jueves, 30 de octubre de 2008

LOS MATRIMONIOS HOMOSEXUALES Y LA IGLESIA: ANÁLISIS DE UNA NUEVA SITUACIÓN.

A mis efectos, éste es un interesante artículo para protagonizar nuestro debate semanal. Supongo que aunque coexistan posturas de distinto tipo dentro de la Iglesia y aunque oficialmente dentro de la Iglesia no se reconozcan, para estas alturas habrán de estar ya realizándose estudios que vayan más allá de las meras soflamas y conjeturas, ante la nueva situación. Por mi parte yo estoy convencida de que veremos tiempos mejores, por supuesto desde la aceptación de que en la Iglesia cogemos todos.

Douglas Laycock, Anthony R. Picarello Jr., y Robin Fretwell Wilson publicaba una recopilación de textos de eruditos en derecho en un forum financiado por el Becket Fund for Religious Liberty. En el libro "Same Sex Marriage and Religious Liberty: Emerging Conflicts" (Matrimonio del Mismo Sexo y Libertad Religiosa: Conflictos Emergentes" (Rowman and Littlefield), los colaboradores explicaban qué tipo de conflictos pueden tener lugar al establecerse el derecho al matrimonio del mismo sexo.

En su aportación, Marc D. Stern, director adjunto del Congreso Judío Americano, apunta que las instituciones religiosas tienen el deber de "extender la fe" tanto entre sus creyentes como entre otros. "¿Se podrá seguir hablando sin restricciones contra el matrimonio del mismo sexo?", preguntaba.

Stern observaba que, ya en Canadá, las quejas aceptadas en las comisiones provinciales y federales de derechos humanos han llevado a sentencias contra ministros y otros que han criticado públicamente la homosexualidad.

Aunque el derecho a la libertad de expresión es más fuerte en Estados Unidos que en Europa u otros países, Stern expresaba su preocupación, sin embargo, de que las leyes de discriminación sexual puedan extenderse con facilidad a las expresiones que se opongan al matrimonio del mismo sexo.

Instituciones católicas

Stern también planteaba la cuestión de qué ocurrirá con los empleados de las agencias e instituciones de la Iglesia. Las últimas sentencias de los tribunales han obligado a las instituciones católicas a proporcionar cobertura sanitaria para anticonceptivos, de manera que podrían aumentar los problemas para las iglesias cuando se trate de empleados que entren en matrimonios del mismo sexo.

Las agencias de asesoría matrimonial, las clínicas psicológicas y otros servicios similares ofrecidos por las iglesias, pueden tener dificultades a la hora de obtener licencias del gobierno, si adoptan una postura en contra del matrimonio del mismo sexo, advertía Stern. Además, muchas agencias de la iglesia reciben financiación del gobierno, lo que podría ponerles en dificultades si se oponen al matrimonio del mismo sexo.

Stern concluía su escrito diciendo que quienes se oponen al matrimonio del mismo sexo se verán afectados si éste se legaliza y, basándose en las actuales leyes, hay grandes dudas de que quienes disientan sean capaces de escapar a las consecuencias legales.

Jonathan Turley, profesor en la Universidad George Washington, sostenía que la jurisprudencia del Tribunal Supremo en el área de las prácticas discriminatorias con base religiosa "es hoy desgraciadamente confusa y contradictoria".

El Tribunal ha permitido, por ejemplo, que el gobierno castigue a algunos grupos por sus prácticas religiosas mediante la denegación de la exención de impuestos. Por otro lado, no obstante, ha reconocido el derecho a la libertad de expresión y asociación para algunos otros.

"El matrimonio del mismo sexo nos pone una vez más ante este inherente conflicto entre el ejercicio de los derechos de la Primera Enmienda y la aplicación por parte del gobierno de una política de no discriminación que penaliza los puntos de vista discriminatorios", observaba Turley.

Contradicción

Turley comentaba la contradicción entre decir a una organización que puede oponerse a la homosexualidad en sus enseñanzas, pero, en cambio, debe estar dispuesta a contratar homosexuales en sus agencias.

Aparte de negar la exención de impuestos los tribunales pueden imponer un arsenal de penas a las organizaciones que sean consideradas discriminatorias. En California, el tribunal supremo del estado mantuvo el que se negara un lugar de atraque en Berkeley a los Boy Scouts por la oposición de la organización a la homosexualidad.

Charles J. Reid, Jr., profesor de derecho en la Universidad de St. Thomas, reflexionaba sobre la relación entre la religión, el derecho y el estado. Sostenía que el derecho enseña valores a través de comportamientos que sanciona y otros que prohíbe.

El cristianismo jugó un papel clave en la determinación del derecho matrimonial, no sólo en Europa desde la Edad Media, sino también en Estados Unidos, explicaba Reid. De hecho, desde el siglo XX hasta hace pocas décadas, era aceptable en círculos legales referirse al matrimonio como algo traído a la existencia por la guía divina.
Durante muchos siglos, el matrimonio fue visto como una institución que desempeñaba un papel primario en el ordenamiento de la sociedad y se consideraba sumamente importante para el bienestar social. Además, se concebía el matrimonio no como una creación del estado, sino como una institución que precedía al estado.

El matrimonio, observaba Reid, ha sido ahora desacralizado, pero al hacerlo hemos acabado teniendo un extendido divorcio y un alta incidencia de nacimientos fuera del matrimonio.

Lecciones

Otra consecuencia es el razonamiento legal presente en la sentencia del Tribunal Supremo de Massachusetts al legalizar el matrimonio del mismo sexo. Sobre la relación del matrimonio con el estado el tribunal escribía: "Simplemente, el gobierno crea el matrimonio civil".

