido suficientmente y aunque mi opinión ya la conocéis, os expongo ahora la de Juan Masía Clavel (sj) para que comprobéis cómo dentro de la Iglesia y debidamente argumentadas por quienes las sostienen, en temas opinables cogen distintas versiones sobre algo, dentro del respeto absoluto a la libertad última de cada conciencia. Yo considero esta versión lo suficientemente interesante, y vosotros ya me diréis.

Una vez más la voz de los voceros de la Conferencia episcopal del estado español produce vergüenza ajena en la intelectualidad católica seria.

Decir que "el nacimiento de una persona ha venido acompañado de la destrucción de otras, sus propios hermanos, a los que se les ha privado del derecho fundamental a la vida", es un error garrafal, acreedor a un suspenso en biología, otro en ética y otro en teología.

Llamar "hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer", a los pre-embriones no implantados es otro error digno de suspenso en bioética.
Decir que en el bebé nacido se ha "conculcado su derecho a ser amado como un fin en sí mismo y a no ser tratado como medio instrumental de utilidad técnica", es un insulto a sus padres por el que el portavoz redactor de la nota debería pedirles perdón.

Se han repetido los fallos del documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, del 30 de marzo de 2006, que tanta vergüenza ajena nos produjo.

Decir que las criaturas nacidas por fecundación in vitro han sido producidas y no procreadas es una afirmación digna de otro suspenso en moral, teología y bioética.

Como creyentes y como estudiosos somos muchas las personas que sentimos pena y dolor por los malentendidos que producen estas afirmaciones episcopales mal asesoradas. Es natural que, con respeto, pero con firmeza y libertad de espíritu sintamos la obligación moral de disentir.


Reiteremos una vez más la enhorabuena a los padres de esa criatura a la que no se debe llamar "bebé-medicamento", sino "hermano esperanzador y dador de vida".

Respondiendo a quienes piden aclaraciones divulgadoras sobre el paso del cigoto al feto:

Concebir, en vez de concepción. Estar embarazada, en vez de embarazo. Dar a luz, en vez de nacimiento. Los verbos indican acción, proceso y duración.

Tras el encuentro del espermatozoide con el óvulo se inicia la fecundación, que dura más de 20 horas. El cigoto comienza la división celular, se llama mórula al tercer día, con 16 células. Entre el cuarto y séptimo día se prepara la anidación. En el blastocisto, a partir del día sexto, se esboza una masa celular interna (embrioblasto), que dará lugar al feto, y una capa exterior (trofoblasto) que será la placenta.

Con la implantación se completa la concepción al retener la mujer el óvulo fecundado hecho embrión.

El blastocisto posee individualidad meramente genética, pero aún no es un individuo multicelular. Dos pre-embriones pueden fundirse en uno o dividirse un pre-embrión en dos. Hacia el día 14 se forma el disco embrionario que, entre los días 15 y 18, se hace trilaminar. La aparición de la cresta primitiva, inicio del futuro sistema nervioso, es un primer umbral decisivo.

Entre la tercera a la octava semana la interacción embrio-materna es constitutiva de la nueva realidad, llamada feto a partir de la octava semana.

Ante un proceso como el alba no es posible trazar una línea nítida de antes y después del comienzo. Tendremos que contentarnos con expresiones como “no antes de…” o “no después de…”, “no antes de la tercera semana, no después de la octava”.

(Ver también El animal vulnerable, U. P. Comilas, 1997, cap. 4, La gratitud responsable, Desclée, 2004, cap. 9 y Bioética y Religión, ed. Síntesis, 2008, todos ellos publicados con la debida censura de la correspondiente autoridad eclesiástica).
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sábado, 1 de noviembre de 2008

UNA DOBLE FESTIVIDAD

Hoy y mañana son dos días muy señalados para los cristianos. Se celebran la festividad de Todos los Santos, y la conmemoración de los Fieles Difuntos. Todos ellos de uno u otro modo formaron parte de nuestra vida y algo nos transmitieron. Por ello, haciendo presente sobre el ara del altar las enseñanzas de cuantos nos precedieron, os sugiero que junto con ellas ofrezcamos hoy también nuestro compromiso de trabajar siguiendo su ejemplo, en la adquisición de alguna de las virtudes de las que -de entre las que ellos ostentaron- consideremos nos son más necesarias en nuestra realidad.

Para introducirnos un poco en ambas celebraciones, tenemos aquí el comentario semanal del P. Cantalamessa glosando las lecturas correspondientes al domingo XXXI del tiempo ordinario (Sabiduría 3, 1-9, Apocalípsis 21, 1-5, 6-7; y Mateo 5, 1-12) que dice así: .

“La fiesta de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos tienen algo en común y, por este motivo, han sido colocadas una tras otra. Incluso el pasaje evangélico es el mismo, la página de las bienaventuranzas. Ambas celebraciones nos hablan del más allá. Si no creyéramos en una vida después de la muerte, no valdría la pena celebrar la fiesta de los santos y menos aún visitar el cementerio. ¿A quién visitaríamos o por qué encenderíamos una vela o llevaríamos una flor?

Por tanto, todo en este día nos invita a una sabia reflexión: "Enséñanos a contar nuestros días -dice un salmo- y alcanzaremos la sabiduría del corazón". "Vivimos como las hojas del árbol en otoño" (G. Ungaretti). El árbol en primavera vuelve a florecer, pero con otras hojas; el mundo continuará después de nosotros, pero con otros habitantes. Las hojas no tienen una segunda vida, se pudren donde caen. ¿Nos pasa a nosotros lo mismo? Aquí termina la analogía. Jesús prometió: "Yo soy la resurrección y la vida, quien vive y cree en mí aunque muera vivirá". Es el gran desafío de la fe, no sólo de los cristianos, sino también de los judíos y de los musulmanes, de todos los que creen en un Dios personal.

Quienes han visto la película "Doctor Zivago" recordarán la famosa canción de Lara, la banda sonora. En la versión italiana dice: "No sé cuál es, pero hay un lugar del que nunca regresaremos...". La canción muestra el sentido de la famosa novela de Pasternac en la que se basa la película: dos enamorados que se encuentran, se buscan, pero a quienes el destino (nos encontramos en al tumultuosa época de la revolución bolchevique) separa cruelmente, hasta la escena final en la que sus caminos vuelven a cruzarse, pero sin reconocerse.

Cada vez que escucho las notas de esa canción, mi fe me lleva casi a gritar en mi interior: sí, hay un lugar del que nunca regresaremos y del que no querremos regresar. Jesús ha ido a prepararlo para nosotros, nos ha abierto la vida con su resurrección y nos ha indicado el camino para seguirlo con el pasaje de las bienaventuranzas. Un lugar en el que el tiempo se detendrá para dejar paso a la eternidad; donde el amor será pleno y total. No sólo el amor de Dios y por Dios, sino también todo amor honesto y santo vivido en la tierra.

