jueves, 2 de octubre de 2008

4ª PREGUNTA REALIZADA

Nos encontramos en esta ocasión con una intervención de nuestro amigo Hola. Para poder leerla, y para poder participar si lo consideráis conveniente, tendríais que pinchar en "comentarios".

20 comentarios:

Anónimo dijo...

La felicidad es imposible… con esa frase en google, me devuelve 1.060.000 páginas al respecto.
Los argumentos, mayoritariamente a favor de la imposibilidad, varían desde la incapacidad física del cerebro humano para conseguirlo, a argumentos extraídos de la religión, filosofía o la mitología.

También existen argumentos a favor de la felicidad, siempre matizados, alejados de la plena felicidad, o dispuestos a conseguir algo a cambio, como libros de autoayuda, o diversas asociaciones. También por supuesto, con argumentos de todo tipo, incluida la felicidad genética.

Sin embargo, seamos cada uno de nosotros más o menos felices por aquí, los discursos respecto a la “vida después de la muerte” (los religiosos, obviamente), hablan de una felicidad y paz plenas… lo que me lleva a plantear la siguiente pregunta:

Si una vez allí, se está en un estado de “paz y felicidad plenas”:

¿se debe a la total desconexión de esa situación con la vida normal y corriente, plagada de gente desgraciada e infeliz?
o
¿todos y cada uno de los problemas en esta vida carecen realmente de importancia, y basta morir para darse cuenta?, con lo que todos los infelices lo serían por inconsciencia
o
“La esperanza de una felicidad eterna e incomprensible en otro mundo, es cosa que también lleva consigo el placer constante” (John Locke ).

Saludos a todos...

Anónimo dijo...

Yo creo que un buen escéptico no debería plantearse preguntas de las que objetivamente no puede obtener una respuesta que colme todas las expectativas de su curiosidad. La esperanza en la que se basa la religión es un convencimiento personal intransferible (aunque los “creyentes” formen un grupo cada uno vive esa esperanza a su manera).

Que tengas un feliz día

Anónimo dijo...

¡Pero qué buenas han sido vuestras dos intervenciones, queridos amigos!.

En primer lugar a Hola le diré, que la felicidad surge de la posesión de lo amado. No es algo que deba perseguirse por ello mismo (puesto que no es sino un efecto), ni que se llegue a alcanzar si no es en relación con aquello que he denominado lo/l@s amad@s.

Y en cuanto a ti, Kowalski, te diré que –pese a ser escéptic@- hay respuestas que consiguen satisfacer las expectativas de una curiosidad no en contra de ellas predispuesta, y que los cristian@s estamos dispuestos a compartirlas, porque aunque una experiencia de fe es individual e intransferible como tú decías, lo que sí es compartible es el conocimiento sobre ella.

Por mi parte, os ofrezco compartir mis conocimientos acerca de la felicidad, formulados en clave cristiana, e indefectiblemente unidos a la ordenación de unas acciones congruentemente encaminadas a la plena posesión de lo que previamente hemos considerado y asumido como “Lo amado”

Un “Lo amado” común, y de cuya posesión ya aquí en la tierra se deriva esa “paz y felicidad plenas” de las que -como dice Hola-, hablamos l@s cristian@s.

Siguiendo este esquema, procuraré escribir un artículo que llevará por título las dos primeras palabras de tu intervención de hoy querido Hola: LA FELICIDAD ES IMPOSIBLE.

Esperando nuevas intervenciones a este post que procuraré tener en consideración para mi artículo posterior, me despido con un cordialísimo saludo.

Anónimo dijo...

Efectivamente Kowalski, la curiosidad me puede… en este caso, sobre los creyentes infelices, algo que, si lo pienso a fondo, me choca casi tanto como los que ruegan al señor para que no muera un ser querido gravemente enfermo (si lo pienso a fondo claro, la primera motivación es clara).
Pero aún siendo escéptico (que no lo soy, como mucho agnóstico grave) sí pienso que preguntando, alguna respuesta puede colmar mis expectativas (compartirla es otro cantar, tened en cuenta que solo aspiro a comprenderla...)
No sé qué os parecerá a vosotros la cuestión que me intriga, si la infelicidad y la fe son compatibles…
Saludos, y buen fin de semana.