El cómo la sociedad estructura las leyes que rigen el matrimonio, el compromiso y el cuidado de los hijos, transmite valores sobre estos aspectos vitales de nuestras vidas. El actual debate sobre el matrimonio es en parte una batalla sobre la lecciones que son apropiadas para que la ley las enseñe, concluía Reid.

En su conclusión al volumen, Douglas Laycock, profesor de derecho en la Universidad de Michigan, observaba que quienes habían hecho las aportaciones para el mismo tenían puntos de vista diversos sobre el matrimonio del mismo sexo y la religión, pero todos están de acuerdo en que el matrimonio del mismo sexo es una amenaza a la libertad religiosa.

Quienes apoyan el matrimonio del mismo sexo exigen no sólo el reconocimiento legal y no sólo tolerancia del sector privado, sino también el reconocimiento y el apoyo afirmativo tanto del sector público como del privado. Algunos incluso buscan suprimir cualquier expresión pública de desaprobación, añadía Laycock.

Observaba que las experiencias pasadas de conflictos sobre temas culturales en Estados Unidos es que una vez que las innovaciones importantes han sido aseguradas, esto suele conducir a nuevas exigencias dirigidas contra los focos remanentes de resistencias.

Una solución, proponía Laycock, puede ser dejar el matrimonio a las iglesias, mientras que gobierno se reservar las uniones civiles. Incluso esta solución, reconocía, no resolvería del todo los problemas.
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domingo, 26 de octubre de 2008

LA FELICIDAD IMPOSIBLE

La felicidad del pasado se recuerda; la felicidad del presente se pretende, y la felicidad del futuro se proyecta para el porvenir. Sin embargo y como decíamos en una intervención anterior, la felicidad no es algo que deba perseguirse por ella misma, ni que quepa alcanzarse si no es en relación.

¿Y en relación con qué, os preguntaréis?... Pues bien: en relación con “lo amado”, de cuya posesión la felicidad deriva.

En ese sentido nos resulta admisible decir que perseguir la felicidad es un imposible, lo cual no quiere decir que perseguirla como efecto de nuestros actos no sea precisamente lo que justifique su persecución.

Las cosas así, diremos que la causa de nuestra felicidad podría estribar en el acierto de nuestras opciones, por lo que tener conocimiento de las posibles tiene a nuestros efectos una importancia primordial.

Es en este punto precisamente donde acabaremos ligando fe y felicidad.

Decíamos en la 4ª PREGUNTA REALIZADA, que la fe y la felicidad eran dos motivos para actuar. Que motivados por la primera y a través de los efectos de nuestros actos, se adquiría una condición (la de creyente), y que motivados por la segunda –y también a base de la repetición de actos y por los efectos de los mismos- se consolidaba un estado (el de la felicidad).

Pero ambas posibilidades son externas a nostr@s mism@s, y únicamente participamos de ellas en base a nuestra convicción.

Quiere ésto decir que para poder experimentar la fe -como también para poder experimentar la felicidad y para llegar a experimentar el amor- debemos querer experimentarl@s, y para ello nos es preciso conocer previamente un proyecto en el que creer, y un modelo a quien imitar.

Esta posibilidad existe, y así, siendo nuestros actos “similares” a los de nuestro modelo (Cristo), y confiando plenamente como proyecto en que se cumpla en nosotros (como en su caso) la voluntad de Dios, experimentamos una paz y una felicidad que proviene de la posesión de “lo auténticamente amado” (el Amor), una situación ésta que aunque en nuestra vida terrenal aún no es estable, por cuanto que somos ya conocedores de la misma sí que “ilumina” positivamente nuestras opciones, y motiva ciertamente nuestro transitar.

Sólo hasta aquí llega mi análisis de una felicidad que considero no sólo posible, sino deseable.
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sábado, 25 de octubre de 2008

LA ACLARATORIA INTERVENCIÓN DE JOAQUIM

Tenéis en esta ocasión una intervención que da muchísima luz sobre la existencia o no del infierno. Nos llega de la mano de Joaquim. Como en otras ocasiones, para leer su contenido y para intervenir en ella si lo deseáis, tendréis que clickar en "comentarios". Os la recomiendo vivamente

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lunes, 20 de octubre de 2008

CURAR A LOS ENFERMOS, PERO SIN ELIMINAR A NADIE

El sábado estuve viendo La Noria, y -dentro del programa- escuchando al P. Apeles opinando sobre el tema del uso de bebés-medicamento. Cuando comencemos a charlar sobre ello os diré cuáles fueron sus opiniones, pero de momento os voy a dar a conocer –supuesto que no la hubierais tenido aún a vuestro alcance- la nota de los obispos españoles sobre este tema. Dice así:

Nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española. Aclaraciones sobre los hechos implicados en el nacimiento del llamado primer “Bebé Medicamento”

“El pasado 12 de octubre nació en Sevilla el primer bebé seleccionado para curar a su hermano, que sufre una enfermedad hereditaria, la beta-talasemia major, anemia congénita severa que le obliga a someterse a constantes transfusiones sanguíneas.

Mediante la técnica utilizada, el diagnóstico genético preimplantacional, los embriones obtenidos a través de la fecundación in vitro son examinados para seleccionar aquellos que no sean portadores del factor genético que puede dar lugar al desarrollo de la enfermedad heredada. Entre los seleccionados, se implantan en el útero materno aquellos embriones que presentan el perfil de compatibilidad genética más adecuado con el hermano enfermo. Los demás son destruidos o congelados.

Conviene aclarar al respecto las implicaciones morales que no han sido señaladas estos días por algunos medios de comunicación social.