La fe no exime a los creyentes de la angustia de tener que morir, pero la alivia con la esperanza. El prefacio de la misa de mañana dice: "Si nos entristece la certeza de tener que morir, nos consuela la esperanza de la inmortalidad futura". En este sentido hay un testimonio conmovedor que también se enmarca en Rusia. En 1972, en una revista clandestina se publicó una oración encontrada en el bolsillo de la chaqueta del soldado Aleksander Zacepa, compuesta poco antes de la batalla en la que perdió al vida en la segunda guerra mundial. Dice así:

¡Escucha, oh Dios! En mi vida no he hablado ni una sola vez contigo, pero hoy me vienen ganas de hacer fiesta. Desde pequeño me han dicho siempre que Tú no existes... Y yo, como un idiota, lo he creído.

Nunca he contemplado tus obras, pero esta noche he visto desde el cráter de una granada el cielo lleno de estrellas y he quedado fascinado por su resplandor. En ese instante he comprendido qué terrible es el engaño... No sé, oh dios, si me darás tu mano, pero te digo que Tú me entiendes...

¿No es algo raro que en medio de un espantoso infierno se me haya aparecido la luz y te haya descubierto?

No tengo nada más que decirte. Me siento feliz, pues te he conocido. A medianoche tenemos que atacar, pero no tengo miedo, Tú nos ves.

¡Han dado la señal! Me tengo que ir. ¡Qué bien se estaba contigo! Quiero decirte, y Tú lo sabes, que la batalla será dura: quizá esta noche vaya a tocar a tu puerta. Y si bien hasta ahora no he sido tu amigo, cuando vaya, ¿me dejarás entrar?

Pero, ¿qué me pasa? ¿Lloro? Dios mío, mira lo que me ha pasado. Sólo ahora he comenzado a ver con claridad... Dios mío, me voy... Será difícil regresar. Qué raro, ahora la muerte no me da miedo".

Al final le ha quedado un poco cursi, ¿no creéis?...
... ¡per unas cuantas verdades dice!, ¿no lo creéis así?...
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jueves, 30 de octubre de 2008

LOS MATRIMONIOS HOMOSEXUALES Y LA IGLESIA: ANÁLISIS DE UNA NUEVA SITUACIÓN.

A mis efectos, éste es un interesante artículo para protagonizar nuestro debate semanal. Supongo que aunque coexistan posturas de distinto tipo dentro de la Iglesia y aunque oficialmente dentro de la Iglesia no se reconozcan, para estas alturas habrán de estar ya realizándose estudios que vayan más allá de las meras soflamas y conjeturas, ante la nueva situación. Por mi parte yo estoy convencida de que veremos tiempos mejores, por supuesto desde la aceptación de que en la Iglesia cogemos todos.

Douglas Laycock, Anthony R. Picarello Jr., y Robin Fretwell Wilson publicaba una recopilación de textos de eruditos en derecho en un forum financiado por el Becket Fund for Religious Liberty. En el libro "Same Sex Marriage and Religious Liberty: Emerging Conflicts" (Matrimonio del Mismo Sexo y Libertad Religiosa: Conflictos Emergentes" (Rowman and Littlefield), los colaboradores explicaban qué tipo de conflictos pueden tener lugar al establecerse el derecho al matrimonio del mismo sexo.

En su aportación, Marc D. Stern, director adjunto del Congreso Judío Americano, apunta que las instituciones religiosas tienen el deber de "extender la fe" tanto entre sus creyentes como entre otros. "¿Se podrá seguir hablando sin restricciones contra el matrimonio del mismo sexo?", preguntaba.

Stern observaba que, ya en Canadá, las quejas aceptadas en las comisiones provinciales y federales de derechos humanos han llevado a sentencias contra ministros y otros que han criticado públicamente la homosexualidad.

Aunque el derecho a la libertad de expresión es más fuerte en Estados Unidos que en Europa u otros países, Stern expresaba su preocupación, sin embargo, de que las leyes de discriminación sexual puedan extenderse con facilidad a las expresiones que se opongan al matrimonio del mismo sexo.

Instituciones católicas

Stern también planteaba la cuestión de qué ocurrirá con los empleados de las agencias e instituciones de la Iglesia. Las últimas sentencias de los tribunales han obligado a las instituciones católicas a proporcionar cobertura sanitaria para anticonceptivos, de manera que podrían aumentar los problemas para las iglesias cuando se trate de empleados que entren en matrimonios del mismo sexo.

Las agencias de asesoría matrimonial, las clínicas psicológicas y otros servicios similares ofrecidos por las iglesias, pueden tener dificultades a la hora de obtener licencias del gobierno, si adoptan una postura en contra del matrimonio del mismo sexo, advertía Stern. Además, muchas agencias de la iglesia reciben financiación del gobierno, lo que podría ponerles en dificultades si se oponen al matrimonio del mismo sexo.

Stern concluía su escrito diciendo que quienes se oponen al matrimonio del mismo sexo se verán afectados si éste se legaliza y, basándose en las actuales leyes, hay grandes dudas de que quienes disientan sean capaces de escapar a las consecuencias legales.

Jonathan Turley, profesor en la Universidad George Washington, sostenía que la jurisprudencia del Tribunal Supremo en el área de las prácticas discriminatorias con base religiosa "es hoy desgraciadamente confusa y contradictoria".

El Tribunal ha permitido, por ejemplo, que el gobierno castigue a algunos grupos por sus prácticas religiosas mediante la denegación de la exención de impuestos. Por otro lado, no obstante, ha reconocido el derecho a la libertad de expresión y asociación para algunos otros.

"El matrimonio del mismo sexo nos pone una vez más ante este inherente conflicto entre el ejercicio de los derechos de la Primera Enmienda y la aplicación por parte del gobierno de una política de no discriminación que penaliza los puntos de vista discriminatorios", observaba Turley.

Contradicción

Turley comentaba la contradicción entre decir a una organización que puede oponerse a la homosexualidad en sus enseñanzas, pero, en cambio, debe estar dispuesta a contratar homosexuales en sus agencias.

Aparte de negar la exención de impuestos los tribunales pueden imponer un arsenal de penas a las organizaciones que sean consideradas discriminatorias. En California, el tribunal supremo del estado mantuvo el que se negara un lugar de atraque en Berkeley a los Boy Scouts por la oposición de la organización a la homosexualidad.

Charles J. Reid, Jr., profesor de derecho en la Universidad de St. Thomas, reflexionaba sobre la relación entre la religión, el derecho y el estado. Sostenía que el derecho enseña valores a través de comportamientos que sanciona y otros que prohíbe.

