sábado, 11 de octubre de 2008

LO IMPORTANTE Y LO URGENTE

En el comentario de hoy, el P. Cantalamessa nos habla del peligro de dejar lo importante por lo urgente, y las lecturas correspondientes a este domingo (XXVIII del tiempo ordinario) son las siguientes: Isaías 25, 6-10a; Filipenses 4, 12-14.19-20; y Mateo 22, 1-14. Como cada vez, ¡veréis lo interesante que es!

"Es instructivo observar cuáles son los motivos por los que los invitados de la parábola se negaron a venir al banquete. Mateo dice que ellos “no hicieron caso” de la invitación y “se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio”. El evangelio de Lucas, en este punto, es más detallado y presenta así los motivos del rechazo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo... He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas... Me he casado, y por eso no puedo ir” (Lc 14, 18-20).

¿Qué tienen en común estos diversos personajes? Todos los tres tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, que reclama inmediatamente su presencia. ¿Y qué representa en cambio el banquete nupcial? Este indica los bienes mesiánicos, la participación en la salvación conseguida por Cristo, y por tanto la posibilidad de vivir eternamente. El banquete representa, por tanto, lo más importante en la vida, es más, lo único importante. Está claro entonces, en qué consiste el error cometido por los invitados; consiste en abandonar lo importante por lo urgente, ¡lo esencial por lo contingente! Ahora bien, éste es un riesgo tan difundido e insidioso, no sólo en el plano religioso, sino también en el puramente humano, que vale la pena reflexionar un poco sobre él.

Ante todo, precisamente, en el plano religioso. Abandonar lo importante por lo urgente, en el plano espiritual, significa retrasar continuamente el cumplimiento de los deberes religiosos, porque cada vez se presenta algo urgente que hacer. Es domingo y es hora de ir a misa, pero está pendiente esta visita, ese trabajillo en el jardín, la comida que preparar. La Misa puede esperar, la comida no; por tanto, se retrasa la misa y se arrima uno a los fuegos.

He dicho que el peligro de abandonar lo importante por lo urgente está presente también en el ámbito humano, en la vida de todos los días, y quisiera señalar también a esto. Para un hombre es ciertamente importantísimo dedicar tiempo a la familia, a estar con los hijos, dialogar con ellos si son grandes y jugar con ellos si son pequeños. Pero en el último momento se presentan siempre cosas urgentes que terminar en la oficina, horas extraordinarias que hacer, y se deja para otra vez, acabando por llegar a casa demasiado tarde y demasiado cansados para pensar en otra cosa.

Para un hombre o una mujer es importantísimo ir de vez en cuando a visitar al anciano padre que vive solo en casa o en algún asilo. Para cualquiera es algo importantísimo visitar a un conocido enfermo para mostrarse su apoyo y hacer algún servicio práctico por él. Pero no es urgente, si lo dejas para más adelante aparentemente no se hunde el mundo, quizá nadie si dé cuenta. Y así se deja para más adelante.

Lo mismo pasa con el cuidado de la propia salud, que también está entre las cosas importantes. El médico, o simplemente el físico, advierte que hay que cuidarse, tomar un periodo de descanso, evitar el estrés... Se contesta: sí, lo haré, por supuesto, apenas termine ese trabajo, cuando haya arreglado la casa, cuando haya pagado todas las deudas... Hasta que uno se da cuenta que es demasiado tarde. Ahí está el engaño: se pasa uno la vida persiguiendo mil pequeñas cosas que arreglar y nunca se encuentra tiempo para las cosas que verdaderamente inciden en las relaciones humanas y pueden dar verdadera alegría (y, abandonadas, la verdadera tristeza) en la vida. Así vemos como el Evangelio, indirectamente, es también escuela de vida; nos enseña a establecer prioridades, a tender a lo esencial. En una palabra, a no perder lo importante por lo urgente, como sucedió a los invitados de nuestra parábola".

