martes, 9 de septiembre de 2008

2ª PREGUNTA FORMULADA

Nos encontramos en esta ocasión con una intervención de nuestro amigo JML. Para poder leerla, y para poder participar si lo consideráis conveniente, tendríais que pinchar en "comentarios".

10 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí me gustaría, ahora que Ratzinger va a visitar Lourdes, que habláramos un poco de este enclave, esta especie de parque temático sobre la Virgen.

He estado en Lourdes varias veces, la última hace varios años, cuando los La Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro de Jerusalem nos contrató para dar un concierto (el Requiem de Mozart y polifonía religiosa del siglo XVI concretamente).

A mí me pareció siempre un lugar repugnante. Un atentado al buen gusto por un lado y un retroceso a lo peor de la irracionalidad por otro.

Yo no entiendo (ni comprendo cómo desde la visión de la fe otros pueden entender) que este tipo de cosas reciba el espaldarazo de la iglesia. Supongo que la fe debiera ayudar a los creyentes a aceptar su suerte, y su muerte. Una fe que impele a reptar como un gusano a implorar rastreramente un milagro que no se va a producir me parece horroroso. Por ética y por estética.

Quizás sea una forma un poco fuerte de proponer la vuelta de vacaciones, pero en fin, eso es lo que hay. Aún no puedo evitar estremecerme ante aquellas infames tiendas en las que se venden botellas de plástico con la imagen kitsch de una virgen blanquiazul...

¿Un Papa del siglo XXI tiene que ir precisamente a este tipo de sitios? No lo entiendo.

JML

Anónimo dijo...

¡Mira cuánto tiene que ver este artículo que me he encontrado con el trasfondo de lo que planteabas!.

Habla de la oración de petición, e ignoro quién lo ha escrito. Lo único que se es que en su momento me interesó. A ver a vosotros lo que os parece, y dice así:

"No hace falta que le pidamos nada a Dios porque Él sabe lo que necesitamos y está deseando darlo; pedírselo supone cierta desconfianza en su atención permanente. Basta con expresar nuestros deseos, desahogarnos con Él.

De un modo semejante, la Revelación no es la Palabra de Dios “caída del cielo”. La revelación es el descubrimiento humano progresivo (evolución del dogma) –expresado por comunidades o personas espirituales en el lenguaje de su propia cultura- de lo que Dios nos está diciendo a todos en nuestro interior.
¿Por qué no lo ha dado o comunicado antes? Por la resistencia de lo contingente –de lo finito, lo limitado, lo creado- ya sea la naturaleza de las cosas o nuestro yo autista, que quiere defenderse del Infinito.

¿Pasividad, conformismo? ¿Esperar a que Dios nos dé lo que necesitamos? No; nuestra actitud no debe ser pasiva. Debemos vencer las resistencias de la naturaleza o de nuestro yo. Somos creadores junto con Dios.

Podemos seguir cooperando con el Dios de la vida si intensificamos nuestro deseo de vivir, aquí y ahora, la vida que Dios quiere difundir en este mundo.

El deseo de vivir es la mejor cooperación con Dios para recrear la vida.

Tanto la psicología como la parapsicología siguen descubriendo el efecto de la mente en el mundo físico. A este efecto podemos atribuir los milagros: la confianza expresada en la oración –como un deseo intenso- es la que actúa sobre el organismo físico.
Lo que no podemos es evitar la muerte. La vida que quiere darnos Dios cede ante la inexorable muerte. ¿Es la muerte un fracaso de la vida, un fracaso de Dios? Pues no: la muerte es un tránsito.
La muerte de la flor abre el camino del fruto. Para san Pablo la resurrección es el fruto del cuerpo que muere enterrado como la semilla: “se siembra corruptible, resucita incorruptible”.

Dios nos está dando la plenitud de la vida; sólo tenemos que abrir las compuertas para dejar que nos inunde. Como en una exclusa, tenemos que abrir las compuertas para que entre el agua y nuestra nave suba de nivel, y vaya ascendiendo de exclusa en exclusa, hasta alcanzar la altura del mar infinito.

¡Abramos, entonces, las compuertas a Dios!"