El cristianismo jugó un papel clave en la determinación del derecho matrimonial, no sólo en Europa desde la Edad Media, sino también en Estados Unidos, explicaba Reid. De hecho, desde el siglo XX hasta hace pocas décadas, era aceptable en círculos legales referirse al matrimonio como algo traído a la existencia por la guía divina.
Durante muchos siglos, el matrimonio fue visto como una institución que desempeñaba un papel primario en el ordenamiento de la sociedad y se consideraba sumamente importante para el bienestar social. Además, se concebía el matrimonio no como una creación del estado, sino como una institución que precedía al estado.

El matrimonio, observaba Reid, ha sido ahora desacralizado, pero al hacerlo hemos acabado teniendo un extendido divorcio y un alta incidencia de nacimientos fuera del matrimonio.

Lecciones

Otra consecuencia es el razonamiento legal presente en la sentencia del Tribunal Supremo de Massachusetts al legalizar el matrimonio del mismo sexo. Sobre la relación del matrimonio con el estado el tribunal escribía: "Simplemente, el gobierno crea el matrimonio civil".

El cómo la sociedad estructura las leyes que rigen el matrimonio, el compromiso y el cuidado de los hijos, transmite valores sobre estos aspectos vitales de nuestras vidas. El actual debate sobre el matrimonio es en parte una batalla sobre la lecciones que son apropiadas para que la ley las enseñe, concluía Reid.

En su conclusión al volumen, Douglas Laycock, profesor de derecho en la Universidad de Michigan, observaba que quienes habían hecho las aportaciones para el mismo tenían puntos de vista diversos sobre el matrimonio del mismo sexo y la religión, pero todos están de acuerdo en que el matrimonio del mismo sexo es una amenaza a la libertad religiosa.

Quienes apoyan el matrimonio del mismo sexo exigen no sólo el reconocimiento legal y no sólo tolerancia del sector privado, sino también el reconocimiento y el apoyo afirmativo tanto del sector público como del privado. Algunos incluso buscan suprimir cualquier expresión pública de desaprobación, añadía Laycock.

Observaba que las experiencias pasadas de conflictos sobre temas culturales en Estados Unidos es que una vez que las innovaciones importantes han sido aseguradas, esto suele conducir a nuevas exigencias dirigidas contra los focos remanentes de resistencias.

Una solución, proponía Laycock, puede ser dejar el matrimonio a las iglesias, mientras que gobierno se reservar las uniones civiles. Incluso esta solución, reconocía, no resolvería del todo los problemas.
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domingo, 26 de octubre de 2008

LA FELICIDAD IMPOSIBLE

La felicidad del pasado se recuerda; la felicidad del presente se pretende, y la felicidad del futuro se proyecta para el porvenir. Sin embargo y como decíamos en una intervención anterior, la felicidad no es algo que deba perseguirse por ella misma, ni que quepa alcanzarse si no es en relación.

¿Y en relación con qué, os preguntaréis?... Pues bien: en relación con “lo amado”, de cuya posesión la felicidad deriva.

En ese sentido nos resulta admisible decir que perseguir la felicidad es un imposible, lo cual no quiere decir que perseguirla como efecto de nuestros actos no sea precisamente lo que justifique su persecución.

Las cosas así, diremos que la causa de nuestra felicidad podría estribar en el acierto de nuestras opciones, por lo que tener conocimiento de las posibles tiene a nuestros efectos una importancia primordial.

Es en este punto precisamente donde acabaremos ligando fe y felicidad.

Decíamos en la 4ª PREGUNTA REALIZADA, que la fe y la felicidad eran dos motivos para actuar. Que motivados por la primera y a través de los efectos de nuestros actos, se adquiría una condición (la de creyente), y que motivados por la segunda –y también a base de la repetición de actos y por los efectos de los mismos- se consolidaba un estado (el de la felicidad).

Pero ambas posibilidades son externas a nostr@s mism@s, y únicamente participamos de ellas en base a nuestra convicción.

Quiere ésto decir que para poder experimentar la fe -como también para poder experimentar la felicidad y para llegar a experimentar el amor- debemos querer experimentarl@s, y para ello nos es preciso conocer previamente un proyecto en el que creer, y un modelo a quien imitar.

Esta posibilidad existe, y así, siendo nuestros actos “similares” a los de nuestro modelo (Cristo), y confiando plenamente como proyecto en que se cumpla en nosotros (como en su caso) la voluntad de Dios, experimentamos una paz y una felicidad que proviene de la posesión de “lo auténticamente amado” (el Amor), una situación ésta que aunque en nuestra vida terrenal aún no es estable, por cuanto que somos ya conocedores de la misma sí que “ilumina” positivamente nuestras opciones, y motiva ciertamente nuestro transitar.

Sólo hasta aquí llega mi análisis de una felicidad que considero no sólo posible, sino deseable.
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sábado, 25 de octubre de 2008

LA ACLARATORIA INTERVENCIÓN DE JOAQUIM

Tenéis en esta ocasión una intervención que da muchísima luz sobre la existencia o no del infierno. Nos llega de la mano de Joaquim. Como en otras ocasiones, para leer su contenido y para intervenir en ella si lo deseáis, tendréis que clickar en "comentarios". Os la recomiendo vivamente

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lunes, 20 de octubre de 2008

CURAR A LOS ENFERMOS, PERO SIN ELIMINAR A NADIE

El sábado estuve viendo La Noria, y -dentro del programa- escuchando al P. Apeles opinando sobre el tema del uso de bebés-medicamento. Cuando comencemos a charlar sobre ello os diré cuáles fueron sus opiniones, pero de momento os voy a dar a conocer –supuesto que no la hubierais tenido aún a vuestro alcance- la nota de los obispos españoles sobre este tema. Dice así:

Nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española. Aclaraciones sobre los hechos implicados en el nacimiento del llamado primer “Bebé Medicamento”

“El pasado 12 de octubre nació en Sevilla el primer bebé seleccionado para curar a su hermano, que sufre una enfermedad hereditaria, la beta-talasemia major, anemia congénita severa que le obliga a someterse a constantes transfusiones sanguíneas.

Mediante la técnica utilizada, el diagnóstico genético preimplantacional, los embriones obtenidos a través de la fecundación in vitro son examinados para seleccionar aquellos que no sean portadores del factor genético que puede dar lugar al desarrollo de la enfermedad heredada. Entre los seleccionados, se implantan en el útero materno aquellos embriones que presentan el perfil de compatibilidad genética más adecuado con el hermano enfermo. Los demás son destruidos o congelados.

Conviene aclarar al respecto las implicaciones morales que no han sido señaladas estos días por algunos medios de comunicación social.