Se ha puesto el énfasis en la feliz noticia del nacimiento de un niño y en la posibilidad de la curación de la enfermedad de su hermano. Expresada así, la noticia supone un motivo de alegría para todos. Sin embargo, se ha silenciado el hecho dramático de la eliminación de los embriones enfermos y eventualmente de aquellos que, estando sanos, no eran compatibles genéticamente.

El nacimiento de una persona humana ha venido acompañada de la destrucción de otras, sus propios hermanos, a los que se les ha privado del derecho fundamental a la vida.
Se ha calificado el hecho como un éxito y un progreso científico. Sin embargo, someter la vida humana a criterios de pura eficacia técnica supone reducir la dignidad de la persona a un mero valor de utilidad. Los hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer han sido desechados por no ser útiles desde la perspectiva técnica, violando así su dignidad y el respeto absoluto que toda persona merece en sí misma, al margen de cualquier consideración utilitarista. Por su parte, el hermano que finalmente ha nacido ha sido escogido por ser el más útil para una posible curación. Se ha conculcado de esta manera su derecho a ser amado como un fin en sí mismo y a no ser tratado como medio instrumental de utilidad técnica.

Conviene recordar a este respecto el documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, del 30 de marzo de 2006, Algunas orientaciones sobre la ilicitud de la reproducción humana artificial y sobre las prácticas injustas autorizadas por la ley que la regularán en España, que señala la injusticia que se comete con los seres humanos producidos en el laboratorio, al ser tratados “como un mero producto conseguido por el dominio instrumental de los técnicos”. “La dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados (…). Por tratarse de una relación puramente personal –no instrumental- la procreación es conforme a la dignidad personal del niño procreado, que viene así al mundo como un don otorgado a la mutua entrega personal de los padres”. Respecto a la práctica de la que hoy hablamos, se dice también en el mismo documento: “Los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables. Es cierto: hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar nunca para ello a nadie. La compasión bien entendida comienza por respetar los derechos de todos, en particular, la vida de todos los hijos, sanos y enfermos”.

El hecho feliz del nacimiento de un bebé sano n o puede justificar la instrumentalización a la que ha sido sometido y no basta para presentar como progreso la práctica eugenésica que ha supuesto la destrucción de sus hermanos generados in vitro.

La Iglesia desea prestar su voz a aquellos que no la tienen y a los que han sido privados del derecho fundamental a la vida.

Con estas aclaraciones no se juzga la conciencia ni las intenciones de nadie. Se trata de recordar los principios éticos objetivos que tutelan la dignidad de todo ser humano.

Madrid, 17 de octubre de 2008”

A partir de este momento, queda abierto el debate.

Os espero.
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sábado, 18 de octubre de 2008

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

A la vista de los comentarios habidos sobre su homilía anterior, con gran interés incluyo la correspondiente al domingo XXIX del tiempo ordinario. Si os parece, podríamos nosotros seguir haciendo nuestras propias interpretaciones como en el caso anterior. Las lecturas correspondientes (por si las queréis manejar) son Isaías 45, 1.4-6; 1ª Tesalonicenses 1, 1-5b, y Mateo 22, 15-21, y las palabras del P. Cantalamessa dicen así:

“El Evangelio de este domingo termina con una de aquellas frases lapidarias de Jesús que han dejado una marca profunda en la historia y en el lenguaje humano: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No más: o César o Dios, sino: uno y otro, cada uno en su lugar. Es el comienzo de la separación entre religión y política, hasta entonces inseparables en todos los pueblos y regímenes. Los hebreos estaban acostumbrados a concebir el futuro reino de Dios instaurado por el Mesías como una “teocracia”, es decir, como un gobierno dirigido por Dios en toda la tierra a través de su pueblo. Ahora en cambio, la palabra de Cristo revela un reino de Dios que “está” en el mundo pero que no “es” de este mundo, que camina en una longitud de onda distinta y que, por ello, coexiste con cualquier otro régimen, sea de tipo sacro o “laico”.

Se revelan así dos tipos cualitativamente diversos de soberanía de Dios en el mundo: la “soberanía espiritual” que constituye el reino de Dios y que ejerce directamente en Cristo, y la “soberanía temporal” o política, que Dios ejerce directamente, confiándola a la libre elección de las personas y al juego de las causas segundas.

César y Dios, sin embargo, no están al mismo nivel, porque también César depende de Dios y debe rendirle cuentas. “Dad a César lo que es de César” significa, por tanto: “Dad a César lo que 'Dios mismo quiere' que le sea dado a César”. Dios es el soberano de todos, César incluido. No estamos divididos entre dos pertenencias, no estamos obligados a servir “a dos señores”. El cristiano es libre de obedecer al Estado, pero también de resistir al Estado cuando éste se pone contra Dios y su ley. En este caso, no vale invocar el principio del orden recibido de los superiores, como suelen hacer ante los tribunales los responsables de crímenes de guerra. Antes que a los hombres, hay que obedecer a Dios y a la propia conciencia. Ya no se puede dar a César el alma que es de Dios.

El primero en sacar conclusiones prácticas de esta enseñanza de Cristo fue san Pablo. Escribió: “Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino. Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio” (Rom 13, 1 ss.). Pagar lealmente los impuestos para un cristiano (también para toda persona honrada) es un deber de justicia y por tanto un deber de conciencia. Garantizando el orden, el comercio y todos los demás servicios, el Estado da al ciudadano algo por lo que tiene derecho a una contrapartida, precisamente para poder seguir dando estos servicios.