Anónimo dijo...

Pa4ra un cristiano que siga las enseñanzas de Jesús le lleva a creer que con la muerte en ese mismo momento recibe directamente la vida de Dios y por lo tanto la calidad de vida de Él.

El ejemplo lo tenemos en Jesús, qu emuere yresucita y por eso la verdadera fe cristiana lleva consigo una experiencia del Cristo resucitado, como les pasó a los apóstoles que no fueron cristianos hasta que tuvieron la experiencia de Cristo resucitado.

La felicidad plena en esta vida depende de la expefriencia de la fe en el Cristo resucitado.

Anónimo dijo...

Hola Gorka97, por apurar un poco la tarde, ¿la infelicidad junto a la fe, está justificada?

Anónimo dijo...

En realidad me ha surgido otra rama de pensamiento con tu mensaje Gorka97, la calidad de vida de Dios (es una forma de hablar), sería por tanto de "paz y felicidad plenas", a pesar de ser consciente de todo lo que se cuece por "aquí abajo"… vamos, que muy en el fondo, ningún problema parece ser causa de infelicidad allí arriba.
Esto es lo que me pensar, que esta línea de pensamiento debería anular la posible infelicidad de los religiosos, no sé qué os parecerá a vosotros.
Saludos de nuevo…

Anónimo dijo...

Depende ded lo qye se entiende por infelicidad.

Se puede tener una vida llena de calamidades o lo que sea, pero la fe te da una luz.

Si por infelicidad se entiende no esperar nada de la otra vida, pues claro que sí.

Anónimo dijo...

En cuanto a la luz que da la fe, depende de los temperamentos de cada uno, pero Dios procurará ayudar a aquel tejmperamenteo que tiene más dificultad.

Anónimo dijo...

Dejadme meter una idea que trataré de desarrollar en mi artículo:

La fe y la felicidad son dos motivos.

Motivados por la primera y a través de los efectos de nuestros actos, se adquiere una condición.

Y motivados por la segunda -también a base de la repetición de actos- se consolida un estado.

¿Qué os ha parecido?

Anónimo dijo...

Me temo que sigo con mi duda, bastante alejada de los distintos caminos que pueden llevar a alguien a la felicidad.

¿No debería ser cierto, que a cualquiera a quien le haya caído en gracia tener fe, la felicidad debería dársele por supuesto, y considerarse intrínseca a la misma?

Etimológicamente, no creo que fe y felicidad tengan nada que ver, pero deberían.

Escuchando el mensaje sobre la vida después de la muerte, el pueblo elegido, etc, no veo otra posibilidad para un creyente infeliz, que la de un creyente insincero consigo mismo o con la fé…
Claro que puedo estar equivocado.

¿Qué explicación se da desde la fe para la infelicidad de un creyente?

Saludos a todos

Anónimo dijo...

Verás, querido Hola:

La felicidad como fin último –es decir, como fin al que se tiende priorizando y actuando nuestras capacidades el número suficiente de veces- efectivamente es intrínseca a la fe.

Pero ni nuestro conocimiento ni nuestra voluntad están permanentemente “en acto” como dirían los metafísicos, por lo que nos pueden fallar tanto la sabiduría como la persistencia para perseguirlo y para lograrlo.

Éste perseguir y este logar, tienen lugar progresivamente, a base de fijarnos fines parciales que –caso de ser ordenados- no suponen sino nuestra propia e intrínseca conveniencia.

Cuando lo logramos y como efecto de ello, es cuando sentimos un gozo que proviene de la posesión de “lo amado” –entiéndase “de lo intrínsecamente conveniente”- al que en términos menos puristas también llamamos felicidad.

Como este proceso tiene lugar a través del tiempo, habremos podido ser felices en el pasado, serlo en el presente, o proyectarlo para el futuro. Pero que hayamos sido felices en el pasado, no presupone la felicidad presente, ni justifica por sí mismo la futura felicidad salvo como motivación.

