sábado, 29 de noviembre de 2008

¡DIME QUÉ ESPERAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES!

Tenemos hoy como novedad la meditación del padre Thomas Rosica (director del canal de televisión canadiense Salt and Light) sobre los textos correspondientes al primer domingo de Adviento (Isaías 63 16-17.19; salmo 80 (79); Carta I de S. Pablo a los Corintios 1, 3-9; Marcos 13, 33-37) que dice así:

La Iglesia entra este fin de semana en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío.

Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

En este primer domingo de Adviento, en la primera lectura del profeta Isaías, el Todopoderoso vuelve a dar esperanza al corazón y al alma de Israel; modela a Israel como lo hace el alfarero con la cerámica.

En la segunda lectura, en su carta a la comunidad amada de Corinto, Pablo dice que espera con impaciencia "El día del Señor", en el que el Señor Jesús se nos revelará para salvar a quienes ha llamado.

En el Evangelio del primer domingo de Adviento, Marcos describe al portero de la casa que vela en espera del regreso inesperado de su señor. Se trata de una imagen de lo que tenemos que hacer durante todo el año, pero especialmente durante el período de Adviento.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

El cardenal Joseph Ratzinger ha escrito que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más de tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!.
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miércoles, 26 de noviembre de 2008

LA CRISIS Y LA FE

Por su especial concreción y cercanía, reproduzco esta carta escrita por D. Amadeo Rodriguez Magro (obispo de Plasencia). Espero que, como a mí, os encante su contenido.

La crisis ha modificado bruscamente un logro de nuestra sociedad que parecía definitivo e incluso en alza; esta poniendo en riesgo un nivel de vida holgado, del que disfrutaba una gran mayoría de españoles. Todo eso parece venirse abajo por un terremoto económico de proporciones mundiales, que paradójicamente no ha respetado ni a los más ricos. Y, si para estos es así, no nos queremos ni imaginar lo que supondrá, si no se encuentran soluciones a tiempo, para los más pobres. Ante esta situación se están buscando las medidas más adecuadas que permitan atajar esta grave crisis. Es evidente que, si el problema es sobre todo económico, las soluciones habrán de venir de un nuevo orden en la economía mundial.

Sin embargo, muchos se preguntan si la crisis es sólo económica o si todo lo que está ocurriendo tiene algo que ver con otros valores. También es frecuente escuchar que entre crisis y fe hay mucha relación. En principio pienso que es así, porque en el ser humano no hay esferas exclusivas y cerradas: todo en él es siempre unidad e integración y, cuando se produce en su vida alguna alteración las causas no son únicas y las soluciones también han de venir desde todas sus dimensiones; por supuesto también desde la espiritual.  

Por eso la fe y la crisis se tienen que entender, y necesariamente se ha de producir un diálogo entre ellas. La fe ilumina al hombre y a la mujer en sus experiencias personales y sociales. Es por eso que la situación de crisis está demandando el protagonismo de nuevos valores, nacidos de la fe, que tengan su fuente en los sentimientos mismos de Dios, manifestados especialmente por la encarnación de su Hijo Jesucristo. Y de entre ellos, dos son especialmente protagonistas en estos momentos: la solidaridad y la austeridad.

Hoy todos, también desde otros ángulos y visiones de la vida, reclaman el valor de la solidaridad; quizás sea porque no hay nadie que no se sienta afectado por este mal que nos ha sobrevenido. En realidad, al mirar a nuestro alrededor, enseguida se comprueba cómo afecta al vecino de piso, de trabajo, de barrio, de población, de región... cómo la crisis es una gran mancha que atrapa poco a poco a todos. Pues la mancha la hemos de limpiar con el mejor de los disolventes: el de la ayuda mutua, que ha de ir especialmente dirigida a aquellos que estén siendo más afectados, los más severamente empobrecidos.

Esa mirada solidaria a nuestro entorno, lleva también a unas actitudes y modos de vida más austeros. En realidad la austeridad, si es sana, es la clave de la solidaridad: cada cual ayuda en la medida que comparte lo que tiene, y eso le lleva a situar su modo de vida al nivel de los que lo están pasando mal, a cuyo servicio se pone lo que se es y lo que se tiene. No obstante hay que evitar la austeridad que no es sana; es la de la imagen, la de aquellos que le dan un cierto tono demagógico a las medidas y actúan siempre en función de quedar bien o mal en determinadas situaciones.

A todos les parece evidente que esos dos valores, el de la solidaridad y el de la austeridad, que siempre se dan la mano, son necesarios en estos momentos de crisis . Y para que brillen en todo su esplendor, es decir, en toda su pureza y verdad, os recomiendo que situemos nuestras vidas en el amor providente de Dios. A mi entender, quizás sea este un buen momento para recordar el valor de la Providencia divina, tan devaluada en el reciente pasado, quizás porque se nos había subido a la cabeza la abundancia.