Se ha puesto el énfasis en la feliz noticia del nacimiento de un niño y en la posibilidad de la curación de la enfermedad de su hermano. Expresada así, la noticia supone un motivo de alegría para todos. Sin embargo, se ha silenciado el hecho dramático de la eliminación de los embriones enfermos y eventualmente de aquellos que, estando sanos, no eran compatibles genéticamente.

El nacimiento de una persona humana ha venido acompañada de la destrucción de otras, sus propios hermanos, a los que se les ha privado del derecho fundamental a la vida.
Se ha calificado el hecho como un éxito y un progreso científico. Sin embargo, someter la vida humana a criterios de pura eficacia técnica supone reducir la dignidad de la persona a un mero valor de utilidad. Los hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer han sido desechados por no ser útiles desde la perspectiva técnica, violando así su dignidad y el respeto absoluto que toda persona merece en sí misma, al margen de cualquier consideración utilitarista. Por su parte, el hermano que finalmente ha nacido ha sido escogido por ser el más útil para una posible curación. Se ha conculcado de esta manera su derecho a ser amado como un fin en sí mismo y a no ser tratado como medio instrumental de utilidad técnica.

Conviene recordar a este respecto el documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, del 30 de marzo de 2006, Algunas orientaciones sobre la ilicitud de la reproducción humana artificial y sobre las prácticas injustas autorizadas por la ley que la regularán en España, que señala la injusticia que se comete con los seres humanos producidos en el laboratorio, al ser tratados “como un mero producto conseguido por el dominio instrumental de los técnicos”. “La dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados (…). Por tratarse de una relación puramente personal –no instrumental- la procreación es conforme a la dignidad personal del niño procreado, que viene así al mundo como un don otorgado a la mutua entrega personal de los padres”. Respecto a la práctica de la que hoy hablamos, se dice también en el mismo documento: “Los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables. Es cierto: hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar nunca para ello a nadie. La compasión bien entendida comienza por respetar los derechos de todos, en particular, la vida de todos los hijos, sanos y enfermos”.

El hecho feliz del nacimiento de un bebé sano n o puede justificar la instrumentalización a la que ha sido sometido y no basta para presentar como progreso la práctica eugenésica que ha supuesto la destrucción de sus hermanos generados in vitro.

La Iglesia desea prestar su voz a aquellos que no la tienen y a los que han sido privados del derecho fundamental a la vida.

Con estas aclaraciones no se juzga la conciencia ni las intenciones de nadie. Se trata de recordar los principios éticos objetivos que tutelan la dignidad de todo ser humano.

Madrid, 17 de octubre de 2008”

A partir de este momento, queda abierto el debate.

Os espero.
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sábado, 18 de octubre de 2008

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

A la vista de los comentarios habidos sobre su homilía anterior, con gran interés incluyo la correspondiente al domingo XXIX del tiempo ordinario. Si os parece, podríamos nosotros seguir haciendo nuestras propias interpretaciones como en el caso anterior. Las lecturas correspondientes (por si las queréis manejar) son Isaías 45, 1.4-6; 1ª Tesalonicenses 1, 1-5b, y Mateo 22, 15-21, y las palabras del P. Cantalamessa dicen así:

“El Evangelio de este domingo termina con una de aquellas frases lapidarias de Jesús que han dejado una marca profunda en la historia y en el lenguaje humano: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No más: o César o Dios, sino: uno y otro, cada uno en su lugar. Es el comienzo de la separación entre religión y política, hasta entonces inseparables en todos los pueblos y regímenes. Los hebreos estaban acostumbrados a concebir el futuro reino de Dios instaurado por el Mesías como una “teocracia”, es decir, como un gobierno dirigido por Dios en toda la tierra a través de su pueblo. Ahora en cambio, la palabra de Cristo revela un reino de Dios que “está” en el mundo pero que no “es” de este mundo, que camina en una longitud de onda distinta y que, por ello, coexiste con cualquier otro régimen, sea de tipo sacro o “laico”.

Se revelan así dos tipos cualitativamente diversos de soberanía de Dios en el mundo: la “soberanía espiritual” que constituye el reino de Dios y que ejerce directamente en Cristo, y la “soberanía temporal” o política, que Dios ejerce directamente, confiándola a la libre elección de las personas y al juego de las causas segundas.

César y Dios, sin embargo, no están al mismo nivel, porque también César depende de Dios y debe rendirle cuentas. “Dad a César lo que es de César” significa, por tanto: “Dad a César lo que 'Dios mismo quiere' que le sea dado a César”. Dios es el soberano de todos, César incluido. No estamos divididos entre dos pertenencias, no estamos obligados a servir “a dos señores”. El cristiano es libre de obedecer al Estado, pero también de resistir al Estado cuando éste se pone contra Dios y su ley. En este caso, no vale invocar el principio del orden recibido de los superiores, como suelen hacer ante los tribunales los responsables de crímenes de guerra. Antes que a los hombres, hay que obedecer a Dios y a la propia conciencia. Ya no se puede dar a César el alma que es de Dios.

El primero en sacar conclusiones prácticas de esta enseñanza de Cristo fue san Pablo. Escribió: “Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino. Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio” (Rom 13, 1 ss.). Pagar lealmente los impuestos para un cristiano (también para toda persona honrada) es un deber de justicia y por tanto un deber de conciencia. Garantizando el orden, el comercio y todos los demás servicios, el Estado da al ciudadano algo por lo que tiene derecho a una contrapartida, precisamente para poder seguir dando estos servicios.

La evasión fiscal, cuando alcanza ciertas proporciones -nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica- es un pecado mortal, similar al de cualquier robo grave. Es un robo hecho no al “Estado”, o sea, a nadie, sino a la comunidad, es decir, a todos. Esto supone naturalmente que también el Estado sea justo y equitativo cuando impone las tasas.

La colaboración de los cristianos en la construcción de una sociedad justa y pacífica no se agota con pagar los impuestos; debe extenderse también a la promoción de valores comunes, como la familia, la defensa de la vida, la solidaridad con los más pobres, la paz. Hay también otro ámbito en el que los cristianos deberían dar una contribución más grande a la política. No tiene tanto que ver con los contenidos como con los métodos, el estilo. Es necesario desempozoñar el clima de lucha permanente, procurar mayor respeto, compostura y dignidad en las relaciones entre partidos. Respeto al prójimo, moderación, capacidad de autocrítica: son rasgos que un discípulo de Cristo debe llevar a todas las cosas, también a la política. Es indigno de un cristiano abandonarse a insultos, sarcasmo, rebajarse a riñas con los adversarios. Si, como decía Jesús, quien dice al hermano “estúpido” ya es reo de la Gehenna, ¿qué será de muchos políticos?”