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí le doy toda la razón,Dorotatxu!!!

Anónimo dijo...

Pues si le das la razón, Martika, es que seguramente no has leído Mt. 22, 1-14. Es un texto duro, fuerte, para pensar, que Cantalamessa convierte en la cursilada de “lo importante y lo urgente”, en el cumplimiento de los deberes religiosos y el ser buenecillo. En fin, una pena.

Anónimo dijo...

Es un texto un poquito largo para escribirlo aquí, pero tal vez te apetezca sugerir una segunda interpretación, querido Joaquim...

Anónimo dijo...

Lo primero que necesitamos es el texto, ¿no te parece? A lo mejor alguien quiere hacernos partícipes de sus reflexiones. Ahí va:


Parábola del banquete de bodas
(Lc 14.15-24)

22
1 Jesús se puso a hablarles otra vez por medio de parábolas. Les dijo:
2 “El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda de su hijo. 3 Envió a sus criados a llamar a los invitados, pero estos no quisieron acudir. 4 Volvió a enviar más criados, encargándoles: ‘Decid a los invitados que ya tengo preparado el banquete. He hecho matar mis novillos y reses cebadas, y todo está preparado: que vengan a la boda.’ 5 Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a sus tierras, otro a sus negocios 6 y otros echaron mano a los criados del rey y los maltrataron hasta matarlos. 7 Entonces el rey, lleno de ira, ordenó a sus soldados que mataran a aquellos asesinos y quemaran su pueblo. 8 Luego dijo a sus criados: ‘Todo está preparado para la boda, pero aquellos invitados no merecían venir. 9 Id, pues, por las calles principales, e invitad a la boda a cuantos encontréis.’ 10 Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos,a y así la sala del banquete se llenó de convidados.
11 “Cuando el rey entró a ver a los convidados, se fijó en uno que no iba vestido para la boda. 12 Le dijo: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí, si no vienes vestido para la boda?’ Pero el otro se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los que atendían las mesas: ‘Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes.’b 14 Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.”c

Anónimo dijo...

Lo que a mí me sugiere el texto, es que la Boda es una invitación a participar de la intimidad de Dios.

Varios son los personajes: el Padre (Dios), el Novio (Cristo), los invitados que maltrataron y mataron a los emisarios (los destinatarios del mensaje que lo desoyeron y despreciaron a los profetas), y cuantos fuismos invitados en segundo lugar a participar del banquete: los "buenos" y los "malos" también de hoy.

Pero para entonces ya no éramos invitados, sino que formábamos parte de lo que es la Novia del Cordero: la Iglesia.

Iglesia a la que el Novio tanto amaba, que dió su vida por Ella, e Iglesia que debe comparecer ante Él "vestida de luna y estrellas", puesto que sólo de este modo resplandeciente se llega a participar dignamente de la celebración...

No se lo que te habrá parecido mi interpretación.

Yo estoy deseando leer la tuya.

Anónimo dijo...

Joaquim,creo que es evidente que los evagenlios no se leen de forma literal,de ahí que se expresen en forma de parabolas.Era para que la gente más sencilla y humilde comprendiesen el sentido de esas palbras. Obviamente yo también rechazaria a un Dios que atase de pies y manos por ir mal vestido a una boda,por eso las palabras de Dorota son tan importante,porq la luz de la q en nuestros días carecemos,al no expresarnos así,lo tomamos en sentido literal y como tú dices es una aberración!

Anónimo dijo...

Bueno, tal como lo veo este es uno de esos textos que descolocan al personal pues presenta a un Dios que no se compadece en nada con ese Dios tan tierno que nos ha manifestado Jesús y, sin embargo, es a ese Dios al que se está refiriendo, un Dios que no nos acogerá si no estamos preparados para ello. Por eso algunos, como Cantalamessa, tienen que hacer cabriolas cuando les toca hacer un comentario.