Ahora nos conviene saber que "en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman" (Rm 8,16). En estos momentos, quizás nos purifique y aliente reconocer y proclamar de nuevo que Dios es el Señor de la historia y del mundo, aunque los caminos de su providencia frecuentemente no los conozcamos. Quizás sea bueno rebajar la confianza en los dominadores del mundo, que habrán de ganársela en la medida que trabajen por mejorarlo en caridad, justicia y paz. No obstante, esa confianza en las capacidades humanas no nos hará olvidar que también en las decisiones del G8 y el G20 se muestra providente el Señor, que nos sostiene con el concurso de sus criaturas; pues a veces Dios se sirve de nosotros para la realización de sus designios.  

Con mi afecto y bendición.
 
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DIÁLOGO ENTRE DOS

Me he encontrado en el apartado de Turno de Preguntas y al mismo tiempo, un diálogo muy sugerente establecido entre Hola y Joaquim... Éste es:

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ROUCO Y LA L.M.H.

Durante su discurso en la Asamblea Plenaria del episcopado español, el Cardenal Rouco mostró la preocupación de la Iglesia por el deterioro de la convivencia (seguro que en los medios de comunicación habréis visto u oído sobre ello). Pues bien. Ésta es la parte de su intervención que a mí me interesa para provocar nuestra conversación:

“”En su discurso de apertura de la XCII Asamblea Plenaria de la CEE, el purpurado mostró la "inquietud" de los obispos ante la posible ruptura de "el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia".

Recordando la pasada historia de España, el cardenal Rouco afirmó que es "es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas".

"A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte", añadió, especialmente por el bien "de los jóvenes".

Añadió que la sangre de los muertos en la guerra, incluyendo la de los mártires, "sigue clamando al Cielo para pedir la reconciliación y la paz””.

Os he subrayado una frase sobre el perdón que a mí me ha resultado muy interesante. También me gustaría que opinásemos si estas declaraciones suponen o no una ingerencia, o si únicamente aportan una reflexión de indudable contenido filosófico y moral...
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viernes, 21 de noviembre de 2008

UN CAPRICHO SI, ¡PERO LITERARIO!

A eso de las 5:30 (a.m.) estaba yo no voy a decir "pensando", sino "intentando sentir en mí" la presencia de Dios, cuando se me ocurrió este "trasnochado poema" que ahora os reproduzco y que dice así:

¡Qué más quisiera yo que que procuraseis que mis noches fueran vuestras!.

Noches enteras esperando vuestro arribar.

Y mientras tanto mi mente divaga, postrándose sobre las luces de mi vano trasnochar.

Ora la 1, ora las 4, fueran del día 3 como del 26, buscaba yo gustar de tu presencia,

Como en aquella vez en que me sentí amada, aún a sabiendas de mi pequeñez...

¡Dejadme encontraros en mi vida!: en mi noche y en mi ayer...

... ¡y consentid que os encuentre también hoy en mi querer!:

Que vuestro Amor sea en mis actos,
… y que a través de ellos me siga yo encontrando, también en esta noche con Vos...

¡Que así sea!

(Espero de todo corazón que sepáis disculpar mi atrevimiento. Sólo quería enviaros un "cucu" para que supiérais que andaba por aquí)

Con infinito cariño...
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martes, 18 de noviembre de 2008

"¿SE PUEDE SABER SI DIOS EXISTE?"

Es éste un debate entre seis intelectuales acogido en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, y que a mí me apetece participaros en la convicción de que suscitará también vuestro interés.

Quienes respondieron favorablemente a la pregunta (los creyentes) fueron Pablo Domínguez, decano de la Facultad de Teología de San Dámaso; Salvador Antuñano, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria; y Víctor Tirado, profesor de la facultad de Teología de S. Dámaso.

La respuesta negativa fue ofrecida por Gabriel Albiac, catedrático de filosofía en la Universidad Complutense; Diego Carcedo, periodista y escritor; y Javier Alberdi, matemático y filósofo.

El debate fue organizado el 5 de noviembre por el Instituto John Henry Newman de esa Universidad.

A favor

"Sólo hay un modo válido de responder en positivo sobre esta cuestión que se nos plantea: sabiendo que Dios existe. Y esto implica ya una ventaja existencial y epistemológica para nuestro equipo sobre el otro", afirmó Antuñano, rompiendo el hielo de la discusión.