¡No me digáis que el tema no da de sí!...
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jueves, 16 de octubre de 2008

SOBRE LA DEPRESIÓN

Os ofrezco hoy la reseña de un libro que me resulta en principio muy interesante. Ésta es: “La depresión en nuestra sociedad lleva camino de convertirse en la segunda causa de invalidez en el mundo. Sobre este acuciante problema de la sociedad contemporánea, el autor del libro "La depresión y el amor", doctor Juan José R. Laprovitta, en su segunda edición, hace una propuesta de esperanza.

En la presentación del libro, se afirma que "la misma sociedad parece no querer reaccionar y acepta sin y con resignación, una salida farmacológica con secuelas iatrogénicas (reacciones adversas), porque otras alternativas son muy poco conocidas, y a veces, hasta negadas o desprestigiadas por interese s poderosos".

Esta segunda edición (la primera llevaba por título "Ensayo sobre la depresión y la fe"), editada por "Laetitia", ha sido prologada por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y en la misma se añaden varios capítulos y se explicitan conceptos para lograr una mayor comprensión.

En su prólogo, el cardenal Bergoglio describe el contenido del libro como "amplio y fundamentalmente relacional entre el campo médico, el psicológico y el espiritual".

Se trata de un ensayo -añade-, "en parte analítico pero tendiente a lograr una visión completa al abordar la temática de la depresión, fenómeno cotidiano de nuestra cultura urbana".

El autor, subraya el cardenal "sin deformar la objetividad que ofrece la ciencia (y como médico conoce con bastante soltura) proyecta el hecho depresivo hacia horizontes antropológicos más amplios, incluso el de la fe. Con este dinamismo logra situar la terapia de la depresión en una apertura de esperanza".

La depresión, sigue el autor del prólogo es "de por sí, es desesperanzada y desesperanzadora. Al tratarla abriéndola a la trascendencia, ya sea la trascendencia-inmanente de la relación comunitaria ya sea la trascendencia-trascendente hacia Dios, da lugar a quien la padece pueda descubrir nuevos sentidos a su existencia los cuales la capacitan para andar senderos nuevos de terapia". Y asegura que "el autor sale airoso en este intento".

Recalca que se trata de "una reflexión profundamente humana, para todo hombre y mujer, sea creyente o no" pues "tiene esa dimensión universal de ser válida para la persona".

"No se impone con pretensiones sino posee la mansedumbre de lo propositivo: se trata simplemente de una propuesta elaborada por la ciencia, la experiencia de la vida, del dolor, de la búsqueda de un hombre que tiene fe pero que es consciente que a esa fe se la regalaron para que, a su vez, la regale a otros", concluye, con la convicción de "que este libro hará mucho bien a quienes lo lean".

La tesis del libro es que el amor en sus infinitas expresiones ha sido ofendido, agraviado, negado o lastimado en todo deprimido. Por tanto, la depresión siempre es una prueba o crisis espiritual que deviene de una negación del amor. Esta prueba o crisis produce diversas somatizaciones en el organismo con síntomas, a veces muy severos.

En la depresión, según el autor, no sólo hay que buscar las causas, sino también el fin o finalidad de la enfermedad, y al bucear en este sentido, llega a la conclusión de que es un signo y un misterio, que nos acercará con transparencia a conocer la verdadera resurrección a la Vida.

Juan José R. Laprovitta es médico cirujano egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Es sus numerosas actividades y escritos manifestó una identidad cristiana y ocupó cargos de responsabilidad y conducción en movimientos de Iglesia. Fue Profesor de Teología en la Universidad Católica de Santiago del Estero en la década de los 80. Ocupó los siguientes cargos: ministro de Salud de la Provincia de Santiago del Estero en 1988; subsecretario de Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero en 1994/95; diputado Provincial en Santiago del Estero en 1995/98.
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lunes, 13 de octubre de 2008

¡SALVE!

De la vida de una mujer nació su Hijo y, a través de Él, también la Vida tuvo continuidad… Así discurría yo ante una hermosa Señora, a cuyas plantas y para felicitarle, sus hij@s acudíamos anteayer.

¡Salve, Reina del Cielo! –le cantábamos- ¡Salve, Trono de la Sabiduría! –pensaba yo-.

Guardiana de tod@ bizkain@ -le decíamos- ¡salve! ¡Salve, Begoñako Andra Mari! –aunando la voz-...

Su hermosísimo semblante felicidad trasmite, tal vez porque Ella sea la que alienta y comprende; la que espera de nosotr@s, aún en los momentos de dificultad.

Si su edad fijar quisiéramos, diríamos que dos mil y pocos años hermosean su beldad, y que tal vez los mismos sean los que –si en ocasiones midiéramos- justificarían su actuar.

Entonces…
… ¿Es por eso que eres tan lista, Madre?...

¿Me lo explicarás?...

… ¿Me explicarás cómo consigues que tus hij@s como tus hij@s nos sintamos, y que nos sintamos asimismo capaces de con tu ejemplo continuar?...

¿Cómo saber sonreír por más difícil que la vida sea?...

¡Dime!, ¿cómo lo conseguiremos?...
... ¡O dime al menos por qué siempre sonríes Tú!...

La verdad es que hubo un momento decisivo en tu trayectoria en el que supiste decir “Amén” a la Voluntad de Dios…

Te fue suficiente conocerla para aceptarla, y fue el que lo hicieras lo que dio lugar a la actuación sobre tus entrañas del Poder del Espíritu de Dios…

Supiste confiar, y supiste esperar, y el resultado, tod@s los conocemos:
… “De la vida de una mujer nació su Hijo y, a través de Él también, la Vida tuvo continuidad”…

Seguro que no fue fácil tu decisión…

Supongo que no habrá sufrimiento que no comprendas, y pese a ello, sabes sonreír.

¡Pues bien!...

Quisiera pedirte ahora,
… que tu cálida y cómplice sonrisa nos ilumine siempre…
… que nos recuerde que siempre hemos de confiar en la voluntad de Dios…
… y que como nuestra amorosa Madre, sigas velando siempre por nuestros intentos de -pese a las circunstancias- saber sonreír.

Quiera Dios que así sea.

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sábado, 11 de octubre de 2008

LO IMPORTANTE Y LO URGENTE

En el comentario de hoy, el P. Cantalamessa nos habla del peligro de dejar lo importante por lo urgente, y las lecturas correspondientes a este domingo (XXVIII del tiempo ordinario) son las siguientes: Isaías 25, 6-10a; Filipenses 4, 12-14.19-20; y Mateo 22, 1-14. Como cada vez, ¡veréis lo interesante que es!