Yo creo que éste es el modo correcto de entender la oración de súplica.

En cuanto a por qué un Papa del siglo XXI tiene que ir a ese tipo de sitios, pues supongo que se junta un interés político -el viaje a Francia, un país con sólo el 10% de creyentes y laico por excelencia-, con un interés pastoral.

Mañana podemos seguir comentando si lo deseas...

Anónimo dijo...

¿Y la cancha que los medios de comunicación, todos, dan a astrólogos, tarotistas y esotéricos de todo pelaje? Todo ello forma parte de una religiosidad popular y supersticiosa que está siempre ahí y que no se puede eliminar. Hay que aguantar.

Anónimo dijo...

Entiendo lo que explicas, Dorota; y el texto que has colocado me parece asumible desde la fe.

Yo tengo uno padres sumamente creyentes, y estoy muy acostumbrado a contemplar oraciones de petición o súplica.

Comprendo asimismo que tal práctica conlleve una dosis no pequeña de consuelo para el orante. Entiendo, porque así lo he visto en casa, que una oración puede ser algo más que un "¿qué hay de lo mío?" dirigido a las alturas.

Pero lo de Lourdes es diferente. Kowalski habla de la religiosidad popular. Los hispanoamericanos (con todos los respetos) saben llevar la religiosidad popular hasta extremos inconcebibles: todos hemos visto peregrinaciones en la tele que se hacen de rodillas, caminando sobre llagas para llegar al supuesto santuario de una virgen. Estadios de evolución mental humana a superar es lo que veo yo en estos casos, que me ponen enfermo.

Soy una persona sensible, empática con el dolor de los otros y estable, pero cada vez que veo estas muestras de "religiosidad popular" algo hierve en mi interior; algo me hace sentir desprecio hacia esas prácticas y hacia quieres las practican.

Un cordial saludo a todos, y especialmente a nuestra anfitriona.

JML

Anónimo dijo...

De lo que se deduce que hay una manera muy positiva de vivir esas convicciones y de la que podemos aprender mucho, ¿no te parece?

Anónimo dijo...

Veréis: El texto que he transcrito es un poco "la vanguardia" de lo que la Iglesia piensa sobre este tema, interpretando por "vanguardia" lo mantenido en una facultad del OPUS como la mía, y que coincide exactamente con lo que en el comentario se plantea.

Ya desde el primer curso de la carrera, se nos ha advertía de la importancia de "enserecer" el mensaje y de desposeerlo de toda alharaca sin despreciar el fervor popular que, dicho sea con toda justicia, en ocasiones ha dado lugar e incluso ha antecedido a la actuación y al juicio de la Iglesia.

Yo nunca he estado en Lourdes, querido J.M.L., pero seguro que están justificados tu estupor y tu indignación, y parece que también por ahí tenemos algo que hacer.

Pero por mucho que le disgusten a Benedicto XVI determinadas puestas en escena -y no me refiero únicamente a Lourdes- el cometido pastoral de su viaje le lleva a festejar los 150 años de las apariciones marianas, y a paraticipar junto con el Pueblo de Dios en unas jubilosas celebraciones llenas de hondo sentido religioso.

Ya se a lo que os referís. Y sé que -además- tenéis razón.

Pero no debemos juzgar, sino comprender.

Los milagros siguen sucediéndose (no olvidemos que se trata de actuaciones del Espíritu Santo fundamentalmente para favorecer la fe de la comunidad).

También está lo que decía quien lo esribiera en su artículo, de que el componente psiquico es determinante cara a una curación.

Pero estamos hablando de orar.

De orar en Fátima; de orar en Lourdes; de orar frente a la Macarena o frente a la Mare de Deu.

Agradecidos. Expectantes. Como niños deseosos de captar su atención. Como si le lleváramos un ramito de txibiritas y ella nos despidiera con un suave beso y una sonrisa, sabiendo de nuestros afanes y devolviéndonos a nuestra actividad...

Éso es al menos lo que yo siento ante la Señora, y otras actuaciones no consiguen quitarme la paz.

Anónimo dijo...

