martes, 18 de noviembre de 2008

"¿SE PUEDE SABER SI DIOS EXISTE?"

Es éste un debate entre seis intelectuales acogido en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, y que a mí me apetece participaros en la convicción de que suscitará también vuestro interés.

Quienes respondieron favorablemente a la pregunta (los creyentes) fueron Pablo Domínguez, decano de la Facultad de Teología de San Dámaso; Salvador Antuñano, profesor de la Universidad Francisco de Vitoria; y Víctor Tirado, profesor de la facultad de Teología de S. Dámaso.

La respuesta negativa fue ofrecida por Gabriel Albiac, catedrático de filosofía en la Universidad Complutense; Diego Carcedo, periodista y escritor; y Javier Alberdi, matemático y filósofo.

El debate fue organizado el 5 de noviembre por el Instituto John Henry Newman de esa Universidad.

A favor

"Sólo hay un modo válido de responder en positivo sobre esta cuestión que se nos plantea: sabiendo que Dios existe. Y esto implica ya una ventaja existencial y epistemológica para nuestro equipo sobre el otro", afirmó Antuñano, rompiendo el hielo de la discusión.

"Pues bien -prosiguió--, cuando alguien dice: ‘Yo sé que Dios existe', es evidente que no lo dice como quien ve los colores de las cosas o como quien ha hecho una suma o una deducción lógica. Lo dice como quien conoce las cosas en un nivel existencial y, además, en una relación que tiene que ver de alguna forma con la amistad, la filiación, el amor. Lo sabe por experiencia".

Para dar razones de estos enunciados el profesor Antuñano expuso que el conocimiento de Dios tiene un fuerte carácter subjetivo, porque en ese conocimiento está Implicada la propia persona, pero que esto no significa que se confunda esta creencia con una autosugestión por parte del sujeto, una proyección interna de sus propias ideas y deseos que termina generando la ilusión ficticia de un ser imaginario llamado Dios.

"Por eso -añadió-, saber que Dios existe tiene también un carácter objetivo: hay una alteridad real en ese conocimiento. No todo lo que puede proyectar un hombre coincide necesariamente con lo que Dios es, o como descubre que Dios es. Más aún, hay veces que lo que uno proyecta es exactamente lo contrario a lo que descubre cuando sabe que Dios existe. Una pura invención mía no puede en realidad dejarme satisfecho, el autoengaño dura poco, y genera frustración, tristeza, y hasta violencia".

El profesor concluyó diciendo que este conocer a Dios es evidentemente mucho más que un mero conocimiento empírico, mucho más que el conocimiento matemático o lógico o científico y por supuesto es muchísimo más que una opinión opinable: es el conocimiento cierto y convencido de alguien a quien se ama porque se ha sentido su caricia de amor en la propia vida.

Tras esta intervención, Víctor Tirado invitó a la audiencia a seguir la pregunta del debate hasta el fondo y analizar lo que hay detrás del término Dios.

Así, afirmó que aunque había muchos caminos para señalar la existencia de Dios sólo iba a apuntar uno: "El hombre es una paradoja y eso se puede comprobar en la propia conciencia. Todos tenemos el dilema entre lo que somos y nos gustaría ser. El Bien no se adviene a aquello que desearíamos que fuera, es una idea de Bien trascendente, y de esto todos tenemos experiencia".

En esa línea siguió Pablo Domínguez, el último en intervenir de la mesa de los creyentes, quien afirmó que en el mundo de la no creencia también había vestigios de creencia, también había estupor por la perfección del universo y también se elevaba la mirada para encontrar el origen de tanta armonía. Fue el único, junto Javier Alberdi, que puso su experiencia sobre la mesa.

Así, concluyó que la vivencia de quien se ha encontrado con Dios no es meramente sentimental, sino racional; y que tiene el convencimiento de que es mucho más lo que desconocemos de Dios que lo que sabemos, y que esto último es sólo posible porque Dios se ha dado a conocer.

En contra

Gabriel Albiac, antes de nada, aclaró que no se puede demostrar la no existencia de algo, y que la comprobación viene siempre por parte del que afirma la existencia "Toda afirmación es falsa mientras no se demuestre lo contrario".

En esta directriz, declaró que él era ateo, no en el sentido de esforzarse en demostrar la no existencia de Dios, sino en el convencimiento de que todo enunciado que contenga la palabra Dios pertenece a la creencia, al igual que cualquier término que contenga un valor del Absoluto. Después presentó una explicación erudita sobre el concepto de Ser en el poema de Parménides.