"Es instructivo observar cuáles son los motivos por los que los invitados de la parábola se negaron a venir al banquete. Mateo dice que ellos “no hicieron caso” de la invitación y “se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio”. El evangelio de Lucas, en este punto, es más detallado y presenta así los motivos del rechazo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo... He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas... Me he casado, y por eso no puedo ir” (Lc 14, 18-20).

¿Qué tienen en común estos diversos personajes? Todos los tres tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, que reclama inmediatamente su presencia. ¿Y qué representa en cambio el banquete nupcial? Este indica los bienes mesiánicos, la participación en la salvación conseguida por Cristo, y por tanto la posibilidad de vivir eternamente. El banquete representa, por tanto, lo más importante en la vida, es más, lo único importante. Está claro entonces, en qué consiste el error cometido por los invitados; consiste en abandonar lo importante por lo urgente, ¡lo esencial por lo contingente! Ahora bien, éste es un riesgo tan difundido e insidioso, no sólo en el plano religioso, sino también en el puramente humano, que vale la pena reflexionar un poco sobre él.

Ante todo, precisamente, en el plano religioso. Abandonar lo importante por lo urgente, en el plano espiritual, significa retrasar continuamente el cumplimiento de los deberes religiosos, porque cada vez se presenta algo urgente que hacer. Es domingo y es hora de ir a misa, pero está pendiente esta visita, ese trabajillo en el jardín, la comida que preparar. La Misa puede esperar, la comida no; por tanto, se retrasa la misa y se arrima uno a los fuegos.

He dicho que el peligro de abandonar lo importante por lo urgente está presente también en el ámbito humano, en la vida de todos los días, y quisiera señalar también a esto. Para un hombre es ciertamente importantísimo dedicar tiempo a la familia, a estar con los hijos, dialogar con ellos si son grandes y jugar con ellos si son pequeños. Pero en el último momento se presentan siempre cosas urgentes que terminar en la oficina, horas extraordinarias que hacer, y se deja para otra vez, acabando por llegar a casa demasiado tarde y demasiado cansados para pensar en otra cosa.

Para un hombre o una mujer es importantísimo ir de vez en cuando a visitar al anciano padre que vive solo en casa o en algún asilo. Para cualquiera es algo importantísimo visitar a un conocido enfermo para mostrarse su apoyo y hacer algún servicio práctico por él. Pero no es urgente, si lo dejas para más adelante aparentemente no se hunde el mundo, quizá nadie si dé cuenta. Y así se deja para más adelante.

Lo mismo pasa con el cuidado de la propia salud, que también está entre las cosas importantes. El médico, o simplemente el físico, advierte que hay que cuidarse, tomar un periodo de descanso, evitar el estrés... Se contesta: sí, lo haré, por supuesto, apenas termine ese trabajo, cuando haya arreglado la casa, cuando haya pagado todas las deudas... Hasta que uno se da cuenta que es demasiado tarde. Ahí está el engaño: se pasa uno la vida persiguiendo mil pequeñas cosas que arreglar y nunca se encuentra tiempo para las cosas que verdaderamente inciden en las relaciones humanas y pueden dar verdadera alegría (y, abandonadas, la verdadera tristeza) en la vida. Así vemos como el Evangelio, indirectamente, es también escuela de vida; nos enseña a establecer prioridades, a tender a lo esencial. En una palabra, a no perder lo importante por lo urgente, como sucedió a los invitados de nuestra parábola".
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jueves, 9 de octubre de 2008

LAS CLAVES DE MURPHY

El pasado miércoles monseñor William Murphy, obispo de Rockville Center (Nueva York) y presidente del Comité de Justicia y Desarrollo de la Conferencia Episcopal, exponía cinco principios clave a la hora de buscar soluciones a la crisis económica del país. A través de su lectura, me gustaría que observáramos un caso práctico de cómo “nuestra fe y nuestros principios morales” –como diría el propio Murphy- “pueden ayudar en la búsqueda de respuestas efectivas al desorden económico que afecta a nuestra gente”. Espero que os resulte interesante.

La primera clave que el prelado ofrece es "ser consciente de las dimensiones humanas y morales de la crisis".
"Los acuerdos económicos, las estructuras y los remedios deben tener como propósito fundamental salvaguardar la vida y la dignidad humanas", afirmó. El prelado añadió que la "búsqueda escandalosa de beneficios económicos excesivos", es un ejemplo de "ética económica que pone al beneficio por encima del resto de los valores".
Esta ética "ignora el impacto de las decisiones económicas en la vida de la gente real, así como la dimensión ética de las elecciones que hacemos y de la responsabilidad moral que tenemos sobre su efecto en la gente", explica el prelado.

En segundo lugar, el obispo neoyorquino propone la "responsabilidad y la necesidad de dar cuentas".
"Está claro que se requieren medidas efectivas que reconduzcan las prácticas, conductas y juicios erróneos que han llevado a la crisis. Quienes han contribuido directamente a esta crisis o se han aprovechado de ella no deberían ser recompensados o escapar sin dar cuentas del daño que han causado", afirmó.
Conocer las necesidades
En tercer lugar, el prelado explicó que en cualquier caso, el mercado siempre tendrá "ventajas y desventajas".
"Hay necesidades humanas que no encuentran sitio en el mercado", afirmó monseñor Murphy. "Es un estricto deber de justicia y de verdad no permitir que necesidades humanas fundamentales queden insatisfechas".
En este sentido, pidió una "renovación de los instrumentos de control y corrección de las instituciones económicas y de la industria financiera, así como una regulación y protección públicas efectivas más extensas".
"La solidaridad y el bien común" es el cuarto principio propuesto por el prelado.
"El principio de solidaridad nos recuerda que estamos unidos y nos advierte que buscar solamente el interés propio puede empeorar las cosas", explicó. "El principio de solidaridad nos compromete a buscar el bien común, no la ganancia de una parte o la ventaja económica".
Finalmente, el obispo de Rockville propuso el principio de subsidiariedad.
"La subsidiariedad traslada la responsabilidad a los agentes privados y a las instituciones, para que acepten sus propias obligaciones", añadió. "Si ellos no lo hacen, entonces las grandes entidades, incluyendo al gobierno, tendrán que asumir lo que las instituciones privadas no han podido llevar a cabo".
El prelado concluyó su escrito citando unas palabras de la encíclica Centessimus annus: "Nuestra tradición católica nos remite a una sociedad del trabajo, de la iniciativa y de la participación, que no está directamente contra el mercado, pero que exige que el mercado sea controlado apropiadamente por las fuerzas sociales y por el Estado para garantizar que las necesidades básicas de toda la sociedad son satisfechas".
"Estas palabras de Juan Pablo II deberían adoptarse como lema por parte de todos aquellos que tienen responsabilidades hacia la nación, el mundo entero y el bien común de todos", concluyó.
Bueno…
Hasta aquí llega la propuesta. Espero que os haya interesado.
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lunes, 6 de octubre de 2008

CRISIS MATRIMONIALES

En este artículo el Papa nos asegura que es posible superar las crisis matrimoniales. Nos dice también que es preciso recuperar la esperanza para que vuelva a arder la llama del amor. Si lo incluimos hoy como artículo de debate, es porque me gustaría dialogar con tod@s vosotr@s sobre cuáles son las causas fundamentales para que tanto fracaso matrimonial se produzca… Al final incluyo tres "consejitos" que yo considero válidos (no se a vosotros lo que os parecerán)y vosotr@s por vuestra parte, podréis incluir cuantos tengáis en el mismo criterio...

