domingo, 14 de septiembre de 2008

POR ALUSIONES (I)

De vuestras últimas intervenciones en el artículo de Pagola, he ampliado y estructurado unas preguntas y respuestas intercambiadas con Joaquim que tienen mucho que ver con la nota de retractación de D. Ariel Álvarez cuyo contenido analizaremos a continuación. No trataremos de defender ni de atacar a nadie, sino de hacer valer –que no de hacer prevalecer- nuestras razones en un ejercicio de Apologética a la que me encantaría nos aficionásemos.

Las preguntas y respuestas son las que aquí figuran, y en cuanto al texto de la retractación, su contenido íntegro lo tenéis en el comentario nº 18 del artículo EL EPÍLOGO DE PAGOLA.

1. ¿Los relatos del Génesis son históricos?

® Son relatos escritos en un momento u otro de la historia y en ese sentido historiables.

La primera respuesta, la verdad, no dice gran cosa, pero no dice lo que la Iglesia dice: que dichos relatos (hasta Abraham, es decir, Adán y Eva, Caín y Abel, la Torre de Babel) contienen relatos históricos. Ahí te podría caer un palo.

® Yo no lo creo, querido Joaquim, porque si por histórico se entiende algo que aconteció aunque no pueda datarse ni someterse a prueba alguna con el C14, yo también interpreto que son acontecimientos históricos.

2. ¿Jesús era laico o sacerdote?

® Jesús es el Sacerdote de la Nueva Alianza. Él es quien ofrece la víctima y quien la regenera al mismo tiempo.

La segunda, la respeto, pero no creo que el interesado se encontrase cómodo con tal interpretación. Esto es más personal.

® No cabe aquí la discrecionalidad, querido amigo: El Cristo es quien renueva -es decir, quien renueva y en quien se hace de nuevo realidad- la alianza de los seres humanos con Dios.


3. ¿Que qué es lo que redime, el dolor o el amor?

® Lo que redime es el Amor de Dios, hecho realidad en Cristo, y supuesta nuestra ordenación a Él.

La tercera, lo siento, pero es contraria a la enseñanza de la Iglesia de que el sufrimiento tiene un dolor salvífico. Ahí podría ir otro palo.

® Tampoco en esta ocasión lo creo porque el sufrimiento, querido amigo, ni es querido por Dios ni tiene valor salvífico alguno. Es una consecuencia de la pérdida de nuestra incorruptibilidad tanto anímica como física. Lo alcanza sin embargo en cuanto que asumido como participación en la pasión y muerte –y en lo que después será resurrección- de Cristo. Esto conviene tenerlo muy claro…

4. ¿A Dios dónde hay que adorarle, en las iglesias católicas o en espíritu y en verdad como manda el Evangelio de Juan?

® A Dios se le encuentra en nuestro interior. Es ahí donde debe buscarle el buen contemplativo (como diría San Juan de la Cruz). De esa intimidad surgen las mociones del Espíritu Santo (que es de lo que nos habla el Evangelio del otro Juan –el Evangelista- cuando nos dice que hemos de adorarle en espíritu), que para contextualizarse habrán de contrastarse con la autorrevelación que Dios hace de sí mismo en el conjunto de la revelación (coherente consigo misma y de la que también nos habla la frase de San Juan cuando nos dice que ha de adorársele en la verdad.)

Con la cuarta estoy esencialmente de acuerdo, pues “donde se reúnen dos o tres en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”, pero para esto no hacen falta intermediarios, ¿no crees? Ya sabes que a los místicos siempre se les ha mirado de reojo, no sé si caería el palo pero cuidadín

® No era exactamente eso lo que quería decir, querido Joaquim; pero te diré que para contrastar nuestras mociones con la realidad, nos es necesario tanto la Revelación como la comunidad.

Vamos ahora con el escrito de retractación del Sr. Álvarez.

