domingo, 7 de septiembre de 2008

EL EPÍLOGO DE PAGOLA

Queriendo liberar y regenerar de las mutilaciones del mal al género humano, el mismo Dios intervino tomando parte en esa naturaleza. Intervino en la persona del Hijo (como no podía ser de otro modo, pues es en la Persona del Hijo como Dios se nos comunica, comparte y relaciona) y lo hizo además en la persona de un ser humano (Jesús de Nazaret).

Aconteció, pues, la intersección de dos “personas” en el Cristo, siendo una de ellas (la del Hijo) el sujeto subsistente de tal unión.

Quiere esto decir, que sobre la naturaleza humana del Cristo “imperaba” su naturaleza divina (del mismo modo que sobre la naturaleza animal de un ser humano prima su naturaleza espiritual) siendo que
o la forma de actuar divina (el Espíritu Santo) inheriendo sobre la forma de actuar del ser humano Jesús, transformaba su forma de ser y de actuar de tal modo que era capaz
o no sólo de llegar a “intersectarse” con el ser de Dios,
o sino de hacerlo también con otros individuos de su misma especie transformando la forma de ser y de actuar de estos seres con el poder del Espíritu de Dios

Era el Espíritu de Dios quien se manifestaba y actuaba a través de su humanidad, y era a través de los efectos transeúntes de sus actos como la humanidad se veía divinizada supuesta siempre una correcta actuación.

Me ha parecido conveniente introducir esta exposición doctrinal a modo de personal respuesta a lo que nos sugiere el Sr. Pagola en el epílogo de su libro (nos conmina a preguntarnos en nuestra intimidad y sin intermediarios quién o qué es Jesús para cada uno de nosotr@s), por entender que lo correcto es saber primero lo que es Jesús en sí mismo, para que nos enteremos de lo que debería ser para cada uno de nosotr@s después.

¡Porque veréis lo que os quiero decir!...

Sucede en ocasiones, que para referirnos al ser de Cristo y para superar formulaciones teológicas que no entendemos (no digo que pese a ello no seamos capaces de con ellas elaborar), tendemos a facilitar excesivamente nuestro lenguaje con el resultado de llegar en cuanto afirmamos a interpretaciones no tanto restrictivas –que todas lo son- cuanto que incorrectas -y por no decir inveraces- de la realidad.

Sin ser historiadora, considero los argumentos del Sr. Pagola lo suficientemente contrastados, pero no estoy de acuerdo con la interpretación que de los hechos hace, ni con la argumentación de fondo que le lleva a su selección.

Jesús no es un profeta a la manera de los profetas clásicos, pese a que la Palabra de Dios hablase por sus palabras. Tampoco es un taumaturgo, pese a que mediante sus obras se manifieste actuando el poder del Espíritu de Dios. Ni siquiera hablamos de un ser humano excepcional.

Como diría Lewis en Mero Cristianismo, Cristo únicamente podía ser un loco, o Dios, porque –argumenta él- ¿os imagináis a un hombre en sus cabales que dijera “Si alguien quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí”?...

El Cristo es la manifestación de Dios (es decir, El Hijo) manifestándose con las palabras y actuando a través de las obras del ser humano Jesús de Nazaret.

Su naturaleza humana tendría que empezar por comprender la voluntad de Dios para hacerla suya y poder comunicarla, y en ese contexto han de situarse los distintos acontecimientos que tanto el Magisterio de la Iglesia como la investigación científica consideren suficientemente contrastados, pero quiero ahora hacer hincapié en que Cristo –cuando lo hacía- no se retiraba para discurrir, sino para discurriendo tratar de discernir, la voluntad de Dios.

Eso en cuanto a la transmisión que Jesús de Nazaret hace de la Palabra de Dios, pero lo mismo podríamos decir de “lo taumatúrgico” de sus actos, una actuación que comienza inmediatamente después de su bautismo.

Con el Bautismo del Jordán son dos cosas las que acontecen:
o En primer lugar, la naturaleza humana de Jesús de Nazaret es elevada, de modo que alcanza a comunicarse con y a poder ser actuada por el Ser Trinitario,
o Y en segundo lugar, una Teofanía –una manifestación sensible y directa de Dios- que nos hace si no comprensible si manifiesta, tal eventualidad.

Que Jesús de Nazaret era el Cristo se puso de manifiesto con aquella intervención, y fue después de este suceso cuando empezó a manifestarse a través de sus obras actuando, el poder del Espíritu de Dios (el Espíritu Santo).

Pero Jesús de Nazaret sabía muy bien quien era.

