domingo, 26 de octubre de 2008

LA FELICIDAD IMPOSIBLE

La felicidad del pasado se recuerda; la felicidad del presente se pretende, y la felicidad del futuro se proyecta para el porvenir. Sin embargo y como decíamos en una intervención anterior, la felicidad no es algo que deba perseguirse por ella misma, ni que quepa alcanzarse si no es en relación.

¿Y en relación con qué, os preguntaréis?... Pues bien: en relación con “lo amado”, de cuya posesión la felicidad deriva.

En ese sentido nos resulta admisible decir que perseguir la felicidad es un imposible, lo cual no quiere decir que perseguirla como efecto de nuestros actos no sea precisamente lo que justifique su persecución.

Las cosas así, diremos que la causa de nuestra felicidad podría estribar en el acierto de nuestras opciones, por lo que tener conocimiento de las posibles tiene a nuestros efectos una importancia primordial.

Es en este punto precisamente donde acabaremos ligando fe y felicidad.

Decíamos en la 4ª PREGUNTA REALIZADA, que la fe y la felicidad eran dos motivos para actuar. Que motivados por la primera y a través de los efectos de nuestros actos, se adquiría una condición (la de creyente), y que motivados por la segunda –y también a base de la repetición de actos y por los efectos de los mismos- se consolidaba un estado (el de la felicidad).

Pero ambas posibilidades son externas a nostr@s mism@s, y únicamente participamos de ellas en base a nuestra convicción.

Quiere ésto decir que para poder experimentar la fe -como también para poder experimentar la felicidad y para llegar a experimentar el amor- debemos querer experimentarl@s, y para ello nos es preciso conocer previamente un proyecto en el que creer, y un modelo a quien imitar.

Esta posibilidad existe, y así, siendo nuestros actos “similares” a los de nuestro modelo (Cristo), y confiando plenamente como proyecto en que se cumpla en nosotros (como en su caso) la voluntad de Dios, experimentamos una paz y una felicidad que proviene de la posesión de “lo auténticamente amado” (el Amor), una situación ésta que aunque en nuestra vida terrenal aún no es estable, por cuanto que somos ya conocedores de la misma sí que “ilumina” positivamente nuestras opciones, y motiva ciertamente nuestro transitar.

Sólo hasta aquí llega mi análisis de una felicidad que considero no sólo posible, sino deseable.

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