Por su parte, Javier Alberdi expuso su experiencia. Narró cómo un día, siendo estudiante de 2º curso de Teología, se dio cuenta de que Dios había entrado a formar parte de aquello desconocido, y cómo Jesús se había despojado de todo rango divino, para él. Esa misma vivencia volvió a sentirla a la muerte de su padre. Desde entonces se esfuerza por aceptar la vida como es, como el valor máximo, sabiendo que morirá y no habrá nada más.


Problema ontológico y experiencia testimonial

Tras esta primera ronda, Víctor Tirado retó a Gabriel Albiac a no reducir un problema ontológico, como el de Dios, a uno nominal "El conocimiento es experiencia, intuición de lo real ¿Cómo es posible que haya ser? A Dios hay que ir desde el mundo, desde lo que somos".

A lo que Albiac le siguió contestando desde la interpretación del texto griego del filósofo Parménides. Esta opción hizo más difícil la contrarréplica, ya que el debate se enquistó en un término lingüístico del que parecía difícil salir para hacer una verdadera comunicación.

Así, Pablo Domínguez apuntó otra línea más testimonial, "previo a la experiencia intelectual -manifestó- ha habido otra experiencia no contradictoria con ésta que es existencial, y eso es la Gracia. La Gracia es un modo de conocimiento. El mundo está lleno de cosas que no podemos tocar ni medir. La unidad de la que hablamos es el vestigio del saber acerca de Dios. Esa unidad que busco fuera la encuentro entre la Gracia que he recibido y la razón que busca".

Asimismo, afirmó: "Si sé que existe Dios, la vida se ve de un modo. Si no lo sé, veo el mundo de otro, y lo cierto es que son dos formas de ver la vida que me obligan a situarme. Las consecuencias de ambas dos son tan grandes, que no puede ser que este problema me deje indiferente".

En el turno de preguntas abiertas al público hubo varias anotaciones y temas comunes. Entre las preocupaciones comunes se expresó la posibilidad o imposibilidad de conocer la realidad, así como el tema del sufrimiento y la necesidad de encontrarle un sentido.

También hubo ocasión de que algún oyente expusiera su experiencia en referencia a la pregunta del debate y a que otro se preguntara por la vía de la oración como camino fiable para encontrar la realidad de Dios.

Ante eso, Pablo Domínguez concluyó: "La oración es escuchar. En esa contemplación uno descubre que Dios habla, y que cuando habla se le entiende. Sólo digo que eso lo he experimentado yo, que es real, que no les engaño, que no estoy haciendo ningún tipo de metáfora, que no les quiero llevar a mi terreno, que no gano nada, que lo digo porque lo vivo. Y porque lo vivo, lo digo”.

El Instituto Newman es un departamento de la Universidad Francisco de Vitoria que pretende poner en contacto la fe con la razón, la ciencia con la religión.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"Sólo hay un modo válido de responder en positivo sobre esta cuestión que se nos plantea: sabiendo que Dios existe.”
Con eso lo dice todo. Tal y como antes todo el mundo sabía que sacrificando una virgen, las lluvias llegarían…

“Una pura invención mía no puede en realidad dejarme satisfecho, el autoengaño dura poco, y genera frustración, tristeza, y hasta violencia".
Bueno, durar, lo que se dice durar, es bien capaz de durar miles de años.

¿de verdad siguen insistiendo con la misma pregunta?

Saludos

Anónimo dijo...

Los sentimientos de amor y odio, por poner un ejemplo, ni los vemos ni los podemos medir. ¿Es posible por tanto que tampoco existan y no sean más que una ilusión?

Anónimo dijo...

¿es posible que solo sean manifestaciones de Eros y la Diosa del río Estigia del inframundo Styx?

Anónimo dijo...

No, es más como navegar entre Escila y Caribdis.

Anónimo dijo...

Os prometo que mañana os contesto. La cuestión es que he estado otra vez "malilla", y no puedo meterme en el blog cuantas veces quisiera.

Ayer a la noche, y en papel (que no con el ordenador, puesto que la postura es lo que supone mi mayor problema), he escrito esta ¿poesía en prosa se podría llamar? que ahora cuelgo.

¿Me disculpáis, entonces?...

Anónimo dijo...

Tienes razón, Hola. El tema se podía centrar en la primera frase que has elegido.

En cuanto a la pregunta que planteas, te diré que sí: que personas de toda época y civilización, y a lo largo de toda la historia de la humanidad, se han venido planteando con las solas luces de su razón la existencia de Dios, precisamente porque sin Él no seríamos, y porque siendo Dios más consustancial a nosotros que nosotros mismos, su conocimiento se nos hace una necesidad..