La evasión fiscal, cuando alcanza ciertas proporciones -nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica- es un pecado mortal, similar al de cualquier robo grave. Es un robo hecho no al “Estado”, o sea, a nadie, sino a la comunidad, es decir, a todos. Esto supone naturalmente que también el Estado sea justo y equitativo cuando impone las tasas.

La colaboración de los cristianos en la construcción de una sociedad justa y pacífica no se agota con pagar los impuestos; debe extenderse también a la promoción de valores comunes, como la familia, la defensa de la vida, la solidaridad con los más pobres, la paz. Hay también otro ámbito en el que los cristianos deberían dar una contribución más grande a la política. No tiene tanto que ver con los contenidos como con los métodos, el estilo. Es necesario desempozoñar el clima de lucha permanente, procurar mayor respeto, compostura y dignidad en las relaciones entre partidos. Respeto al prójimo, moderación, capacidad de autocrítica: son rasgos que un discípulo de Cristo debe llevar a todas las cosas, también a la política. Es indigno de un cristiano abandonarse a insultos, sarcasmo, rebajarse a riñas con los adversarios. Si, como decía Jesús, quien dice al hermano “estúpido” ya es reo de la Gehenna, ¿qué será de muchos políticos?”

¡No me digáis que el tema no da de sí!...
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jueves, 16 de octubre de 2008

SOBRE LA DEPRESIÓN

Os ofrezco hoy la reseña de un libro que me resulta en principio muy interesante. Ésta es: “La depresión en nuestra sociedad lleva camino de convertirse en la segunda causa de invalidez en el mundo. Sobre este acuciante problema de la sociedad contemporánea, el autor del libro "La depresión y el amor", doctor Juan José R. Laprovitta, en su segunda edición, hace una propuesta de esperanza.

En la presentación del libro, se afirma que "la misma sociedad parece no querer reaccionar y acepta sin y con resignación, una salida farmacológica con secuelas iatrogénicas (reacciones adversas), porque otras alternativas son muy poco conocidas, y a veces, hasta negadas o desprestigiadas por interese s poderosos".

Esta segunda edición (la primera llevaba por título "Ensayo sobre la depresión y la fe"), editada por "Laetitia", ha sido prologada por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y en la misma se añaden varios capítulos y se explicitan conceptos para lograr una mayor comprensión.

En su prólogo, el cardenal Bergoglio describe el contenido del libro como "amplio y fundamentalmente relacional entre el campo médico, el psicológico y el espiritual".

Se trata de un ensayo -añade-, "en parte analítico pero tendiente a lograr una visión completa al abordar la temática de la depresión, fenómeno cotidiano de nuestra cultura urbana".

El autor, subraya el cardenal "sin deformar la objetividad que ofrece la ciencia (y como médico conoce con bastante soltura) proyecta el hecho depresivo hacia horizontes antropológicos más amplios, incluso el de la fe. Con este dinamismo logra situar la terapia de la depresión en una apertura de esperanza".

La depresión, sigue el autor del prólogo es "de por sí, es desesperanzada y desesperanzadora. Al tratarla abriéndola a la trascendencia, ya sea la trascendencia-inmanente de la relación comunitaria ya sea la trascendencia-trascendente hacia Dios, da lugar a quien la padece pueda descubrir nuevos sentidos a su existencia los cuales la capacitan para andar senderos nuevos de terapia". Y asegura que "el autor sale airoso en este intento".

Recalca que se trata de "una reflexión profundamente humana, para todo hombre y mujer, sea creyente o no" pues "tiene esa dimensión universal de ser válida para la persona".

"No se impone con pretensiones sino posee la mansedumbre de lo propositivo: se trata simplemente de una propuesta elaborada por la ciencia, la experiencia de la vida, del dolor, de la búsqueda de un hombre que tiene fe pero que es consciente que a esa fe se la regalaron para que, a su vez, la regale a otros", concluye, con la convicción de "que este libro hará mucho bien a quienes lo lean".

La tesis del libro es que el amor en sus infinitas expresiones ha sido ofendido, agraviado, negado o lastimado en todo deprimido. Por tanto, la depresión siempre es una prueba o crisis espiritual que deviene de una negación del amor. Esta prueba o crisis produce diversas somatizaciones en el organismo con síntomas, a veces muy severos.

En la depresión, según el autor, no sólo hay que buscar las causas, sino también el fin o finalidad de la enfermedad, y al bucear en este sentido, llega a la conclusión de que es un signo y un misterio, que nos acercará con transparencia a conocer la verdadera resurrección a la Vida.

Juan José R. Laprovitta es médico cirujano egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Es sus numerosas actividades y escritos manifestó una identidad cristiana y ocupó cargos de responsabilidad y conducción en movimientos de Iglesia. Fue Profesor de Teología en la Universidad Católica de Santiago del Estero en la década de los 80. Ocupó los siguientes cargos: ministro de Salud de la Provincia de Santiago del Estero en 1988; subsecretario de Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero en 1994/95; diputado Provincial en Santiago del Estero en 1995/98.
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lunes, 13 de octubre de 2008

¡SALVE!

De la vida de una mujer nació su Hijo y, a través de Él, también la Vida tuvo continuidad… Así discurría yo ante una hermosa Señora, a cuyas plantas y para felicitarle, sus hij@s acudíamos anteayer.

¡Salve, Reina del Cielo! –le cantábamos- ¡Salve, Trono de la Sabiduría! –pensaba yo-.

Guardiana de tod@ bizkain@ -le decíamos- ¡salve! ¡Salve, Begoñako Andra Mari! –aunando la voz-...

Su hermosísimo semblante felicidad trasmite, tal vez porque Ella sea la que alienta y comprende; la que espera de nosotr@s, aún en los momentos de dificultad.