No olvidemos que Él estaba allí, como también lo estuvo en el episodio de la Transfiguración así como cuando le permitió introducir sus dedos a Tomás en la llaga de su cuerpo glorioso (por cierto, echo de menos la interpretación de estos hechos en el libro de Pagola; es más, considero que no tienen cabida).

Lejos de mi intención minusvalorar el esfuerzo del Sr. Pagola por entender y facilitar la comprensión de la figura de Jesús de Nazaret, pero –como él preconiza en el epílogo de su libro- con mi comentario no he hecho sino exponer lo que “para mí” es, manifestando al mismo tiempo la necesidad de que lo que hemos de interiorizar no es lo que a nosotros nos parece, sino lo que realmente Cristo es.

Realmente estamos ante un libro amable y concienzudo, pero lo que yo mantengo es que Jesús no es el profeta del Reino de Dios, sino quien realmente hace posible su tendencia a él mediado el conocimiento, precisamente porque en el mismo se participa a través de la voluntaria y común-unión con Él

En resumidas cuentas, es el Espíritu Santo actuando a través de Cristo, que actúa motivado y animado por Él, quien hace realidad el Reino de Dios, y somos nosotros participando de la humanidad de Cristo y por participar también de su gracia creada, quienes estamos en condiciones de participar y de hecho participamos, del Reino de Dios.

Esta realidad no depende de cómo la concibamos, sino que es así, como también pienso que es así el hecho de que para participar en el Reino de Dios no haya categorías, puesto que ante Dios todos somos menesteros@s. Nos dicen las Bienaventuranzas en cambio, que “sólo los limpios de corazón verán a Dios”.

Pues bien. A la vista de la gran cantidad de datos que barajamos y que realmente poco o nada aportan al contenido de nuestra fe, tal vez sea ahora un buen momento para preguntarnos con G. Eliot ¿dónde está la sabiduría que –en ocasiones- perdemos con el conocimiento?

Bueno.

Hasta aquí llega mi intervención. Tal vez vosotros tengáis ahora algo que decir.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que el libro de Pagola ha tenido cierto impacto, o eso parece. Ya te previne sobre sus efectos perniciosos, aunque espero que todo sea para bien pues, a fin de cuentas, Pagola también es un hombre de fe. Y supongo que en la extensa bibliografía que debe citar Pagola en su libro estarán al menos todos los historiadores creyentes de peso. Y no todos los historiadores van a estar equivocados cuando el consenso al que llegaron hace ya tiempo en torno al núcleo esencial del Jesús de la Historia es tan firme, ¿no crees?

Anónimo dijo...

Parece que el libro de Pagola ha tenido cierto impacto, o eso parece. Ya te previne sobre sus efectos perniciosos, aunque espero que todo sea para bien pues, a fin de cuentas, Pagola también es un hombre de fe. Y supongo que en la extensa bibliografía que debe citar Pagola en su libro estarán al menos todos los historiadores creyentes de peso. Y no todos los historiadores van a estar equivocados cuando el consenso al que llegaron hace ya tiempo en torno al núcleo esencial del Jesús de la Historia es tan firme, ¿no crees?

Anónimo dijo...

Y bienvenida. Espero que estés recuperada de tus dolencias y que la convalescencia dure ya poco. Ánimo y ¡¡¡al tajo!!!

Anónimo dijo...

No creo yo que sea Pagola precisamente quien haya causado mis dolencias, aunque pudiera ser...

Sobre lo que aporten todos los historiadores, a lo largo de toda la historia, no tengo nada que decir -o mejor, no sabría qué decirles-.

Sencillamente, a mí me interesa la Teología.

De todos modos, te diré que también me parece a mí que el núcleo esencial de Jesús es no sólo firme, sino eterno; pero que tal consideración no depende de que naciera cuatro o seis años antes, o de que los acontecimientos de su muerte y resurrección acontecieran antes o después de la festividad de la Pascua judía.

Si tiene que ver, empero, con lo que yo he defendido en el artículo: con que Jesús de Nazaret, "el Cristo", es la Palabra de Dios en la historia, lo cual me temo, querido Joaquim, que además de una realidad "historiable", es una realidad "metahistórica".

Te agradezco muchísimo tus buenos deseos, y no te preocupes, que a partir de ahora mi "convalescencia" no es probable que me detenga.

Un cordialísimo saludo.

Anónimo dijo...