En la revista Zenit del día 26 es donde aparece el artículo. En él Benedicto XVI no sólo se muestra convencido de que es posible superar las crisis matrimoniales, sino que además constata que la relación de las parejas que lo logran se hace más profunda, su amor queda reforzado.

Ahora bien, para que la llama del amor vuelva a arder, el Papa constata la necesidad de personas que apoyen en los momentos de oscuridad a los cónyuges, sobre todo dándoles esperanza, contra la corriente común hoy día de presentar el divorcio como la solución más fácil.

Así lo explicó este viernes al recibir a los participantes en el encuentro internacional del movimiento Retrouvaille (http://www.retrouvaille.org), iniciativa surgida de la "providencial intuición" -así la calificó el Santo Padre- del matrimonio canadiense Guy y Jeannine Beland, en 1977, para ayudar a las parejas en grave crisis.

El obispo de Roma consideró que la crisis conyugal -hablaba de "crisis serias y graves"- constituye una realidad "con dos caras".

Por una parte, explicó, "se presenta, especialmente en su fase aguda y más dolorosa, como un fracaso, como la prueba de que el sueño ha terminado o se ha transformado en una pesadilla y, por desgracia, 'no hay nada que hacer'".

Ahora bien, según el Papa "hay otra cara, que nosotros desconocemos con frecuencia, pero que Dios ve". Toda crisis, "constituye el paso a una nueva fase de la vida", una "esperanza más grande que la desesperación".

Es en ese momento cuando la labor de personas como las que participan en el movimiento Retrouvaille es necesaria, indicó el Papa.

"En los momentos más oscuros, los cónyuges han perdido la esperanza; entonces se da la necesidad de otras personas que la custodien, de un 'nosotros', de una compañía de auténticos amigos que, con el máximo respeto, pero también con sincera voluntad de bien, estén dispuestos a compartir algo de su propia esperanza con quien la ha perdido. Pero no de manera sentimental o superficial, sino organizada y realista".
De este modo, en el momento de la ruptura, ofrecen a la pareja "una referencia positiva en la que confiar frente a la desesperación".

"De hecho, cuando la relación degenera, los cónyuges caen en la soledad, tanto individual como de pareja. Pierden el horizonte de la comunión con Dios, con los demás y con la Iglesia". Entonces, indicó, encuentros como los que presenta Retrouvaille, ofrecen el "agarradero" "para no perderse totalmente, y para volver a subir poco a poco la cuesta".

Por este motivo, presentó a las personas que ayudan a las parejas en crisis como "custodios de una esperanza más grande para los esposos que la han perdido".
"Cuando una pareja en dificultad o -como demuestra vuestra experiencia- incluso ya separada, se encomienda a María y se dirige a Aquél que ha hecho de los dos 'una sola carne', puede estar segura de que la crisis se convertirá, con la ayuda del Señor, en un momento de crecimiento, y que el amor quedará purificado, madurado, reforzado".

Esto, advirtió Benedicto XVI, "sólo lo puede hacer Dios, que quiere servirse de sus discípulos como de válidos colaboradores para acercarse a las parejas, escucharlas, ayudarlas a redescubrir el tesoro escondido del matrimonio, el fuego que ha quedado sepultado bajo las cenizas".

"Reaviva y hace que vuelva a arder la llama; ciertamente no como en el enamoramiento, sino de una manera diferente, más intensa y profunda: ahora bien, es siempre la misma llama", afirmó.

El Programa Retrouvaille, según explica e su página web, consiste en vivir un fin de semana combinado con una serie de 6 a 12 sesiones de fin de semana durante tres meses.

Ofrece instrumentos para ayudar al matrimonio a reordenar su vida. El programa subraya particularmente la comunicación en el matrimonio entre el hombre y la mujer, dando a los esposos la oportunidad de redescubrirse mutuamente y de examinar sus vidas juntos de una manera positiva y nueva.

(Bueno. Hasta aquí llega el artículo. Espero que no os haga falta, pero no está mal que conozcamos la existencia de Retrouvaille. Lo que sí os digo, es que espero que nunca os fallen para con vuestra pareja el espíritu de diálogo, el buen apetito sexual y por último un fino sentido del humor. Os aseguro que es un buen consejo.)
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sábado, 4 de octubre de 2008

“A mi Hijo le respetarán”

El P. Cantalamessa se pregunta en esta ocasión qué suerte reservamos a Cristo en nuestra vida. Con esta hermosa homilía, nos hace más comprensibles y actualizadas las lecturas correspondientes a este domingo XXVII del tiempo ordinario: Isaías 5,1-7; Filipenses 4,6-9; y Mateo 21, 33-43.

El P. Cantalamessa nos dice así:

El contexto inmediato de la parábola de los viñadores homicidas se refiere a la relación entre Dios y el Pueblo de Israel. Es a éste a quien históricamente Dios ha enviado primero a los profetas y después a su mismo Hijo. Pero como todas las parábolas de Jesús, esta es una "historia abierta". En la relación Dios-Israel se traza la relación entre Dios y la humanidad entera.

Jesús retoma y continúa el lamento de Dios en Isaías de la primera lectura. Es ahí donde se debe buscar la clave de lectura y el tono de la parábola. ¿Por qué Dios ha "plantado la viña" y cuáles son los frutos que espera y que viene a buscar a su tiempo? Aquí la parábola se aleja de la realidad. Los viñadores humanos no plantan una viña ni le prodigan sus cuidados por amor a la viña, sino por su beneficio. No así Dios. Él crea al hombre, entra en alianza con él, no por su interés, sino para favorecer al hombre, por puro amor. Los frutos que espera del hombre son el amor hacia él y la justicia hacia los oprimidos: todas ellas cosas que sirven al bien del hombre, no al de Dios.

Esta parábola de Jesús es terriblemente actual aplicada a nuestra Europa y, en general, al mundo cristiano. También en este caso hay que decir que Jesús ha sido "echado fuera de la viña", expulsado por una cultura que se proclama post-cristiana, o incluso anti-cristiana. Las palabras de los viñadores resuenan, si no en las palabras, al menos en los hechos de nuestra sociedad secularizada: "¡Matemos al heredero y será nuestra la herencia!"