En fin, está claro que es una nueva parábola sobre el advenimiento del Reino. Tanto su principio como su final no dejan duda alguna al respecto. Una primera y simple lectura obviaría el contenido de la parábola para deducir que si el Reino de Dios acabó no instaurándose es claro que Jesús se equivocó. Pero tal lectura estaría olvidando que Jesús era un hombre y que por tanto podía equivocarse.

Una segunda lectura debería centrarse más en que lo que Jesús realmente dice: que debemos hacernos merecedores del Reino al que somos llamados y que si no lo hacemos las consecuencias pueden ser terribles, la nada o el infierno (Mt. 13, 41-42, 49-50), en la línea de Juan Bautista. Lo malo del caso es que difícilmente podemos saber si hemos conseguido el vestido adecuado, no nos da la exacta medida para saberlo.

Una tercera lectura diría que la parábola es un reflejo de las discusiones que había dentro del judaísmo de la época. En primer lugar nos haríamos eco de la tensión escatológica en que una buena parte del mismo se hallaba sumido, convencido como estaba que faltaba poco para que un enviado de Dios diese la vuelta al statu quo imperante, instaurase el ansiado reino celestial y enviase a romanos e impíos de toda índole a freír espárragos. Y, en segundo lugar, nos haríamos eco de las discusiones acerca de la aplicación estrecha, pura y dura de la Ley o de una aplicación más generosa y espiritualizada de la misma. Siendo claro partidario de esta última Jesús identifica a los primeros invitados con los judíos que se quedan en el cumplimiento externo de la ley y, claro, no se han hecho merecedores del reino. Los invitados en segundo lugar serian, por un lado, los judíos que siendo (como Él) cumplidores han entendido que la Ley no tiene valor sino como expresión de la misericordia de Dios y, por otro, los gentiles que, sin embargo, también tienen a su modo que hacerse merecedores del Reino.

Todo ello teniendo en cuenta el momento en que se escribe el evangelio: ha terminado la guerra romano judía (años 66 a 70 e.c.), Judea ha sido arrasada, ha desaparecido del Templo y se ha iniciado de una segunda diáspora que ha llegado hasta nuestros días. Los judío-cristianos se están separando del judaísmo y admiten en sus filas a gentiles.

Notas: Jesús se refiere en diversas ocasiones al Infierno (la Gehena), pero Juan Pablo II dijo que tal lugar no existe. ¿Quién tendrá razón?

Anónimo dijo...

Querido Joaquim: Siempre me impresionas.

No me extraña que con toda esa carga cultural te resulte difícil dar una lectura liviana a la parábola de hoy.

Me gustaría que me dijeras dos cosas: ¿Qué es para tí el Reino?...
Y la segunda, ¿qué es para tí la Gehena?...

Quizá si precisásemos un poco nuestro lenguaje podríamos entendernos mejor.

Anónimo dijo...

¡Y otra cosita!...

Nosotr@s no conseguimos nunca el vestido adecuado: eso lo hizo Cristo.

Nosotros lo que adquirimos es la medida para llevarlo...

Anónimo dijo...

Creo q es evidente q a Dios,no podemos ir de cualquier manera.Si a una boda te presentaras en vaqueros,quiere decir q el enlace te la sopla (pido perdón por la expresión) El vestir las mejores galas,quiere decir,que es algo importante.
Yo a mis hijos les querré con locura pero no dejaria q se sentaran a comer en calzoncillos y rascandose..(vaya!tengo el día d expresiones feas) Pues con Dios para mí lo mismo.
en cuanto al infierno,no creo q haya duda de q existe y lo hemos montado aquí cerquita,mientras unos se mueren de hambre el resto se muere por no engordar!!!Y es solo un ejemplo!
Un abrazo,Joaquim! Aprendo muchísimo contigo,no sé si soy digna oponente como Dorota,ya sé solamente hablo desde mi experiencia de fe. Sea como sea,para mí tus intervenciones siempren son muy estimulante

Anónimo dijo...