"Pues bien -prosiguió--, cuando alguien dice: ‘Yo sé que Dios existe', es evidente que no lo dice como quien ve los colores de las cosas o como quien ha hecho una suma o una deducción lógica. Lo dice como quien conoce las cosas en un nivel existencial y, además, en una relación que tiene que ver de alguna forma con la amistad, la filiación, el amor. Lo sabe por experiencia".

Para dar razones de estos enunciados el profesor Antuñano expuso que el conocimiento de Dios tiene un fuerte carácter subjetivo, porque en ese conocimiento está Implicada la propia persona, pero que esto no significa que se confunda esta creencia con una autosugestión por parte del sujeto, una proyección interna de sus propias ideas y deseos que termina generando la ilusión ficticia de un ser imaginario llamado Dios.

"Por eso -añadió-, saber que Dios existe tiene también un carácter objetivo: hay una alteridad real en ese conocimiento. No todo lo que puede proyectar un hombre coincide necesariamente con lo que Dios es, o como descubre que Dios es. Más aún, hay veces que lo que uno proyecta es exactamente lo contrario a lo que descubre cuando sabe que Dios existe. Una pura invención mía no puede en realidad dejarme satisfecho, el autoengaño dura poco, y genera frustración, tristeza, y hasta violencia".

El profesor concluyó diciendo que este conocer a Dios es evidentemente mucho más que un mero conocimiento empírico, mucho más que el conocimiento matemático o lógico o científico y por supuesto es muchísimo más que una opinión opinable: es el conocimiento cierto y convencido de alguien a quien se ama porque se ha sentido su caricia de amor en la propia vida.

Tras esta intervención, Víctor Tirado invitó a la audiencia a seguir la pregunta del debate hasta el fondo y analizar lo que hay detrás del término Dios.

Así, afirmó que aunque había muchos caminos para señalar la existencia de Dios sólo iba a apuntar uno: "El hombre es una paradoja y eso se puede comprobar en la propia conciencia. Todos tenemos el dilema entre lo que somos y nos gustaría ser. El Bien no se adviene a aquello que desearíamos que fuera, es una idea de Bien trascendente, y de esto todos tenemos experiencia".

En esa línea siguió Pablo Domínguez, el último en intervenir de la mesa de los creyentes, quien afirmó que en el mundo de la no creencia también había vestigios de creencia, también había estupor por la perfección del universo y también se elevaba la mirada para encontrar el origen de tanta armonía. Fue el único, junto Javier Alberdi, que puso su experiencia sobre la mesa.

Así, concluyó que la vivencia de quien se ha encontrado con Dios no es meramente sentimental, sino racional; y que tiene el convencimiento de que es mucho más lo que desconocemos de Dios que lo que sabemos, y que esto último es sólo posible porque Dios se ha dado a conocer.

En contra

Gabriel Albiac, antes de nada, aclaró que no se puede demostrar la no existencia de algo, y que la comprobación viene siempre por parte del que afirma la existencia "Toda afirmación es falsa mientras no se demuestre lo contrario".

En esta directriz, declaró que él era ateo, no en el sentido de esforzarse en demostrar la no existencia de Dios, sino en el convencimiento de que todo enunciado que contenga la palabra Dios pertenece a la creencia, al igual que cualquier término que contenga un valor del Absoluto. Después presentó una explicación erudita sobre el concepto de Ser en el poema de Parménides.

Por su parte, Javier Alberdi expuso su experiencia. Narró cómo un día, siendo estudiante de 2º curso de Teología, se dio cuenta de que Dios había entrado a formar parte de aquello desconocido, y cómo Jesús se había despojado de todo rango divino, para él. Esa misma vivencia volvió a sentirla a la muerte de su padre. Desde entonces se esfuerza por aceptar la vida como es, como el valor máximo, sabiendo que morirá y no habrá nada más.


Problema ontológico y experiencia testimonial

Tras esta primera ronda, Víctor Tirado retó a Gabriel Albiac a no reducir un problema ontológico, como el de Dios, a uno nominal "El conocimiento es experiencia, intuición de lo real ¿Cómo es posible que haya ser? A Dios hay que ir desde el mundo, desde lo que somos".

A lo que Albiac le siguió contestando desde la interpretación del texto griego del filósofo Parménides. Esta opción hizo más difícil la contrarréplica, ya que el debate se enquistó en un término lingüístico del que parecía difícil salir para hacer una verdadera comunicación.

Así, Pablo Domínguez apuntó otra línea más testimonial, "previo a la experiencia intelectual -manifestó- ha habido otra experiencia no contradictoria con ésta que es existencial, y eso es la Gracia. La Gracia es un modo de conocimiento. El mundo está lleno de cosas que no podemos tocar ni medir. La unidad de la que hablamos es el vestigio del saber acerca de Dios. Esa unidad que busco fuera la encuentro entre la Gracia que he recibido y la razón que busca".