Si “es el Espíritu Santo actuando a través de Cristo, que actúa motivado y animado por Él, quien hace realidad el Reino de Dios, y somos nosotros participando de la humanidad de Cristo y por participar también de su gracia creada, quienes estamos en condiciones de participar y de hecho participamos, del Reino de Dios”;
¿en qué condiciones ha estado la humanidad hasta su nacimiento?
¿no podría ser así por tanto, de ser tan solo un gran hombre?
Saludos

Anónimo dijo...

Piensa que para Dios no existe el espacio ni el tiempo, querido amigo; que ambos son condicionantes de la materia.

En el momento más conveniente, el Hijo de Dios tomó para sí la naturaleza humana; pero la tomó "de una vez": tomó la del antes, la del ahora, y la de después.

Por participar la humanidad (de todos los tiempos) de la forma de ser, de actuar y de relacionarse del ser humano Jesús de Nazaret, y por participar también de su Gracia creada (de la forma de presencia en un ser humano del Ser Trinitario), como efecto de nuestros actos los seres humanos de toda época somos susceptibles de ser elevados en nuestra naturaleza hasta llegar a compartirnos -por encima de nuestras limitaciones- con Dios.

También somos capaces de participarnos con otros seres espirituales, posibilidades ambas que hacen posible nuestra participación en el Reino de Dios.

Así es como nosotr@s, compartiéndonos, vamos construyendo a través de la historia el Reino de Dios.

Pero no nos equivoquemos: en lo que el Reino de Dios consiste, es en la plena unión con Él.

Está además destinado a tod@s: a l@s pobres y a l@s ric@s. A las mujeres y a los hombres. A l@s blanc@s, a l@s negr@s y a l@s de color. A l@s del siglo - III, y a l@s del siglo XXIII.

De las obras de tod@s ell@s depende su instauración, las de cada un@ de acuerdo con su condición.

¿Lo he aclarado un poco más?

Anónimo dijo...

Deseo resaltar los siguientes párrafos del texto de Dorota:

"En resumidas cuentas, es el Espíritu Santo actuando a través de Cristo, que actúa motivado y animado por Él, quien hace realidad el Reino de Dios, y somos nosotros participando de la humanidad de Cristo y por participar también de su gracia creada, quienes estamos en condiciones de participar y de hecho participamos, del Reino de Dios.

Esta realidad no depende de cómo la concibamos, sino que es así, como también pienso que es así el hecho de que para participar en el Reino de Dios no haya categorías, puesto que ante Dios todos somos menesteros@s".

Sin embargo, quiero precisar la idea de Profeta en Lucas, quien dice que Jesús es no un profeta, sino el Profeta, porque es la Palabra de Dios.

Para entender lo que hace XXI siglos se escribió para una mentalidad oriental, hay que recurrir a la crítica cristina que hoy día, ejemplar por su objetividad.

Quería aprovechar la ocasión para saludar y a la espera de seguir intercambiando como antes nuestros comentarios.

Anónimo dijo...

En primer lugar, darte la bienvenida a este nuevo formato, querido Gorka.

Y, en segundo, manifestarte que me ha parecido muy oportuno lo que has aportado de S. Lucas.

Esker'ik asko.

Anónimo dijo...

¿Es posible, por tu parte, que nos hagas una valoración global del libro de Pagola? ¿Crees, después de leerlo, que está justificado el trato y los varapalos que ha recibido?

Anónimo dijo...

Tengo la misma curiosidad que Joaquim… merecía la pena tanto alboroto?

Anónimo dijo...

Yo lo que sí creo que ha habido respecto al libro de Pagola son muchos prejuicios, queridos amigos, y me explicaré:

El libro es en sí mismo estimable.

Particularmente válida se me hace la presentación de la actividad de Nuestro Señor como invitación a formar parte del Reino de Dios, y también la identificación que cada un@ encuentra con l@s destinatari@s del mismo.

En algún aspecto hace asimilable una determinada concepción del Reino de Dios.

Sin embargo, yo creo que la idea a transmitir no es lo deseable que tal participación sea para nosotros (cosa que se hace comprensible mediante las palabras y la actuación de Jesús de Nazaret), sino que es precisamente la identificación con Él (con El Cristo) lo que hace posible para nosotros tal participación.

Enesta línea, y salvando la intencionalidad del autor y la puridad de la disciplina que desarrolla, lo que la Conferencia Episcopal quiso es incidir en la idea de que toda buena Cristología ha de ser por fuerza Trinitaria -cosa que yo comparto-, y lo que sucede es que, a la hora de juzgar/valorar este libro, sin haberlo ni siquiera leido, pre-existen dos posturas enfrentadas.