Si su edad fijar quisiéramos, diríamos que dos mil y pocos años hermosean su beldad, y que tal vez los mismos sean los que –si en ocasiones midiéramos- justificarían su actuar.

Entonces…
… ¿Es por eso que eres tan lista, Madre?...

¿Me lo explicarás?...

… ¿Me explicarás cómo consigues que tus hij@s como tus hij@s nos sintamos, y que nos sintamos asimismo capaces de con tu ejemplo continuar?...

¿Cómo saber sonreír por más difícil que la vida sea?...

¡Dime!, ¿cómo lo conseguiremos?...
... ¡O dime al menos por qué siempre sonríes Tú!...

La verdad es que hubo un momento decisivo en tu trayectoria en el que supiste decir “Amén” a la Voluntad de Dios…

Te fue suficiente conocerla para aceptarla, y fue el que lo hicieras lo que dio lugar a la actuación sobre tus entrañas del Poder del Espíritu de Dios…

Supiste confiar, y supiste esperar, y el resultado, tod@s los conocemos:
… “De la vida de una mujer nació su Hijo y, a través de Él también, la Vida tuvo continuidad”…

Seguro que no fue fácil tu decisión…

Supongo que no habrá sufrimiento que no comprendas, y pese a ello, sabes sonreír.

¡Pues bien!...

Quisiera pedirte ahora,
… que tu cálida y cómplice sonrisa nos ilumine siempre…
… que nos recuerde que siempre hemos de confiar en la voluntad de Dios…
… y que como nuestra amorosa Madre, sigas velando siempre por nuestros intentos de -pese a las circunstancias- saber sonreír.

Quiera Dios que así sea.

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sábado, 11 de octubre de 2008

LO IMPORTANTE Y LO URGENTE

En el comentario de hoy, el P. Cantalamessa nos habla del peligro de dejar lo importante por lo urgente, y las lecturas correspondientes a este domingo (XXVIII del tiempo ordinario) son las siguientes: Isaías 25, 6-10a; Filipenses 4, 12-14.19-20; y Mateo 22, 1-14. Como cada vez, ¡veréis lo interesante que es!

"Es instructivo observar cuáles son los motivos por los que los invitados de la parábola se negaron a venir al banquete. Mateo dice que ellos “no hicieron caso” de la invitación y “se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio”. El evangelio de Lucas, en este punto, es más detallado y presenta así los motivos del rechazo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo... He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas... Me he casado, y por eso no puedo ir” (Lc 14, 18-20).

¿Qué tienen en común estos diversos personajes? Todos los tres tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, que reclama inmediatamente su presencia. ¿Y qué representa en cambio el banquete nupcial? Este indica los bienes mesiánicos, la participación en la salvación conseguida por Cristo, y por tanto la posibilidad de vivir eternamente. El banquete representa, por tanto, lo más importante en la vida, es más, lo único importante. Está claro entonces, en qué consiste el error cometido por los invitados; consiste en abandonar lo importante por lo urgente, ¡lo esencial por lo contingente! Ahora bien, éste es un riesgo tan difundido e insidioso, no sólo en el plano religioso, sino también en el puramente humano, que vale la pena reflexionar un poco sobre él.

Ante todo, precisamente, en el plano religioso. Abandonar lo importante por lo urgente, en el plano espiritual, significa retrasar continuamente el cumplimiento de los deberes religiosos, porque cada vez se presenta algo urgente que hacer. Es domingo y es hora de ir a misa, pero está pendiente esta visita, ese trabajillo en el jardín, la comida que preparar. La Misa puede esperar, la comida no; por tanto, se retrasa la misa y se arrima uno a los fuegos.

He dicho que el peligro de abandonar lo importante por lo urgente está presente también en el ámbito humano, en la vida de todos los días, y quisiera señalar también a esto. Para un hombre es ciertamente importantísimo dedicar tiempo a la familia, a estar con los hijos, dialogar con ellos si son grandes y jugar con ellos si son pequeños. Pero en el último momento se presentan siempre cosas urgentes que terminar en la oficina, horas extraordinarias que hacer, y se deja para otra vez, acabando por llegar a casa demasiado tarde y demasiado cansados para pensar en otra cosa.

Para un hombre o una mujer es importantísimo ir de vez en cuando a visitar al anciano padre que vive solo en casa o en algún asilo. Para cualquiera es algo importantísimo visitar a un conocido enfermo para mostrarse su apoyo y hacer algún servicio práctico por él. Pero no es urgente, si lo dejas para más adelante aparentemente no se hunde el mundo, quizá nadie si dé cuenta. Y así se deja para más adelante.

Lo mismo pasa con el cuidado de la propia salud, que también está entre las cosas importantes. El médico, o simplemente el físico, advierte que hay que cuidarse, tomar un periodo de descanso, evitar el estrés... Se contesta: sí, lo haré, por supuesto, apenas termine ese trabajo, cuando haya arreglado la casa, cuando haya pagado todas las deudas... Hasta que uno se da cuenta que es demasiado tarde. Ahí está el engaño: se pasa uno la vida persiguiendo mil pequeñas cosas que arreglar y nunca se encuentra tiempo para las cosas que verdaderamente inciden en las relaciones humanas y pueden dar verdadera alegría (y, abandonadas, la verdadera tristeza) en la vida. Así vemos como el Evangelio, indirectamente, es también escuela de vida; nos enseña a establecer prioridades, a tender a lo esencial. En una palabra, a no perder lo importante por lo urgente, como sucedió a los invitados de nuestra parábola".
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jueves, 9 de octubre de 2008

LAS CLAVES DE MURPHY

El pasado miércoles monseñor William Murphy, obispo de Rockville Center (Nueva York) y presidente del Comité de Justicia y Desarrollo de la Conferencia Episcopal, exponía cinco principios clave a la hora de buscar soluciones a la crisis económica del país. A través de su lectura, me gustaría que observáramos un caso práctico de cómo “nuestra fe y nuestros principios morales” –como diría el propio Murphy- “pueden ayudar en la búsqueda de respuestas efectivas al desorden económico que afecta a nuestra gente”. Espero que os resulte interesante.