Asimismo, afirmó: "Si sé que existe Dios, la vida se ve de un modo. Si no lo sé, veo el mundo de otro, y lo cierto es que son dos formas de ver la vida que me obligan a situarme. Las consecuencias de ambas dos son tan grandes, que no puede ser que este problema me deje indiferente".

En el turno de preguntas abiertas al público hubo varias anotaciones y temas comunes. Entre las preocupaciones comunes se expresó la posibilidad o imposibilidad de conocer la realidad, así como el tema del sufrimiento y la necesidad de encontrarle un sentido.

También hubo ocasión de que algún oyente expusiera su experiencia en referencia a la pregunta del debate y a que otro se preguntara por la vía de la oración como camino fiable para encontrar la realidad de Dios.

Ante eso, Pablo Domínguez concluyó: "La oración es escuchar. En esa contemplación uno descubre que Dios habla, y que cuando habla se le entiende. Sólo digo que eso lo he experimentado yo, que es real, que no les engaño, que no estoy haciendo ningún tipo de metáfora, que no les quiero llevar a mi terreno, que no gano nada, que lo digo porque lo vivo. Y porque lo vivo, lo digo”.

El Instituto Newman es un departamento de la Universidad Francisco de Vitoria que pretende poner en contacto la fe con la razón, la ciencia con la religión.
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viernes, 14 de noviembre de 2008

UNA ÓPTICA DIFERENTE

El cardenal Renato Martino nos conmina a abandonar la lógica económica del máximo beneficio. Comprobaréis cuánta relación guarda con el artículo anterior...

“Es necesario volver a pensar las reglas de una economía y de un sistema financiero que han olvidado poner en el centro de sus preocupaciones al hombre y al bien de toda la humanidad”. Así lo afirmó el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio "Justicia y Paz", a los micrófonos de Radio Vaticano el pasado viernes, al término de una reunión de expertos de varios países, convocada en la Santa Sede ante la crisis financiera mundial.

Esta reunión, que tuvo lugar en el Palacio de San Calixto de Roma, estuvo dirigida por Óscar de Rojas, director de la Oficina de la ONU para la financiación al desarrollo, del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, con vistas a elaborar propuestas para la próxima reunión a nivel mundial, convocada por la ONU en Doha (Qatar) para el miércoles 29 de octubre.

Según explicó el cardenal Martino, incluso en la crisis actual, los Gobiernos deben mantener los compromisos adoptados en temas de desarrollo. Lo que hay que cambiar es "la lógica del mercado".

Esta lógica, explicó, "era hasta ahora la de la máxima ganancia, y por tanto de las más inversiones posibles dirigidas a obtener el máximo beneficio. Y esto, según la Doctrina Social de la Iglesia, es inmoral", pues el mercado "debe poder beneficiar no sólo a quien pone el capital, sino también en quien participa a la hora de hacerlo crecer, es decir, a los que trabajan".

En este sentido, añadió el purpurado, “el colapso financiero de las últimas semanas nos ha inducido a reconocernos en una única humanidad", y expresó su confianza en que "estos eventos, que seguirán teniendo efectos sobre tantas vidas, nos hagan encontrar juntos un camino común para acrecentar el bienestar de todos los pueblos".
"Todos debemos colaborar al bien de todos. Esto es la globalización: el reflejo que tienen estas crisis en todo el mundo y, por otro lado, la necesidad que se impone de solidaridad con los países más pobres", añadió.

El purpurado recordó que, aún 8 años después de la Declaración del Milenio, "demasiadas familias siguen viéndose obligadas a emigrar, siguen estando oprimidas por la pobreza absoluta y siguen viviendo en países donde la deuda les hace imposible alcanzar el acceso a los servicios básicos, incluso al agua potable".

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

LA PREGUNTA DE MARTIKA

En esta ocasión nos pregunta Martika sobre las elecciones norteamericanas. Para poder leer su intervención, y para intervenir vosotros si así lo consideráis, tendréis que pinchar en "leer más", y a continuación en "comentarios". ¡Hasta ahora!