Éste conocimiento se nos adviene por medio de la Gracia, que es una participación del modo de vida divino que plenifica en el alma humana su capacidad de conocer a Dios y su bondad ontológica por medio de la virtud de la fe, de conocer su conveniencia para nosotr@s mism@s por medio de la virtud de la esperanza, y la de elegirle como fin último y de actuar en consecuencia por medio de la virtud de la caridad.

Si algo no se entiende me lo decís, y si queréis que lo ampliemos podríamos hacerlo a través de un artículo con posterioridad.

Pero de momento lo que vamos a decir, es que para conocer a Dios previo y necesario es que se nos haga patente, y para ello que nuestra naturaleza -y con ello nuestra capacidad de comprensión- nos sea elevada mediante la participación en la Gracia -concretamente en la Gracia creada de Jesús de Nazaret-.

A ella tod@s tenemos acceso, puesto que El Cristo la adquirió para toda la humanidad, pero para participar en ella, hay que querer previamente participar, y. esta posibilidad se elimina con los prejuicios, que es precisamente a donde yo quería llegar...

Veréis:

Lo que con la frase que has elegido se nos dice, querido Hola, es que cuando queremos hablar de la existencia Dios -como cuando hablamos de cualquier otra cosa, claro está- hemos de hacerlo desde el conocimiento.

Pero cuando hablamos propiamente de dar a conocer esa existencia -que no es lo mismo- una cosa es tener una idea de lo que queremos transmitir, y otra tener un prejuicio.

De Dios no se puede hablar sino en base a un conocimiento certero de Él que se nos alcanza bajo el influjo de la Gracia, y que contando con nuestra voluntad se fomenta mediante su trato.

Cuando ésto es así, nuestro conocimiento se expande: es algo que transfigura nuestra percepción y que, como decía uno de los ponentes, nos exige a nosotros mismos y por nuestra propia conveniencia, posicionarnos.

No tratamos sino de hablar de esta experiencia, sabedores como somos tanto de su existencia como de su virtualidad, pero no es un afán colonizador sino una llamada a la Buena Nueva que nos alcanzó Jesucristo.

Por lo demás, y como decía Joaquim, hay cosas que por no tangibles, ni son una ilusión ni tampoco un prejuicio...

Y por último, no tengo ni idea de lo que decís en vuestras dos últimas intervenciones. Se ve que no ando muy bien de geografía...

Anónimo dijo...

Qué difícil explicar según qué cosas ¿verdad?, pero te ha salido un texto muy hermoso.

Nuestras dos últimas intervenciones son sólo un modo divertido de abundar en las propias posiciones. Hola mantiene que cuando divagamos sobre cuestiones que no conocemos lo hacemos sólo en el ámbito de nuestra imaginación y que, por lo tanto, no existen, lo mismo que ese inframundo separado del nuestro por el río Estigia. Pero le dejaré que te explique, si quiere, sus pesadillas con la diosa Styx.

Escila y Caribdis son dos islotes de roca (dos horribles monstruos encantados) entre los que tuvo que navegar Ulises en su viaje de retorno a Ítaca, en uno de los capítulos más recordados de la Odisea. Se dice en la Odisea que la navegación en aquel lugar es peligrosísima (una especie de Cabo de Hornos literario); por extensión, la expresión alude a cuando nos encontramos ante una situación de difícil solución. Ahora bien, ¿qué es lo que tiene difícil solución? ¿La demostración de la existencia de Dios? Para un creyente es bastante irrelevante. Lo difícil es tanto pretender tener una comprensión autorizada o cerrada de Dios como comunicar la experiencia de Dios a quien no tiene tal necesidad vital.

Anónimo dijo...

Solo apoyarme en lo que dice Joaquim, en su mayor parte las últimas intervenciones aportaban una nota de humor, y quedan bien explicadas por él, aunque mi posición y sorpresa con la pregunta que aun se sigue haciendo la gente, Dorota, iba referida a la pregunta que titula el artículo… Por mi parte, y en general, decir que la insistencia no tiene mayor sentido, y que coincido plenamente con la última frase de Joaquim.
Saludos, y se mejoren pronto.

Anónimo dijo...

Yo también lo hago, querido Hola. Pero quiero deciros que si realmente siento orgullo de algo en mi pretensión de mantener vivo el blog, es de poder contar con vuestra participación.

Realmente clarificadoras estas dos últimas.

Anónimo dijo...

Solo un último apunte, mi intervención defendía que:
"sobre cuestiones que no conocemos lo hacemos sólo en el ámbito de nuestra imaginación y que, por lo tanto", el mero hecho de así hacerlo, no demuestra su existencia (y no: "no existen" como apuntaba Joaquim)...
Saludos