jueves, 6 de noviembre de 2008

EL "BEBÉ-ESPERANZA" ES VIDA, NO "MATANZA"

Aunque es un asunto sobre el que hemos debatido suficientmente y aunque mi opinión ya la conocéis, os expongo ahora la de Juan Masía Clavel (sj) para que comprobéis cómo dentro de la Iglesia y debidamente argumentadas por quienes las sostienen, en temas opinables cogen distintas versiones sobre algo, dentro del respeto absoluto a la libertad última de cada conciencia. Yo considero esta versión lo suficientemente interesante, y vosotros ya me diréis.

Una vez más la voz de los voceros de la Conferencia episcopal del estado español produce vergüenza ajena en la intelectualidad católica seria.

Decir que "el nacimiento de una persona ha venido acompañado de la destrucción de otras, sus propios hermanos, a los que se les ha privado del derecho fundamental a la vida", es un error garrafal, acreedor a un suspenso en biología, otro en ética y otro en teología.

Llamar "hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer", a los pre-embriones no implantados es otro error digno de suspenso en bioética.
Decir que en el bebé nacido se ha "conculcado su derecho a ser amado como un fin en sí mismo y a no ser tratado como medio instrumental de utilidad técnica", es un insulto a sus padres por el que el portavoz redactor de la nota debería pedirles perdón.

Se han repetido los fallos del documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, del 30 de marzo de 2006, que tanta vergüenza ajena nos produjo.

Decir que las criaturas nacidas por fecundación in vitro han sido producidas y no procreadas es una afirmación digna de otro suspenso en moral, teología y bioética.

Como creyentes y como estudiosos somos muchas las personas que sentimos pena y dolor por los malentendidos que producen estas afirmaciones episcopales mal asesoradas. Es natural que, con respeto, pero con firmeza y libertad de espíritu sintamos la obligación moral de disentir.


Reiteremos una vez más la enhorabuena a los padres de esa criatura a la que no se debe llamar "bebé-medicamento", sino "hermano esperanzador y dador de vida".

Respondiendo a quienes piden aclaraciones divulgadoras sobre el paso del cigoto al feto:

Concebir, en vez de concepción. Estar embarazada, en vez de embarazo. Dar a luz, en vez de nacimiento. Los verbos indican acción, proceso y duración.

Tras el encuentro del espermatozoide con el óvulo se inicia la fecundación, que dura más de 20 horas. El cigoto comienza la división celular, se llama mórula al tercer día, con 16 células. Entre el cuarto y séptimo día se prepara la anidación. En el blastocisto, a partir del día sexto, se esboza una masa celular interna (embrioblasto), que dará lugar al feto, y una capa exterior (trofoblasto) que será la placenta.

Con la implantación se completa la concepción al retener la mujer el óvulo fecundado hecho embrión.

El blastocisto posee individualidad meramente genética, pero aún no es un individuo multicelular. Dos pre-embriones pueden fundirse en uno o dividirse un pre-embrión en dos. Hacia el día 14 se forma el disco embrionario que, entre los días 15 y 18, se hace trilaminar. La aparición de la cresta primitiva, inicio del futuro sistema nervioso, es un primer umbral decisivo.

Entre la tercera a la octava semana la interacción embrio-materna es constitutiva de la nueva realidad, llamada feto a partir de la octava semana.

Ante un proceso como el alba no es posible trazar una línea nítida de antes y después del comienzo. Tendremos que contentarnos con expresiones como “no antes de…” o “no después de…”, “no antes de la tercera semana, no después de la octava”.

(Ver también El animal vulnerable, U. P. Comilas, 1997, cap. 4, La gratitud responsable, Desclée, 2004, cap. 9 y Bioética y Religión, ed. Síntesis, 2008, todos ellos publicados con la debida censura de la correspondiente autoridad eclesiástica).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

“comprobéis cómo dentro de la Iglesia y debidamente argumentadas por quienes las sostienen, en temas opinables cogen distintas versiones sobre algo”…

¿Es así? o ¿se mantiene así mientras las opiniones vuelan por debajo del radar de la iglesia?