La primera clave que el prelado ofrece es "ser consciente de las dimensiones humanas y morales de la crisis".
"Los acuerdos económicos, las estructuras y los remedios deben tener como propósito fundamental salvaguardar la vida y la dignidad humanas", afirmó. El prelado añadió que la "búsqueda escandalosa de beneficios económicos excesivos", es un ejemplo de "ética económica que pone al beneficio por encima del resto de los valores".
Esta ética "ignora el impacto de las decisiones económicas en la vida de la gente real, así como la dimensión ética de las elecciones que hacemos y de la responsabilidad moral que tenemos sobre su efecto en la gente", explica el prelado.

En segundo lugar, el obispo neoyorquino propone la "responsabilidad y la necesidad de dar cuentas".
"Está claro que se requieren medidas efectivas que reconduzcan las prácticas, conductas y juicios erróneos que han llevado a la crisis. Quienes han contribuido directamente a esta crisis o se han aprovechado de ella no deberían ser recompensados o escapar sin dar cuentas del daño que han causado", afirmó.
Conocer las necesidades
En tercer lugar, el prelado explicó que en cualquier caso, el mercado siempre tendrá "ventajas y desventajas".
"Hay necesidades humanas que no encuentran sitio en el mercado", afirmó monseñor Murphy. "Es un estricto deber de justicia y de verdad no permitir que necesidades humanas fundamentales queden insatisfechas".
En este sentido, pidió una "renovación de los instrumentos de control y corrección de las instituciones económicas y de la industria financiera, así como una regulación y protección públicas efectivas más extensas".
"La solidaridad y el bien común" es el cuarto principio propuesto por el prelado.
"El principio de solidaridad nos recuerda que estamos unidos y nos advierte que buscar solamente el interés propio puede empeorar las cosas", explicó. "El principio de solidaridad nos compromete a buscar el bien común, no la ganancia de una parte o la ventaja económica".
Finalmente, el obispo de Rockville propuso el principio de subsidiariedad.
"La subsidiariedad traslada la responsabilidad a los agentes privados y a las instituciones, para que acepten sus propias obligaciones", añadió. "Si ellos no lo hacen, entonces las grandes entidades, incluyendo al gobierno, tendrán que asumir lo que las instituciones privadas no han podido llevar a cabo".
El prelado concluyó su escrito citando unas palabras de la encíclica Centessimus annus: "Nuestra tradición católica nos remite a una sociedad del trabajo, de la iniciativa y de la participación, que no está directamente contra el mercado, pero que exige que el mercado sea controlado apropiadamente por las fuerzas sociales y por el Estado para garantizar que las necesidades básicas de toda la sociedad son satisfechas".
"Estas palabras de Juan Pablo II deberían adoptarse como lema por parte de todos aquellos que tienen responsabilidades hacia la nación, el mundo entero y el bien común de todos", concluyó.
Bueno…
Hasta aquí llega la propuesta. Espero que os haya interesado.
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lunes, 6 de octubre de 2008

CRISIS MATRIMONIALES

En este artículo el Papa nos asegura que es posible superar las crisis matrimoniales. Nos dice también que es preciso recuperar la esperanza para que vuelva a arder la llama del amor. Si lo incluimos hoy como artículo de debate, es porque me gustaría dialogar con tod@s vosotr@s sobre cuáles son las causas fundamentales para que tanto fracaso matrimonial se produzca… Al final incluyo tres "consejitos" que yo considero válidos (no se a vosotros lo que os parecerán)y vosotr@s por vuestra parte, podréis incluir cuantos tengáis en el mismo criterio...

En la revista Zenit del día 26 es donde aparece el artículo. En él Benedicto XVI no sólo se muestra convencido de que es posible superar las crisis matrimoniales, sino que además constata que la relación de las parejas que lo logran se hace más profunda, su amor queda reforzado.

Ahora bien, para que la llama del amor vuelva a arder, el Papa constata la necesidad de personas que apoyen en los momentos de oscuridad a los cónyuges, sobre todo dándoles esperanza, contra la corriente común hoy día de presentar el divorcio como la solución más fácil.

Así lo explicó este viernes al recibir a los participantes en el encuentro internacional del movimiento Retrouvaille (http://www.retrouvaille.org), iniciativa surgida de la "providencial intuición" -así la calificó el Santo Padre- del matrimonio canadiense Guy y Jeannine Beland, en 1977, para ayudar a las parejas en grave crisis.

El obispo de Roma consideró que la crisis conyugal -hablaba de "crisis serias y graves"- constituye una realidad "con dos caras".

Por una parte, explicó, "se presenta, especialmente en su fase aguda y más dolorosa, como un fracaso, como la prueba de que el sueño ha terminado o se ha transformado en una pesadilla y, por desgracia, 'no hay nada que hacer'".

Ahora bien, según el Papa "hay otra cara, que nosotros desconocemos con frecuencia, pero que Dios ve". Toda crisis, "constituye el paso a una nueva fase de la vida", una "esperanza más grande que la desesperación".

Es en ese momento cuando la labor de personas como las que participan en el movimiento Retrouvaille es necesaria, indicó el Papa.