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EL SILENCIO DE LA IGLESIA

“Llama la atención que las autoridades de la Iglesia hablen tanto de algunas cosas y, sin embargo, de otros asuntos muy preocupantes para la gente, como es el caso de la crisis económica, no dicen ni palabra”. Así comienza un artículo firmado por José Mª Castillo y que recientemente me han enviado a mi dirección de correo electrónico. Cuesta bastante no empatizar con su contenido, y sin embargo a mí se me antoja bastante injusto -como vendré a demostrar con una intervención posterior-

El artículo dice así:

“Por supuesto, es arriesgado afirmar que el papa, los cardenales y los obispos, tantos como son, no hayan dicho nada sobre un asunto del que todo el mundo habla con preocupación y con angustia. Sin duda que el papa y los obispos han hablado del tema. Pero el hecho es que la opinión pública sabe perfectamente lo que la jerarquía piensa y dice sobre el aborto, la eutanasia, el divorcio, la homosexualidad, el uso de anticonceptivos, la asignatura de educación para la ciudadanía, etc, etc, mientras que la gente no tiene ni idea de lo que piensan los obispos sobre la crisis del sistema financiero, la quiebra de los bancos, la subida de los precios, el paro, las hipotecas basura, la “codicia” que, según el Comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea, Joaquín Almunia, está en la raíz de toda esta crisis, tan profunda, tan oscura, tan grave.

Es verdad que los asuntos relativos a la economía suponen conocimientos técnicos, que no están al alcance de todos, ni siquiera de los obispos que se supone son hombres bien formados y con buena preparación, para decir, como pastores de los fieles, lo que los creyentes deben pensar de los problemas que tienen en sus vidas y sus conciencias. Estamos de acuerdo en que, de economía, que hablen los economistas. Pero, si ese criterio es correcto, con idéntica razón habrá que decir que de biología, hablen los biólogos. ¿Por qué los obispos hablan con tanta seguridad sobre asuntos como las células madre, el final de la vida, los experimentos científicos con embriones o las fecundaciones in vitro, siendo así que la mayoría de los prelados saben de biología menos aún que lo que pueden saber de economía?

Sinceramente, me sospecho que el silencio de los obispos sobre los temas de economía no se debe a la ignorancia, sino a otras motivaciones más oscuras. ¿Por qué digo esto? Hace pocos días, el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering, decía sin rodeos: “No se pueden dar 700.000 millones (de dólares) a los bancos y olvidarse del hambre”. Porque esa cantidad tan asombrosa de dinero se les da a los ricos para que se sientan más seguros y tranquilos en su situación privilegiada, al tiempo que, como bien sabemos, ahora mismo hay más de 800 millones de seres humanos que tienen que subsistir con menos de un dólar al día, lo que supone vivir en condiciones infrahumanas y abocados a una muerte cercana y espantosa. Ahora bien, lo escandaloso es que los políticos denuncian esta atrocidad de la “economía canalla”, al tiempo que quienes se nos presentan como los representantes oficiales de Cristo en la tierra no levantan su voz contra semejante canallada.

Por supuesto, ni tengo soluciones para la situación crítica que estamos viviendo, ni soy quién para ofrecer tales soluciones. Lo único que puedo (y debo) decir es que en la Iglesia sobran funcionarios y faltan profetas. Y tengo la impresión de que, en este momento, para salir del lío en que nos hemos metido, más importante que la sabiduría de los gestores económicos es la audacia de los profetas que sean capaces de decir dónde se sitúa exactamente la codicia, que, como ya he dicho, es la raíz del desastre que estamos soportando.

Todos sabemos que la Iglesia denuncia la injusticia. Pero el problema está en que hace eso utilizando un lenguaje tan genérico como el del presidente Bush cuando exigía una justicia infinita. Nadie duda de las buenas intenciones del papa. Ni de su enorme personalidad y de su prestigio mundial. Pero el problema está en que el papa es el jefe supremo de una institución que está presente en el mundo entero. Y se esfuerza por mantener las mejores relaciones posibles con los responsables de la economía y de la política en cada país. Ahora bien, desde el momento en que la Iglesia ha tomado la opción de funcionar así, es imposible que ejerza la misión profética que tiene que ejercer en defensa de los pobres y las personas peor tratadas por la vida y por los poderes de este mundo.

Cualquier persona que lea los evangelios con atención sabe que Jesús no se comportó ante las autoridades y ante los ricos de su tiempo, como los dirigentes eclesiásticos se comportan hoy ante los responsables de esta economía canalla que está arruinando al mundo. Es evidente que las preocupaciones de Jesús eran muy distintas de las preocupaciones de la Iglesia actual. Tiene que producirse una catástrofe económica, como la que estamos viviendo, para darnos cuenta de por dónde van los verdaderos intereses de los “hombres de la religión”. Ellos tienen que utilizar el lenguaje de la justicia y la solidaridad, que es el que se lleva en estos tiempos, pero no se atreven a levantar la voz cuando temen que los intereses de la religión se pueden ver en peligro.