Creo sinceramente, que en mucha mayor medida se han efectuado críticas negativas a la nota de la Conferencia Episcopal por el hecho de ser suya, que desde distintos estamentos eclesiásticos al libro de Pagola.

Un poco por ésto precisamente, en el artículo de ATAR Y DESATAR pretendo desarrollar la idea de la autoridad del Magisterio de la Iglesia en este tipo de asuntos...

...¡Pero a la tarde tendrá que ser!...

Anónimo dijo...

A la tarde, cuando será que desarrolles lo que quieres desarrollar, creo que tendrías que tener presente que el libro de Pagola es una aproximación histórica (así se llama su libro, "Jesús: una aprox...") y no una cristología ni una tología del Nuevo Testamento; que una cosa es la aproximación que se pueda hacer de los hechos y otra su interpretación teológica. Y, de hecho, como sabemos, dentro del propio catolicismo, en línea teológica, esos hechos son interpretados, o mejor, vividos, de forma muy diferente (por mucho que les pese a algunos). Y no olvidemos que la Conferencia Episcopal no es autoridad dentro de la Iglesia; la única es el obispo y, en tal sentido, el obispo de Pagola autorizó el libro.

En definitiva ¿es correcto decir que cuando Pagola se acerca a los hechos se equivoca porque no los ajusta a la exacta interpretación que querrían algunos? Un poquito de porfavor.

Saludos,

Barcelona, onze de setembre

Anónimo dijo...

No se trata de que Setién o Pagola puedan o no equivocarse. Son distintas maneras de ver lo que para ellos es Jesús.

Jesús es el hombre que sirve a los pobres y a los necesitados, y punto.

Si alguien va contra eso, ahí si se equivoca.

Anónimo dijo...

Es curioso cómo vuestras dos últimas intervenciones, Joaquim y Gorka, me van a servir de ejemplo para demostrar lo que en mi intervención anterior pretendía mantener.

Tienes razón, Joaquim, en que en el libro de Pagola encontramos una “aproximación histórica” a la figura de Jesús de Nazaret. Pero es que los hechos que en él se recogen están seleccionados en base a unos supuestos, o dan lugar en todo caso a una determinada interpretación.

No se trata de que esa interpretación se ajuste en mayor o menor medida "a lo que quisieran algun@s" como tú dices, sino que esa interpretación se ajuste indubitablemente a la verdad.

No es por tanto una cuestión de a quién damos credibilidad.

Está claro que quien no considere a Jesús como la manifestación de la Misericordia del Padre se equivoca, pero está claro igualmente que quien no considere la realidad divina de su doble naturaleza, lo hace también.

No se trata, pues, de defender a Pagola, ni tampoco a la Conferencia Episcopal.

A mí ese debate no me interesa en absoluto. Si a ti o a vosotr@s sí, hay ríos de tinta corriendo en algunos otros blogs.

En este punto es donde me gustaría entrar a analizar precisamente lo que en el artículo de ATAR y DESATAR se planteaba, pero de nuevo os he de pedir disculpas porque en este momento "no me da la vida para más”.

Mañana lo intentaré si Dios quiere, así que hasta entonces me voy ahora a despedir.

Anónimo dijo...

No he sido yo quien ha introducido lo de la Conferencia Espiscopal. Te dejo unas palabras que he encontrado por ahí (no puedo decir de quien son porque están escritas con seudónimo), escritas a propósito de una nueva reprimenda, esta vez a un sacerdote argentino, al que se le ha prohibido enseñar.

“Creo que ya va siendo hora de que se asuma como normal la discrepancia en cuestiones donde lo que entra en juego no es el límite entre lo cristiano y lo no cristiano sino entre formas distintas de entender aspectos concretos de esa fe que nos une, frente a la “anormalidad” que implica la actitud de la jerarquía al querer imponer su postura dentro de debates legítimos, planteados por la Escritura y que la tradición viva de la Iglesia – particularmente de la Iglesia Unida, antes del cisma entre Oriente y Occidente – asumía como abiertos a una discrepancia no ya legítima sino hasta normal. Como dijo Agustín de Hipona – otra cosa es que en esto prefieran no hacerle caso, exponiéndose a que sea él quien los acuse en el Día del Juicio (cf. Jn V,45-47) – y recordamos una vez más: “En lo fundamental, unidad; en lo dudoso, libertad; y en todo, caridad”.

¿Los relatos del Génesis son históricos? Mucho cuidado con la respuesta si se quiere ser católico de pro.