"En los momentos más oscuros, los cónyuges han perdido la esperanza; entonces se da la necesidad de otras personas que la custodien, de un 'nosotros', de una compañía de auténticos amigos que, con el máximo respeto, pero también con sincera voluntad de bien, estén dispuestos a compartir algo de su propia esperanza con quien la ha perdido. Pero no de manera sentimental o superficial, sino organizada y realista".
De este modo, en el momento de la ruptura, ofrecen a la pareja "una referencia positiva en la que confiar frente a la desesperación".

"De hecho, cuando la relación degenera, los cónyuges caen en la soledad, tanto individual como de pareja. Pierden el horizonte de la comunión con Dios, con los demás y con la Iglesia". Entonces, indicó, encuentros como los que presenta Retrouvaille, ofrecen el "agarradero" "para no perderse totalmente, y para volver a subir poco a poco la cuesta".

Por este motivo, presentó a las personas que ayudan a las parejas en crisis como "custodios de una esperanza más grande para los esposos que la han perdido".
"Cuando una pareja en dificultad o -como demuestra vuestra experiencia- incluso ya separada, se encomienda a María y se dirige a Aquél que ha hecho de los dos 'una sola carne', puede estar segura de que la crisis se convertirá, con la ayuda del Señor, en un momento de crecimiento, y que el amor quedará purificado, madurado, reforzado".

Esto, advirtió Benedicto XVI, "sólo lo puede hacer Dios, que quiere servirse de sus discípulos como de válidos colaboradores para acercarse a las parejas, escucharlas, ayudarlas a redescubrir el tesoro escondido del matrimonio, el fuego que ha quedado sepultado bajo las cenizas".

"Reaviva y hace que vuelva a arder la llama; ciertamente no como en el enamoramiento, sino de una manera diferente, más intensa y profunda: ahora bien, es siempre la misma llama", afirmó.

El Programa Retrouvaille, según explica e su página web, consiste en vivir un fin de semana combinado con una serie de 6 a 12 sesiones de fin de semana durante tres meses.

Ofrece instrumentos para ayudar al matrimonio a reordenar su vida. El programa subraya particularmente la comunicación en el matrimonio entre el hombre y la mujer, dando a los esposos la oportunidad de redescubrirse mutuamente y de examinar sus vidas juntos de una manera positiva y nueva.

(Bueno. Hasta aquí llega el artículo. Espero que no os haga falta, pero no está mal que conozcamos la existencia de Retrouvaille. Lo que sí os digo, es que espero que nunca os fallen para con vuestra pareja el espíritu de diálogo, el buen apetito sexual y por último un fino sentido del humor. Os aseguro que es un buen consejo.)
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sábado, 4 de octubre de 2008

“A mi Hijo le respetarán”

El P. Cantalamessa se pregunta en esta ocasión qué suerte reservamos a Cristo en nuestra vida. Con esta hermosa homilía, nos hace más comprensibles y actualizadas las lecturas correspondientes a este domingo XXVII del tiempo ordinario: Isaías 5,1-7; Filipenses 4,6-9; y Mateo 21, 33-43.

El P. Cantalamessa nos dice así:

El contexto inmediato de la parábola de los viñadores homicidas se refiere a la relación entre Dios y el Pueblo de Israel. Es a éste a quien históricamente Dios ha enviado primero a los profetas y después a su mismo Hijo. Pero como todas las parábolas de Jesús, esta es una "historia abierta". En la relación Dios-Israel se traza la relación entre Dios y la humanidad entera.

Jesús retoma y continúa el lamento de Dios en Isaías de la primera lectura. Es ahí donde se debe buscar la clave de lectura y el tono de la parábola. ¿Por qué Dios ha "plantado la viña" y cuáles son los frutos que espera y que viene a buscar a su tiempo? Aquí la parábola se aleja de la realidad. Los viñadores humanos no plantan una viña ni le prodigan sus cuidados por amor a la viña, sino por su beneficio. No así Dios. Él crea al hombre, entra en alianza con él, no por su interés, sino para favorecer al hombre, por puro amor. Los frutos que espera del hombre son el amor hacia él y la justicia hacia los oprimidos: todas ellas cosas que sirven al bien del hombre, no al de Dios.

Esta parábola de Jesús es terriblemente actual aplicada a nuestra Europa y, en general, al mundo cristiano. También en este caso hay que decir que Jesús ha sido "echado fuera de la viña", expulsado por una cultura que se proclama post-cristiana, o incluso anti-cristiana. Las palabras de los viñadores resuenan, si no en las palabras, al menos en los hechos de nuestra sociedad secularizada: "¡Matemos al heredero y será nuestra la herencia!"

Ya no se quiere oír hablar más de raíces cristianas de Europa, de patrimonio cristiano, El hombre secularizado quiere ser el heredero, el dueño. Sartre puso en boca de un personaje suyo estas terribles declaraciones: "Ya no hay nada en el cielo, ni Bien, ni Mal, ni persona alguna que pueda darme órdenes. (...) Soy un hombre, y cada hombre debe inventar su propio camino".

Esta que he indicado es una aplicación, por así decirlo, a "largo alcance" de la parábola. Pero casi siempre las parábolas de Cristo tienen también una explicación de corto alcance, o a nivel individual: se aplican a cada persona, no sólo a la humanidad o a la cristiandad en general. Se nos invita a preguntarnos: ¿qué suerte he reservado yo a Cristo en mi vida? ¿Cómo correspondo al incomprensible amor de Dios hacia mí? ¿Acaso no le he expulsado yo también fuera de los muros de mi casa, de mi vida... es decir, le he olvidado, ignorado?