Comienza diciendo que se sabe y se siente miembro de una Iglesia a la que ama y aspira a seguir unido desde su ministerio, pasando a continuación y a petición expresa de la Santa Sede, a corregir algunas de sus interpretaciones. Nosotros vamos sencillamente a tratar de entenderlo.

En el primero de los apartados el Sr. Álvarez dice así:

1.- Yo había afirmado que a Dios no le agrada el sufrimiento del hombre, que no lo manda, ni lo permite directamente, porque Dios salva mediante el amor y no mediante el dolor. Y que jamás puede entrar en la voluntad de Dios algo que pueda hacer sufrir al hombre. Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que el sufrimiento tiene un valor salvífico.

® A la espera de vuestras opiniones, lo que yo le diría al Sr. Álvarez es que Dios nos crea, nos llama y nos convoca, desde el Amor y con el Amor; pero no nos salva sin nuestro amor, y eso pasa por que se lo consagremos por encima del dolor y de las circunstancias.

Es así como el sufrimiento adquiere un valor salvífico, y si así lo hacemos es como nos hacemos semejantes a Cristo y cobra para nosotros sentido la participación en su pasión, muerte y resurrección.

El dolor, el sufrimiento, la muerte, no son de Dios, sino que son -como le decía a Joaquim en la tercera de sus preguntas- consecuencia de la pérdida de la incorruptibilidad derivada de la participación en la vida de Dios, como efecto del pecado original.
Pienso que éste es el modo correcto de entender, tanto lo que nos dice la Iglesia Católica, como lo que con mayor o meno acierto ha intentado interpretar el Sr. Álvarez, ¿no lo creéis vosotros así?

Vamos a pasar ahora a la segunda de sus interpretaciones, que dice así:

2.- Yo había afirmado que Dios siempre hace milagros, pero no suspendiendo ni superando las leyes de la naturaleza, pues estas leyes están bien hechas por Dios, y no hay necesidad de suspenderlas; que Dios cuando hace milagros los hace a través de las mismas leyes de la naturaleza, muchas de ellas desconocidas por el hombre, por eso a veces tenemos la impresión de que éstas se “suspenden”. Y que esta explicación no minimiza en absoluto el poder de Dios, al contrario, lo afianza y engrandece. Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que los milagros, en cuanto suspensión de las leyes naturales, son posibles.

® Las expresiones del Sr. Álvarez son bellísimas, ¿no lo creéis así?

Sin embargo, lo que yo le diría sobre este punto es que, puesto que creemos que Dios es Espíritu Puro, y que su forma de actuar (el Espíritu Santo –plasmación del poder ilimitado de Dios en el Hijo-) no se ve constreñida por los condicionantes espacio-temporales de la materia, no tiene por qué extrañarnos que la misma no se manifieste necesariamente de forma tangible, puesto que bajo su actuación las leyes de la naturaleza material se verían no sólo superadas, sino que también perfeccionadas y sin suponer ningún obstáculo para su concreción.

No se vosotros lo que opinaréis, pero como parece que esto se va alargando un poquito, vamos a repartir el contenido de este artículo en diferentes apartados, ¿os parece bien?

De todos modos, yo creo que en éste ya hemos dejado distintos puntos abiertos para opinar. Ahora vosotros diréis...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto a los primeros cuatro puntos tengo opiniones muy diferentes a las tuyas. No te quiero dar más la paliza, sólo te diré que seguir utilizando ideas y conceptos surgidos en un tiempo y en una sociedad que se parece a la nuestra como puede parecerse el blanco al negro para mí no tiene ningún sentido.

Lo que por mi parte pretendía no era pontificar sobre tal o cual aspecto de la fe (¿cómo podría?), sino poner de manifiesto que hay muchas cuestiones sobre las que se pueden tener puntos de vista diferentes sin tener que anatemizar a nadie. Lo que pretende Ariel Álvarez no es otra cosa que conciliar fe y razón ¿verdad que te suena? Además, si te fijas, el opina sobre cuestiones que no son dogma de fe, al menos eso me parece; por eso es tan grave que algún colega acepte dedicar un buen tiempo a bucear en su obra para sacar a relucir las bobadas que, como sabemos, le impedirán ejercer el magisterio y ganarse la vida.