Adjunto unos textos de enero de 2006:

“calificar como "mitad cómico, mitad anacrónico" el debate eclesiástico sobre el uso del preservativo le ha costado al jesuita Juan Masiá Clavel (Murcia, 1941) la carrera universitaria y el secuestro de su último libro, Tertulias de Bioética. Manejar la vida, cuidar a las personas, editado por Sal Terrae”

“Hasta el pasado día 20, Masiá era director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid. Ese día, sin expediente previo, recibió una carta del rector de Comillas, José Ramón Busto, comunicándole su "cese antes de que acabe este fin de enero”.

“las presiones ejercidas por una parte de la jerarquía eclesiástica estarían detrás del cese del jesuita Juan Masiá Clavel como director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid la pasada semana.”

“El jesuita murciano, que este mes de marzo cumplirá 65 años, también dejará completamente de desarrollar su labor docente en Comillas al finalizar el presente curso académico. Su sustituto al frente de la Cátedra podría darse a conocer el 15 de febrero.”

“Juan Masiá, que ocupaba la dirección desde febrero de 2004, rechazó la posibilidad planteada por sus superiores de flexibilizar sus opiniones, orales y escritas, sobre cuestiones bioéticas y de renunciar a divulgarlas a través de los medios de comunicación, lo que ha precipitado su cese”

Hombre, ha pasado algo de tiempo, y yo a este señor no lo conozco, pero me ha resultado un ejemplo clarificador de que en la iglesia, no cabe todo el mundo… al menos no aquellos que no estén dispuestos a quedarse calladitos…

¿no?

Anónimo dijo...

Tiene su cosa que cites a Masiá. Su blog “Vivir y pensar en la frontera” es fiel reflejo de la realidad: si da un pasito más le dejarán al otro lado de la línea divisoria (espero que no pierda el equilibrio). Pero gracias, de los espaldas mojadas podemos aprender mucho (al menos a pensar).

Anónimo dijo...

Me habéis pillado unos días fuera, pero ya estoy aquí.

Supongo que en la trayectoria personal y profesional de este hombre habrá habido y habrá valiosas aportaciones. Si ha llegado hasta aquí -además- será porque no se le ha impedido para nada pensar.

Pero reconoceréis que no es admisible que el Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas mantenga y manifieste públicamente que el debate eclesiástico sobre el uso del preservativo es "mitad cómico, mitad anacrónico".

Por lo demás, y aunque la noticia diga que se ha hecho efectiva la destitución sin aviso previo, lo cierto es que el Sr. Masiá fue conminado a “flexibilizar sus opiniones, orales y escritas, sobre cuestiones bioéticas y a renunciar a divulgarlas a través de los medios de comunicación” y que parece ser que fue precisamente su negativa lo que precipitara su cese.

Ésa suele ser la postura habitual de la Iglesia; pero ésa no es la cuestión.

La cuestión es que en la Iglesia pensamos como Iglesia, y lo que ésto supone es que en nuestro pensamiento ha de encontrarse un halo común que realmente se corresponde con el contenido de la revelación.

¡Fijaos bien!: No digo “que realmente se corresponda”, sino “que realmente se corresponde” con el contenido de la revelación.

No es que lo revelado condicione nuestras opiniones, ni que nuestros descubrimientos científicos hayan de verse por ello mermados.

Se trata de que en cuantos resultados con ellos obtengamos, pueda comprobarse que realmente resplandece en el conjunto de lo observable, la luz de la verdad.

Nadie va a negarle a un científico los resultados de observaciones propias de su disciplina; pero lo que no hace la Iglesia es analizarlos desde su misma óptica ni con sus mismos métodos (lo cual sea probablemente lo que condicione su valoración).

Todo ésto sin considerar que la Iglesia es una institución compuesta por hombres -y por lo tanto falible-, y sin considerar tampoco las dosis de orgullo que puedan subyacer en cada planteamiento individual.

La cuestión que la responsabilidad es del Magisterio, y que en el ejercicio de la misma la Iglesia realiza lo que considera oportunas correcciones.

Pero nunca olvidemos que sobre la Iglesia y por encima de nuestras deficiencias actúa el Poder del Espíritu de Dios, y que será Él precisamente, quien a lo largo de la historia consiga la unidad en la diversidad, y quien nos lleve a la Verdad completa.

Sea por siempre bendito y alabado.