Ya no se quiere oír hablar más de raíces cristianas de Europa, de patrimonio cristiano, El hombre secularizado quiere ser el heredero, el dueño. Sartre puso en boca de un personaje suyo estas terribles declaraciones: "Ya no hay nada en el cielo, ni Bien, ni Mal, ni persona alguna que pueda darme órdenes. (...) Soy un hombre, y cada hombre debe inventar su propio camino".

Esta que he indicado es una aplicación, por así decirlo, a "largo alcance" de la parábola. Pero casi siempre las parábolas de Cristo tienen también una explicación de corto alcance, o a nivel individual: se aplican a cada persona, no sólo a la humanidad o a la cristiandad en general. Se nos invita a preguntarnos: ¿qué suerte he reservado yo a Cristo en mi vida? ¿Cómo correspondo al incomprensible amor de Dios hacia mí? ¿Acaso no le he expulsado yo también fuera de los muros de mi casa, de mi vida... es decir, le he olvidado, ignorado?

Recuerdo que un día escuchaba esta parábola durante una Misa, mientras estaba bastante distraído. Llegado al punto en que se oye al dueño de la viña decir para sí: "A mi hijo le respetarán", tuve un sobresalto. Entendí que aquellas palabras estaban dirigidas personalmente a mí, en aquel momento. Ahora el Padre celeste estaba a punto de mandarme a mí a su Hijo en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ¿había comprendido yo la grandeza del momento? ¿Estaba preparado para acogerle con respeto, como el Padre esperaba? Aquellas palabras me sacaron bruscamente de mis pensamientos...

En la parábola de los viñadores homicidas hay un sentido de amargura, de desilusión. ¡Ciertamente no se trata de una historia con final feliz! Pero al leerla en profundidad, habla del amor increíble de Dios por su pueblo y por cada una de sus criaturas. Un amor que al final, incluso a través de los distintos episodios de extravío y retorno, saldrá siempre victorioso y tendrá la última palabra.
Los rechazos de Dios nunca son definitivos, son abandonos pedagógicos. También el rechazo de Israel que resuena veladamente en las palabras de Cristo: "Se os quitará el Reino de Dios y se entregará a un pueblo que rinda sus frutos", pertenece a este género, como el descrito por Isaías en la primera lectura. Hemos visto, por otra parte, que este peligro acecha también sobre la cristiandad, o al menos sobre vastas partes de ella.

San Pablo escribe en la carta a los Romanos: "¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! ¡Que también yo soy israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín! Dios no ha rechazado a su pueblo, en quien de antemano puso sus ojos... ¿Es que han tropezado para quedar caídos? ¡De ningún modo! Sino que su caída ha traído la salvación de los gentiles, para llenarlos de celos. ... Si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión, sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 1ss).

En la semana que apenas ha transcurrido, el 29 de septiembre, los hermanos judíos han celebrado su fiesta más importante, el Fin de Año, llamado por ellos Rosh Ha-shanà. Quisiera aprovechar esta ocasión para hacerles llegar mi augurio de paz y de prosperidad. Con el Apóstol Pablo grito yo también: "Que sea la paz en todo el Israel de Dios".
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jueves, 2 de octubre de 2008

4ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una intervención de nuestro amigo Hola. Para poder leerla, y para poder participar si lo consideráis conveniente, tendríais que pinchar en "comentarios".

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LA "LAICIDAD POSITIVA" DE ROUCO

El arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Antonio María Rouco, explicó el pasado miércoles que las relaciones entre la Iglesia y la comunidad política y social deben responder al principio de la "laicidad positiva", que ha utilizado en varias ocasiones Benedicto XVI. Veamos cuales son sus argumentos...

El purpurado, que intervino durante un desayuno con periodistas y políticos organizado por la agencia española de noticias Europa Press, explicó, según recoge la revista Ecclesia, que este principio ya estaba marcado en el Concilio Vaticano II".

En este sentido, recordó las intervenciones del Papa en Francia, la célebre conversación con el filósofo alemán Habermas, así como su discurso en Ratisbona en septiembre de 2006.

Los elementos de esta "laicidad positiva", son, según explicó el cardenal Rouco, "libertad religiosa, libertad de los padres para la educación de sus hijos, justa autonomía de las realidades temporales y una actitud de servicio para atender a la persona y promover la defensa de sus derechos y de búsqueda conjunta de bien común".

Preguntado por el discurso del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, sobre "laicidad positiva" ante el Papa en el Eliseo el pasado 15 de septiembre, el cardenal aseguró "no envidiar a Francia -en todo caso, sí a Alemania- a propósito del laicismo positivo que pretende impulsar su presidente".

"El marco legal en las relaciones Iglesia -Estado en España es mejor que el francés", aseveró.

Además, y en relación al debate sobre la posible reforma del concordato vigente en España, defendió como "instrumento válido" el actual sistema de acuerdos bilaterales de la Santa Sede con el resto de los países.

Preguntado también por la posible reforma de la Ley Orgánica de libertad Religiosa española, el cardenal afirmó que la actual "es buena", aunque no se cerró a su reforma, "si es para bien".

Sobre las peticiones de retirada de los crucifijos de los espacios públicos, realizada por algunos grupos, el cardenal consideró que "proceden de minorías" y añadió estas peticiones no deben atenderse porque el crucifijo "pertenece a la historia, a la cultura y a la identidad de España".

Aborto y crisis económica

En el turno de preguntas, el cardenal Rouco se refirió a la reforma de la ley despenalizadora del aborto que el Gobierno pretende llevar a cabo. "La vida es un derecho absoluto, sin condiciones, siempre", aclaró, y añadió que la "tragedia moral" es "la aceptación social del aborto".

Respecto a la asignatura "Educación para la Ciudadanía", el purpurado insistió en que los padres "tienen derecho a la objeción de conciencia".

Sobre la actual situación de crisis económica que atraviesa España, el cardenal explicó que la Iglesia "debe aportar la solidaridad precisa y ayudar a las personas para superar también crisis morales, que están en el trasfondo de la actual situaciones".

Añadió que a la Iglesia "le preocupa mucho más la situación de familias en necesidad y de los parados que hipotéticos -e impensables- cambios o novedades en el vigente modelo de financiación de la Iglesia".

En último lugar, se refirió a la próxima Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, asegurando que "aportará la catolicidad histórica y tan fecunda de España y su dinamismo misionero".

(Avisamos en este punto que el hecho de publicar un artículo, no supone necesariamente el haber hecho nuestros sus argumentos. Sencillamente se propone para sobre ellos dialogar).
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