En el tema de los milagros estoy de acuerdo al cien por cien con Ariel; no sé de nadie que haya visto un “milagro” de esos con efectos especiales y sonido sensurround. La cuestión de la redención por el amor o el sufrimiento es claro que es una pelotera tonta por “un quítame allá esas pajas”.

Saludos,

Anónimo dijo...

Yo también creo que el lenguaje ha de actualizarse, querido Joaquim, pero lo que no puede es desviarse. En ese avanzar no sobra nadie. Tampoco el Sr. Álvarez. Quiero creer que después de haber aceptado voluntariamente la corrección, a partir de ese momento sus enseñanzas incorporarán lo corregido, por lo que no veo inconveniente para que –si eso es así- siga ejerciendo su ministerio –al menos eso es lo que sucede con el Sr. Pagola-.

En cuanto a lo que dices de los milagros, piensa que para ponernos de acuerdo en que a Dios y a sus atributos no se les ve, no nos hacen falta teólogos.

Es un Espíritu Puro que actúa y lo que vemos son los efectos de su actuación. Ahí es donde han de colocarse los milagros, ¿no crees?.

Yo también te saludo cordialmente, querido Joaquim.

Anónimo dijo...

¡Y otra cosita!. La redención es por las dos cosas: por el Amor de Dios, y por nuestra actuación -que incluye la aceptación del valor salvífico del sufrimiento-

¡He dicho!

Anónimo dijo...

Acuérdate: Ariel hizo la rectificación explicitando que era por deseo expreso de la Santa Sede, es decir, por obediencia. Como no quiso faltar a la verdad no le ha sido aceptada la rectificación y la prohibición de ejercer se mantiene.

Y para rematar la cuestión de la redención desde el punto de vista católico: será salvo el que esté lleno de amor al prójimo y acepte la realidad de este mundo, es decir el dolor. Supongo que aquí ya habremos llegado a un punto de encuentro pacífico, aunque esto tiene para mí dos consecuencias claras en las que ya no estaremos de acuerdo: 1ª.- Cualquiera, católico o no, puede salvarse, y 2ª.- El dios personal y amoroso no existe.

Buena semana

Anónimo dijo...

Querrás decir que quiso ser sincero... Pero para bien o para mal, la responsabilidad del discurrir de la Iglesia no es suya.

La salvación de Xto. abraza a toda la humanidad de todo tiempo, mi querido Joaquim.

Lo que no alcanzo a comprender es por qué consideras ésto contradictorio con la existencia de un Dios personal y amoroso...

Supongo que te explicarás.

Yo también te deseo y deseo a tod@s l@s lector@s una excelente semana.

Anónimo dijo...

Dices: “La salvación de Xto. abraza a toda la humanidad de todo tiempo”, pero eso será si se cree en él, esa es la condición ¿no? En mi afirmación anterior sobre la salvación no había condiciones, pues según lo veo esta se extendería a cualquiera “que esté lleno de amor al prójimo y acepte la realidad de este mundo, es decir el dolor”.


En cuanto a lo otro, me parece que aceptar el sufrimiento y el dolor es exactamente lo que nos enseñó la pasión, muerte y resurrección de Jesús, lo cual, por otra parte, entra en contradicción con la existencia de un dios personal y bondadoso. A Jesús lo sometieron a suplicio y nadie se inmutó, lo ejecutaron y Dios no se inmutó. Él se quejó amargamente en la cruz de tal abandono. Desde tiempo inmemorial Dios ha permitido injusticias de todo tipo que ningún padre en su sano juicio dejaría de impedir si estuviese en su mano ¿cuántos murieron en la 2ª Guerra Mundial? Podríamos incluso llegar a aceptar que el mal es cosa humana y que de tales acciones seremos juzgados, pero cómo podemos explicar, por ejemplo, la muerte de los niños que murieron enterrados tras horas de agonía atroz bajo los escombros del último terremoto en China, ¿dónde estaba ese dios de ternura? ¿Cuántos murieron en el tsunami de diciembre de 2004? ¿200.000? ¿300.000? Hay que aceptarlo, Dios no interviene. El núcleo del cristianismo es la esperanza en la resurrección, nada más, el resto es atrezzo.