Recuerdo que un día escuchaba esta parábola durante una Misa, mientras estaba bastante distraído. Llegado al punto en que se oye al dueño de la viña decir para sí: "A mi hijo le respetarán", tuve un sobresalto. Entendí que aquellas palabras estaban dirigidas personalmente a mí, en aquel momento. Ahora el Padre celeste estaba a punto de mandarme a mí a su Hijo en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ¿había comprendido yo la grandeza del momento? ¿Estaba preparado para acogerle con respeto, como el Padre esperaba? Aquellas palabras me sacaron bruscamente de mis pensamientos...

En la parábola de los viñadores homicidas hay un sentido de amargura, de desilusión. ¡Ciertamente no se trata de una historia con final feliz! Pero al leerla en profundidad, habla del amor increíble de Dios por su pueblo y por cada una de sus criaturas. Un amor que al final, incluso a través de los distintos episodios de extravío y retorno, saldrá siempre victorioso y tendrá la última palabra.
Los rechazos de Dios nunca son definitivos, son abandonos pedagógicos. También el rechazo de Israel que resuena veladamente en las palabras de Cristo: "Se os quitará el Reino de Dios y se entregará a un pueblo que rinda sus frutos", pertenece a este género, como el descrito por Isaías en la primera lectura. Hemos visto, por otra parte, que este peligro acecha también sobre la cristiandad, o al menos sobre vastas partes de ella.

San Pablo escribe en la carta a los Romanos: "¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! ¡Que también yo soy israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín! Dios no ha rechazado a su pueblo, en quien de antemano puso sus ojos... ¿Es que han tropezado para quedar caídos? ¡De ningún modo! Sino que su caída ha traído la salvación de los gentiles, para llenarlos de celos. ... Si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión, sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 1ss).

En la semana que apenas ha transcurrido, el 29 de septiembre, los hermanos judíos han celebrado su fiesta más importante, el Fin de Año, llamado por ellos Rosh Ha-shanà. Quisiera aprovechar esta ocasión para hacerles llegar mi augurio de paz y de prosperidad. Con el Apóstol Pablo grito yo también: "Que sea la paz en todo el Israel de Dios".
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jueves, 2 de octubre de 2008

4ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una intervención de nuestro amigo Hola. Para poder leerla, y para poder participar si lo consideráis conveniente, tendríais que pinchar en "comentarios".

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LA "LAICIDAD POSITIVA" DE ROUCO

El arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Antonio María Rouco, explicó el pasado miércoles que las relaciones entre la Iglesia y la comunidad política y social deben responder al principio de la "laicidad positiva", que ha utilizado en varias ocasiones Benedicto XVI. Veamos cuales son sus argumentos...

El purpurado, que intervino durante un desayuno con periodistas y políticos organizado por la agencia española de noticias Europa Press, explicó, según recoge la revista Ecclesia, que este principio ya estaba marcado en el Concilio Vaticano II".

En este sentido, recordó las intervenciones del Papa en Francia, la célebre conversación con el filósofo alemán Habermas, así como su discurso en Ratisbona en septiembre de 2006.

Los elementos de esta "laicidad positiva", son, según explicó el cardenal Rouco, "libertad religiosa, libertad de los padres para la educación de sus hijos, justa autonomía de las realidades temporales y una actitud de servicio para atender a la persona y promover la defensa de sus derechos y de búsqueda conjunta de bien común".

Preguntado por el discurso del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, sobre "laicidad positiva" ante el Papa en el Eliseo el pasado 15 de septiembre, el cardenal aseguró "no envidiar a Francia -en todo caso, sí a Alemania- a propósito del laicismo positivo que pretende impulsar su presidente".

"El marco legal en las relaciones Iglesia -Estado en España es mejor que el francés", aseveró.

Además, y en relación al debate sobre la posible reforma del concordato vigente en España, defendió como "instrumento válido" el actual sistema de acuerdos bilaterales de la Santa Sede con el resto de los países.

Preguntado también por la posible reforma de la Ley Orgánica de libertad Religiosa española, el cardenal afirmó que la actual "es buena", aunque no se cerró a su reforma, "si es para bien".

Sobre las peticiones de retirada de los crucifijos de los espacios públicos, realizada por algunos grupos, el cardenal consideró que "proceden de minorías" y añadió estas peticiones no deben atenderse porque el crucifijo "pertenece a la historia, a la cultura y a la identidad de España".

Aborto y crisis económica

En el turno de preguntas, el cardenal Rouco se refirió a la reforma de la ley despenalizadora del aborto que el Gobierno pretende llevar a cabo. "La vida es un derecho absoluto, sin condiciones, siempre", aclaró, y añadió que la "tragedia moral" es "la aceptación social del aborto".

Respecto a la asignatura "Educación para la Ciudadanía", el purpurado insistió en que los padres "tienen derecho a la objeción de conciencia".

Sobre la actual situación de crisis económica que atraviesa España, el cardenal explicó que la Iglesia "debe aportar la solidaridad precisa y ayudar a las personas para superar también crisis morales, que están en el trasfondo de la actual situaciones".

Añadió que a la Iglesia "le preocupa mucho más la situación de familias en necesidad y de los parados que hipotéticos -e impensables- cambios o novedades en el vigente modelo de financiación de la Iglesia".

En último lugar, se refirió a la próxima Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, asegurando que "aportará la catolicidad histórica y tan fecunda de España y su dinamismo misionero".

(Avisamos en este punto que el hecho de publicar un artículo, no supone necesariamente el haber hecho nuestros sus argumentos. Sencillamente se propone para sobre ellos dialogar).
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