Intentaré responder a tus preguntas Dorota, aunque ese es un terreno en el que me muevo muy mal. Iré pensando en ello, a ver si puedo decir algo presentable.

Martika, estoy de acuerdo, en calzonzillos y rascándose no se puede tolerar. ¡Acabáramos! Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Reino: El Reino está en el corazón de todos los hombres y mujeres. Fuimos creados a imagen y semejanza y, por tanto, somos depositarios de una luz que tenemos el deber de hacer brillar, tenemos que hacernos merecedores de la vida que nos ha sido dada. ¿Cómo? Como enseñó Jesús, así se hará visible el Reino.

Gehena: Gehenna es un topónimo. Parece que es un pequeño valle al sur de Jerusalén donde se vertían y quemaban las basuras de la ciudad. Jesús tomó la imagen para trasponerla al concepto de infierno que tenía. Es una palabra que le hacen pronunciar diversas veces en los evangelios y que parece remitir al lugar que se cita al final de Mt. 3, 11-12:

“Yo, ciertamente, os bautizo con agua para invitaros a que os convirtáis a Dios; pero el que viene después de mí os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.o Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco llevarle las sandalias.p 12 Trae la pala en la mano, y limpiará el trigo y lo separará de la paja. Guardará su trigo en el granero, pero quemará la paja en un fuego que nunca se apagará”.

Yo no sé si existirá tal lugar, es una cuestión que los teólogos tendrán que resolver (estaría bien que algunose pronunciase al respecto), pero me parecería injusto que existiese.

Anónimo dijo...

mmmm. se diria que me estoy perdiendo una buena historia... saludos desde el quinto pino...

Anónimo dijo...

Perdóname, Joaquim, que no te haya contestado antes, pero es que he estado un par de días casi totalmente desconectada.

Veo que gustas de la precisión: de una concreción que ha de ser a todas luces tangible, y lo tendré en cuenta en la medida de lo posible. Pero ahora te diré en muy pocas palabras cómo lo veo yo.

Verás:

Nosotr@s somos en Dios, pero son nuestros actos los que nos mantienen en Él o los que nos apartan voluntariamente de Él.

En la medida en que estamos en el primero de los casos, participamos y hacemos evidente el Reino de Dios a través de nuestras obras, y cuando nos encontramos ante el segundo de los casos y como voluntariamente nos apartamos de nuestra fuente de dinamismo a estos efectos, somos susceptibles de ser apartados por cuanto inoperantes de Él.

En el primero de los casos y puesto que esta condición se nos ha alcanzado en Cristo, por Él y en Él (es decifr, por los méritos de Cristo, por participar nosotr@s de su naturaleza creada, y por ser Él la persona del Hijo que ha tomado forma humana para producirse en Su persona la comunicación de la Vida de Dios), hablamos de la instauración en Él del Reino de Dios.

No se qué te parezca mi interpretación...

Yo así soy capaz de interpretar este tipo de parábolas, y si a ti te sirviera...

Un cordialísimo saludo.

Anónimo dijo...

Me parece bien tu interpretación. Lo único que me falta es la certeza de que con nuestros actos nos acerquemos o nos apartemos de Dios. Ya sabes que a lo largo del tiempo esa medida ha ido cambiando. Cuando en el fragor de la vida tomamos decisiones que pueden tener efectos sobre los demás (siempre los tienen), a veces no siempre lo positivos que desearíamos, pero decisiones que de un modo u otro indefectiblemente se tienen que tomar, cómo podemos saber que nuestra actuación ha sido la adecuada y no nos aleja de Dios.

Anónimo dijo...

Lo determinante es la rectitud de intención, querido amigo.

Con Dios nos relacionamos a un nivel intencional en el que las circunstancias aunque intervienen, no condicionan la moralidad de nuestros actos.

Lo que contamina, es "lo que sale del corazón".