Pero orar para qué? Para desahogarse como menciona la cita?
Por qué no se dice nada de la venta de agua “sanadora”? cómo se mantiene eternamente el mito de la sábana santa? Y las reliquias?
El límite de la superstición y la religión es bastante difuso (por decirlo suavemente), pero me interesa más la incapacidad de asumir la vida “en la práctica”, tal y como la definen “en la teoría”, a saber, nos espera una vida eterna, dejen de preocuparse por la vida terrenal…
Suele estar asumido que la gente se muere cuando dios quiere nunca antes (nosotros, pero también nuestros seres queridos, aunque hay gente empeñada en acelerar el proceso)…
Orar para qué?
Saludos

Anónimo dijo...

Según yo lo veo, si la religión no sirve para mejorar la vida no sirve de nada.

Mt 23:23:“¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separáis para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacéis caso de las enseñanzas más importantes de la ley, como son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que se debe hacer, sin dejar de hacer lo otro".

Anónimo dijo...

Después de darte nuestra más cordial bienvenida, Luis, te contestaré con una frase del Cura de Ars...

Él decía así:

“Si a la hora de mi muerte me doy cuenta de que Dios no existe, quedaré defraudado, pero nunca lamentaré haber pasado mi vida creyendo en el amor”

Pues bien.

Ahora te diré que, de un modo u otro, si cada un@ de nosotr@s ordenamos nuestra vida al Amor, la vida que compartimos mejorará.

Pero si además somos capaces de acoger la Revelación de Dios y de consentir que su Poder actúe en nosotros y a través vuestro, llegaremos no sólo a mejorar nuestra vida, sino a compartir auténticamente la vida de Dios.

Ésta posibilidad no está condicionada por una forma concreta (puesto que la catolicidad de la Iglesia supera su contorno, y puesto también que no hay condicionante que pueda limitar la acción de Dios); pero si está condicionada –como decía el Cura de Ars- por nuestra creencia en el verdadero Amor.

Celebramos mucho tu intervención, y esperamos seguir contando contigo, ¿si?...

Anónimo dijo...

Ahora voy contigo, querido Hola...

Verás:

Lo que el orar supone, es entrar en intimidad con Dios.

¿Y para qué?...

Pues para trascendernos y desde ese punto comprender.

Comprender que estamos estableciendo una relación de amor con quien primero nos ama, y para comprender también que es precisamente de esa relación de donde surge la fecundidad constitutiva de toda nuestra vida.

Oramos, pues, porque nos interesa. Porque nos es necesario conocer todo esto para poder amar.

Cuando la experiencia de esta relación es honda y verdadera, lo que l@s creyentes dicen y lo que practican –siempre dentro de nuestra limitación, pero contando con la ayuda de Dios- suele coincidir.

Pero el que nos sintamos ciudadanos del cielo no hace que dejemos de interesarnos por las realidades terrenas, puesto que sabemos que nuestra propia evolución hasta la plena unión con Dios tiene lugar contando con nuestras circunstancias y como consecuencia de los efectos de nuestros actos realizados en medio de ellas.

Estoy de acuerdo contigo en lo que dices de que la devoción pueda tender a la superstición, y por eso pienso que quienes están queriendo demostrar la resurrección de Cristo en base a medir radiaciones en la Sábana Santa están haciendo un flaco servicio a la fe, puesto que la entrada de Jesús en la vida de Dios no es demostrable por fotografías o rayos de cualquier tipo dado que Dios no emite precisamente radiaciones...

Pero no creo por eso que haya de haber dos tipos de lenguajes para expresar la querencia de nuestra fe siendo que uno (más cultivado) fagocite al otro, porque aunque en ciertas manifestaciones de la devoción popular pudiera haber tintes de superstición, también hemos de considerar que sin ellas –y particularmente sin la devoción a la Virgen María- no hubiéramos podido conservar la fe en su sustancia constante, susurrante, como un agua subterránea que discurre en silencio hasta el fondo del alma, como un acompañamiento a la sensación de existir, puesto que la fe no ocupa solo la inteligencia y la voluntad, sino que penetra hasta las menores de nuestra células.

¡En fin!

Aunque me he alargado un poquito, espero haberte contestado…