Anónimo dijo...

Verás, querido Joaquim: La salvación de Cristo abraza a toda la humanidad de todo tiempo –déjame juntarlo con lo que tú dices a ver si así nos da más luz- siempre que se esté lleno de amor al prójimo y que se acepte la realidad de este mundo (que desde luego no es el dolor, puesto que el dolor no es sino la ausencia de lo necesario en el plano físico, y/o psíquico y/o espiritual).

En cuanto a lo que argumentas sobre la no-misericordia de Dios, te diré que cuando Dios creó a los seres humanos, lo hizo en comunicación de vida con Él, y que fue como consecuencia de la pérdida de lo que se denominan dones preternaturales –precisamente los que se derivaban de nuestra unión con Él-, la humanidad quedó gravada por la enfermedad, la necedad, la falta de reciedumbre y la muerte.

Estos efectos se vieron restañados para la actuación del Hijo de Dios hecho hombre, y fue necesario para ello que Él “enmendara” el error cometido por nuestros primeros padres.

Lo hizo conformando su voluntad humana a la de su Padre Dios. Le costó el martirio y la muerte. Cierto es que su humanidad flaqueaba, pero no así que cediera su voluntad.

Así es como la humanidad fue redimida o, mejor dicho, como alcanzó a participar –imitando la forma de actuar de Cristo (ya sabes, amor, conmiseración, perder la vida para los demás…) – en su propia redención.

Pero tal vez vivimos ajenos a esta realidad. Comúnmente pensamos en vivir, y casi nunca pensamos en morir. Sin embargo, moriremos. Un@s en unas circunstancias y otr@s en otras.

Pero los cristianos sabemos que no recibimos mayor cruz que la que podemos soportar y que la cruz, aunque mortifique, no aniquila. También que es un paso previo a la resurrección, a ese volver a compartir –como en el inicio de los tiempos y en base a los méritos de Nuestro Señor Jesucristo- la vida de Dios.

Esos casos tan dramáticos que expones no suponen la ausencia de Dios.

Dios está allí para recibirles con sus brazos abiertos, después de un recorrido a través del que -con sus aciertos y con sus errores-, habrán sin duda procurado compartir y participar del bien.

Serán esos sus actos, purificados por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, los que les avalarán y los que justificarán su segura salvación.

Ellos están ya en el seno del Padre, y desde aquí les pido a tod@s que rueguen por nosotr@s, enredados como estamos en nuestros afanes, hasta que nosotr@s también un día, superado el umbral de nuestra muerte, lleguemos a contemplar la luz del rostro de Dios

Éso es lo que creemos los cristianos, querido amigo...

Anónimo dijo...

Dios te oiga querida Dorota.

Anónimo dijo...

Al volver a leer mi post de ayer, me he dado cuenta de que -entre los efectos del pecado original- me faltaba incluir el amor egoísta o concupiscente (la concupiscencia).

Mis disculpas ante l@s que sepan más y menos que yo.

Anónimo dijo...

¿Seguro que nadie recibe mayor cruz que la puede soportar?
Hombre, siempre hay que pensar en positivo pero no termino de verlo claro…

Anónimo dijo...

L@s cristian@s creemos que así es, querido Hola.

Que siempre que el dolor físico tenga el tratamiento conveniente y que no decaiga por ausencia de salud psíquica nuestra esperanza, sabemos que todo lo podemos en Aquel que nos conforta.