Así las cosas, la conclusión es clara: a la institución religiosa le preocupa más asegurar la estabilidad y el buen funcionamiento de la religión que dar la cara (con todas sus consecuencias) por quienes peor lo pasan en la vida. Y si ésta es la conclusión lógica, el resultado está a la vista: los ricos se sienten seguros, los pobres siguen hundidos en su miseria, y la religión con sus templos y sus funcionarios mantiene el tipo, aunque el tipo se vea cada día más viejo y con menos fuerzas”.

Supongo que os sugerirá algo que decir.
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sábado, 8 de noviembre de 2008

LA SUSTITUCIÓN DE JOAQUIM

En esta ocasión, la amable intervención de Joaquim ha permitido disimular mi aparente desidia. En realidad, estaba dedicándome yo a cuidar una buena alubiada para los míos, con motivo de la celebración de mi 58 cumpleaños... Gracias a él, tenéis aquí el texto del P. Cantalamessa correspondiente a este domingo, y podréis leerlo e intervenir si lo deseáis pinchando -como siempre- en "comentarios".

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¿REALMENTE EXISTE UN DERECHO AL ABORTO?

Vamos a abandonar de momento el tema del aborto con la presentación de este artículo aparecido en el blog del periodista digital y firmado por otro cristiano, José Ignacio González Faus, en el que mantiene que no existe un derecho al aborto en base a unos argumentos con los que se podrá o no estar de acuerdo, pero que no dejan de ser una muestra de aquello que decíamos sobre la libertad de conciencia.

El Sr. González Faus dice así:

“No existe un derecho al aborto. Ello no significa que legalmente no pueda haber una despenalización: en un Estado laico, ni un delito es un pecado, ni legal equivale a moral. La ley civil tiene como objetivo la convivencia, no la moral: no pretende entrar en las conciencias, sino regular conductas que afectan a la paz social. Por eso las leyes pueden penalizar cosas no inmorales (hablar por el móvil conduciendo) y no penalizar cosas inmorales (el adulterio). Pero una cosa es lo legalmente tolerado y otra lo moralmente permitido.

Nadie tiene derecho a eliminar una vida que está ya humanamente programada. Se busca moralizar el aborto arguyendo desde el "derecho al propio cuerpo" y los "derechos de la maternidad". Pero esos derechos (como casi todos) tienen un límite: nadie puede esgrimir un derecho contra el derecho de otro: de lo contrario, el violador tendría derecho a violar "porque se lo pide el cuerpo". Y la mujer, derecho a abortar hasta en el noveno mes (y echar luego los fetos a una trituradora como se hizo en Barcelona). La maternidad tampoco da derecho a la mutilación genital de una hija, ni a prostituirla para ganar dinero: pues el misterio de la maternidad consiste en esa maravilla de algo que, siendo en algún sentido propio, es a la vez extraño. Y lo es por su contextura vital, no por su tamaño o su edad.

Que "tengo derecho a hacer lo que quiera con mi cuerpo" lo he oído decir a más de un drogadicto. Y no: por nuestro que sea, el cuerpo merece también un respeto. Creerse con derecho a disponer de una vida indefensa solamente porque estorba no tiene nada que ver con una mentalidad de izquierdas, más bien es fascismo puro y duro. El afán de sustituir la expresión aborto por la más políticamente correcta de interrupción del embarazo quizá revele ya una mala conciencia no reconocida.

Repito que no hablo de leyes civiles sino de derechos morales. Para el legislador, será sin duda conveniente que lo legal quede amparado por valores morales. Pero todo el mundo sabe que cualquier valor moral tiene sus situaciones límite donde ni el veredicto es claro, ni los expertos coinciden ni el legislador tiene por qué tomar partido. Incluso quien considere inmoral el aborto deberá reconocer que cabe hablar de grados de inmoralidad,según se trate de un ser ya constituido como persona, o en marcha hacia esa constitución, o sólo programado para ser tal. Y debe saber que siempre hubo discusión sobre cuándo se dan esas fases: según Tomás de Aquino (y con su lenguaje), el alma humana no la infunde Dios hasta el tercer mes de la gestación: porque antes la materia "no está aún preparada para recibirla".

En este contexto, un cristiano deberá sentirse obligado al máximo respeto a la vida personal, y aplicarse ese principio a sí mismo, al margen de lo que la sociedad penalice o tolere. Así dará ejemplo de una fina sensibilidad humana, aunque pueda comprender que no todos acepten eso porque, ante las situaciones límite, también nuestra razón patina.