No se si te habré dado alguna luz más.

Como os decía en mi post anterior, trataré de explicarme mejor en mi artículo.

Un saludo y un feliz domingo para todos.

Anónimo dijo...

La felicidad es algo a lo que todos tendríamos que aspirar. Los caminos para llegar a la felicidad son diversos, la fe es una herramienta para lograrla, pero poner un y otro concepto al mismo nivel es como sumar peras y manzanas. La fe no da la felicidad por sí misma, la fe conforta, da fortaleza, sobretodo en los momentos de infelicidad; en ese sentido ayuda a conseguirla. Sin embargo, hay que reconocer que tampoco es imprescindible: aunque en general los ateos suelen ser menos positivos no cuesta nada aceptar un ateísmo feliz. Por otro lado, los creyentes en estado de felicidad permanente o alucinada me dan un poco de repelús, me los imagino con túnica, cantando y con platillitos, como transportados por una falsa alegría, ¡arg!

Nota: Hago mías todas las aportaciones de Gorka al post. Creo que nos lleva un poco de adelanto.

Anónimo dijo...

La felicidad no es cuestión de tener o no tener momentos malos, sino sencillamente es qaue en esos momentnos malos tienes una luz especial que te lleva a decir que las cosas son como son, pero con una fuerza especial como tuvo Jesús en la oración del huerto.

Jesús, que veía todo lo que se avecinaba y no quería nada de éso, le dice a su Padre que no se haga sino su voluntad, y el de arriba después de pasar por todo lo que pasó con su muerte hizo qu ela resurrección fuera superior a la muerte.

Anónimo dijo...

En relación a lo que venimos diciendo, mirad que hermosa reflexión del Caredenal Péter Erdő (arzobispo de Esztergom-Budapest y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE).

Dice así:

Preguntándose cómo es posible "alegrarse llevando el peso de tantos problemas y sufrimientos", el cardenal pidió dirigir la mirada a la sonrisa de Nuestra Señora, que "aúna compasión y felicidad, transformando las lágrimas de la pasión en el consuelo de la gloria".

A mí me ha encantado.

Anónimo dijo...

Es un poco en la línea de lo que pretendía expresar, no debería esperarse nada más de un creyente... felicidad, a pesar de las "lágrimas de la pasión".

Anónimo dijo...

Lo que se dice en mi post, es que las "lágrimas de la pasión" se transforman "en el consuelo de la gloria", y lo que ésto quiere decir es que, cuando el sufrimiento se sublima (hablaríamos aquí de un "santo abandono" o de un abandono confiado en las manos de Dios), te das cuenta de cómo actúa en tí mismo, por encima de tus fuerzas y a través de tus actos el Poder del Espíritu de Dios.

Es así como en tí se pone de manifiesto su Gloria, lo cual supone un gran consuelo puesto que se hace evidente que el sufrimiento no tiene la última palabra.

Confío en que se entienda bien así lo que la frase pretendía decir; si no, me decís...

Anónimo dijo...

Hace tiempo que no intervenía pero aquí estoy.
No se si te estoy entendiendo Dorota, pero lo que sí consigues transmitirme es tu gran seguridad.
Un saludo a todos.

Anónimo dijo...

Por cierto, Hola, ¿qué relación crees que guarda la increencia con la infelicidad?

Anónimo dijo...

Hola Alfredo,

No creo que tenga ninguna relación, la verdad, la observación sobre fe y felicidad que quería comentar aquí, solo funciona en ese sentido.

Por encima de todo sufrimiento, al creyente le espera la certeza de que todo termina en paz y felicidad, o de una manera más literal, puede pensar que todos sus ancestros le observan desde arriba en plena paz y felicidad, mirando hacia aquí abajo con la certeza de que todos los problemas de la tierra no son sino minucias. Creyendo esto, es fácil desdramatizar cualquier situación penosa que a uno le pueda acontecer.

Como se ha comentado anteriormente, “la fe te da una luz”, pero no es la única linterna disponible…

Saludos a todos...