Pero eso no significa que la Iglesia tenga derecho a imponer su propia moral a través de leyes civiles, pues según san Pablo, una parte de la moral cristiana en lo que toca al cuerpo se funda en eso que llamamos la resurrección de la carne”.
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jueves, 6 de noviembre de 2008

EL "BEBÉ-ESPERANZA" ES VIDA, NO "MATANZA"

Aunque es un asunto sobre el que hemos debatido suficientmente y aunque mi opinión ya la conocéis, os expongo ahora la de Juan Masía Clavel (sj) para que comprobéis cómo dentro de la Iglesia y debidamente argumentadas por quienes las sostienen, en temas opinables cogen distintas versiones sobre algo, dentro del respeto absoluto a la libertad última de cada conciencia. Yo considero esta versión lo suficientemente interesante, y vosotros ya me diréis.

Una vez más la voz de los voceros de la Conferencia episcopal del estado español produce vergüenza ajena en la intelectualidad católica seria.

Decir que "el nacimiento de una persona ha venido acompañado de la destrucción de otras, sus propios hermanos, a los que se les ha privado del derecho fundamental a la vida", es un error garrafal, acreedor a un suspenso en biología, otro en ética y otro en teología.

Llamar "hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer", a los pre-embriones no implantados es otro error digno de suspenso en bioética.
Decir que en el bebé nacido se ha "conculcado su derecho a ser amado como un fin en sí mismo y a no ser tratado como medio instrumental de utilidad técnica", es un insulto a sus padres por el que el portavoz redactor de la nota debería pedirles perdón.

Se han repetido los fallos del documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, del 30 de marzo de 2006, que tanta vergüenza ajena nos produjo.

Decir que las criaturas nacidas por fecundación in vitro han sido producidas y no procreadas es una afirmación digna de otro suspenso en moral, teología y bioética.

Como creyentes y como estudiosos somos muchas las personas que sentimos pena y dolor por los malentendidos que producen estas afirmaciones episcopales mal asesoradas. Es natural que, con respeto, pero con firmeza y libertad de espíritu sintamos la obligación moral de disentir.


Reiteremos una vez más la enhorabuena a los padres de esa criatura a la que no se debe llamar "bebé-medicamento", sino "hermano esperanzador y dador de vida".

Respondiendo a quienes piden aclaraciones divulgadoras sobre el paso del cigoto al feto:

Concebir, en vez de concepción. Estar embarazada, en vez de embarazo. Dar a luz, en vez de nacimiento. Los verbos indican acción, proceso y duración.

Tras el encuentro del espermatozoide con el óvulo se inicia la fecundación, que dura más de 20 horas. El cigoto comienza la división celular, se llama mórula al tercer día, con 16 células. Entre el cuarto y séptimo día se prepara la anidación. En el blastocisto, a partir del día sexto, se esboza una masa celular interna (embrioblasto), que dará lugar al feto, y una capa exterior (trofoblasto) que será la placenta.

Con la implantación se completa la concepción al retener la mujer el óvulo fecundado hecho embrión.

El blastocisto posee individualidad meramente genética, pero aún no es un individuo multicelular. Dos pre-embriones pueden fundirse en uno o dividirse un pre-embrión en dos. Hacia el día 14 se forma el disco embrionario que, entre los días 15 y 18, se hace trilaminar. La aparición de la cresta primitiva, inicio del futuro sistema nervioso, es un primer umbral decisivo.

Entre la tercera a la octava semana la interacción embrio-materna es constitutiva de la nueva realidad, llamada feto a partir de la octava semana.

Ante un proceso como el alba no es posible trazar una línea nítida de antes y después del comienzo. Tendremos que contentarnos con expresiones como “no antes de…” o “no después de…”, “no antes de la tercera semana, no después de la octava”.

(Ver también El animal vulnerable, U. P. Comilas, 1997, cap. 4, La gratitud responsable, Desclée, 2004, cap. 9 y Bioética y Religión, ed. Síntesis, 2008, todos ellos publicados con la debida censura de la correspondiente autoridad eclesiástica).
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sábado, 1 de noviembre de 2008

UNA DOBLE FESTIVIDAD

Hoy y mañana son dos días muy señalados para los cristianos. Se celebran la festividad de Todos los Santos, y la conmemoración de los Fieles Difuntos. Todos ellos de uno u otro modo formaron parte de nuestra vida y algo nos transmitieron. Por ello, haciendo presente sobre el ara del altar las enseñanzas de cuantos nos precedieron, os sugiero que junto con ellas ofrezcamos hoy también nuestro compromiso de trabajar siguiendo su ejemplo, en la adquisición de alguna de las virtudes de las que -de entre las que ellos ostentaron- consideremos nos son más necesarias en nuestra realidad.

Para introducirnos un poco en ambas celebraciones, tenemos aquí el comentario semanal del P. Cantalamessa glosando las lecturas correspondientes al domingo XXXI del tiempo ordinario (Sabiduría 3, 1-9, Apocalípsis 21, 1-5, 6-7; y Mateo 5, 1-12) que dice así: .

“La fiesta de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos tienen algo en común y, por este motivo, han sido colocadas una tras otra. Incluso el pasaje evangélico es el mismo, la página de las bienaventuranzas. Ambas celebraciones nos hablan del más allá. Si no creyéramos en una vida después de la muerte, no valdría la pena celebrar la fiesta de los santos y menos aún visitar el cementerio. ¿A quién visitaríamos o por qué encenderíamos una vela o llevaríamos una flor?

Por tanto, todo en este día nos invita a una sabia reflexión: "Enséñanos a contar nuestros días -dice un salmo- y alcanzaremos la sabiduría del corazón". "Vivimos como las hojas del árbol en otoño" (G. Ungaretti). El árbol en primavera vuelve a florecer, pero con otras hojas; el mundo continuará después de nosotros, pero con otros habitantes. Las hojas no tienen una segunda vida, se pudren donde caen. ¿Nos pasa a nosotros lo mismo? Aquí termina la analogía. Jesús prometió: "Yo soy la resurrección y la vida, quien vive y cree en mí aunque muera vivirá". Es el gran desafío de la fe, no sólo de los cristianos, sino también de los judíos y de los musulmanes, de todos los que creen en un Dios personal.

Quienes han visto la película "Doctor Zivago" recordarán la famosa canción de Lara, la banda sonora. En la versión italiana dice: "No sé cuál es, pero hay un lugar del que nunca regresaremos...". La canción muestra el sentido de la famosa novela de Pasternac en la que se basa la película: dos enamorados que se encuentran, se buscan, pero a quienes el destino (nos encontramos en al tumultuosa época de la revolución bolchevique) separa cruelmente, hasta la escena final en la que sus caminos vuelven a cruzarse, pero sin reconocerse.

Cada vez que escucho las notas de esa canción, mi fe me lleva casi a gritar en mi interior: sí, hay un lugar del que nunca regresaremos y del que no querremos regresar. Jesús ha ido a prepararlo para nosotros, nos ha abierto la vida con su resurrección y nos ha indicado el camino para seguirlo con el pasaje de las bienaventuranzas. Un lugar en el que el tiempo se detendrá para dejar paso a la eternidad; donde el amor será pleno y total. No sólo el amor de Dios y por Dios, sino también todo amor honesto y santo vivido en la tierra.

La fe no exime a los creyentes de la angustia de tener que morir, pero la alivia con la esperanza. El prefacio de la misa de mañana dice: "Si nos entristece la certeza de tener que morir, nos consuela la esperanza de la inmortalidad futura". En este sentido hay un testimonio conmovedor que también se enmarca en Rusia. En 1972, en una revista clandestina se publicó una oración encontrada en el bolsillo de la chaqueta del soldado Aleksander Zacepa, compuesta poco antes de la batalla en la que perdió al vida en la segunda guerra mundial. Dice así:

¡Escucha, oh Dios! En mi vida no he hablado ni una sola vez contigo, pero hoy me vienen ganas de hacer fiesta. Desde pequeño me han dicho siempre que Tú no existes... Y yo, como un idiota, lo he creído.

Nunca he contemplado tus obras, pero esta noche he visto desde el cráter de una granada el cielo lleno de estrellas y he quedado fascinado por su resplandor. En ese instante he comprendido qué terrible es el engaño... No sé, oh dios, si me darás tu mano, pero te digo que Tú me entiendes...

¿No es algo raro que en medio de un espantoso infierno se me haya aparecido la luz y te haya descubierto?

No tengo nada más que decirte. Me siento feliz, pues te he conocido. A medianoche tenemos que atacar, pero no tengo miedo, Tú nos ves.

¡Han dado la señal! Me tengo que ir. ¡Qué bien se estaba contigo! Quiero decirte, y Tú lo sabes, que la batalla será dura: quizá esta noche vaya a tocar a tu puerta. Y si bien hasta ahora no he sido tu amigo, cuando vaya, ¿me dejarás entrar?

Pero, ¿qué me pasa? ¿Lloro? Dios mío, mira lo que me ha pasado. Sólo ahora he comenzado a ver con claridad... Dios mío, me voy... Será difícil regresar. Qué raro, ahora la muerte no me da miedo".

Al final le ha quedado un poco cursi, ¿no creéis?...
... ¡per unas cuantas verdades dice!, ¿no lo creéis así?...
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