¿Jesús era laico o sacerdote? Hubo alguien que lo presentó como sacerdote (el autor de la Carta a los Hebreos) y no sólo no le pasó nada por afirmar algo que sólo estaba en su imaginación sino que tuvo la doble fortuna de entrar en el canon y de que la Iglesia no lo haya luego condenado por afirmar algo contrario a su Magisterio.

¿Qué es lo que redime: el amor o el dolor? Ojito.

¿A Dios dónde hay que adorarle? ¿En las iglesias católicas o en espíritu y en verdad, como manda el Evangelio de Juan? Aquí la respuesta requiere finezza o no se sale en la foto.

Normalmente las respuestas más evidentes son las que no tienen premio y pasa lo que pasa, que la gente pasa y se buscan las razones en el relativismo, el hedonismo y en cositas así. Cuando uno tiene un problema tiene primero que mirar hacia adentro y hacer acto de contrición y propósito de enmienda. A mi me lo enseñaron en catequesis.

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo con las palabras de S. Agustín, querido Joaquim. Pero mira lo que dicen: “En lo fundamental (y yo creo que la divinidad de Cristo lo es) unidad; en lo dudoso (aquí es donde cogen todos los hallazgos y todo lo en mayor medida opinable) libertad; y en todo (actuando y respondiendo) caridad.”

Lo que sucede es que, en ocasiones, lo interpretable -y a base de repetirlo- toma carácter de universal lo cual puede llevar, no hablemos de cismas, sino de desorientaciones en lo que hemos considerado previamente como esencial.

Por lo demás, vamos a ver un poquitito las que se plantean:

1. ¿Los relatos del Génesis son históricos? Son relatos escritos en un momento u otro de la historia y en ese sentido historiables.
2. ¿Jesús era laico o sacerdote? Jesús es el Sacerdote de la Nueva Alianza. Él es quien ofrece la víctima y quien la regenera al mismo tiempo.
3. ¿Que qué es lo que redime, el dolor o el amor?: Lo que redime es el Amor de Dios, hecho realidad en Cristo, y supuesta nuestra ordenación a Él.
4. ¿A Dios dónde hay que adorarle, en las iglesias católicas o en espíritu y en verdad como manda el Evangelio de Juan? A Dios se le encuentra en nuestro interior. Es ahí donde debe buscarle el buen contemplativo (como diría San Juan de la Cruz). De esa intimidad surgen las mociones del Espíritu Santo (que es de lo que nos habla el Evangelio del otro Juan –el Evangelista- cuando nos dice que hemos de adorarle en espíritu), que para contextualizarse habrán de contrastarse con la autorrevelación que Dios hace de sí mismo en el conjunto de la revelación (coherente consigo misma y de la que también nos habla la frase de San Juan cuando nos dice que ha de adorársele en la verdad.)

Yo creo que todas estas respuestas que te ofrezco, son coherentes con lo que diría Pagola, y también con lo que diría tu articulista anónimo si lo que buscan (ellos como yo) es la coherencia y la verdad de la Revelación, y si están dispuestos a enderezar el rumbo el número de veces suficiente hasta alcanzarla.

Me encantará si me respondes…

Anónimo dijo...

En cuanto a lo que tú decías, querido Gorka97, yo creo que Cristo ha venido a salvar a toda la humanidad (pobres y ric@s, san@s y tullid@s, hombres y mujeres, fe@s y guap@s). Luego l@s human@s –l@s un@s y l@s otr@s- tomamos parte en nuestra propia salvación a través de los efectos de nuestros actos.

Así, y mediante actos de justicia, se instaurará la justicia; pero esto no creo que pase por solucionar las necesidades de nadie –salvo que no pueda solucionarlas por sí mismo- sino por darles a quienes no la tienen la oportunidad de evolucionar en su propio ser tanto en su dimensión material como espiritual.

Anónimo dijo...

La primera respuesta, la verdad, no dice gran cosa, pero no dice lo que la Iglesia dice: que dichos relatos (hasta Abraham, es decir, Adán y Eva, Caín y Abel, la Torre de Babel) contienen relatos históricos. Ahí te podría caer un palo.

La segunda, la respeto, pero no creo que el interesado se encontrase cómodo con tal interpretación. Esto es más personal.

La tercera, lo siento, pero es contraria a la enseñanza de la Iglesia de que el sufrimiento tiene un dolor salvífico. Ahí podría ir otro palo.

Con la cuarta estoy esencialmente de acuerdo, pues “donde se reúnen dos o tres en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”, pero para esto no hacen falta intermediarios, ¿no crees? Ya sabes que a los místicos siempre se les ha mirado de reojo, no sé si caería el palo pero cuidadín.

¿Qué te parecería que te hiciesen retractarte de alguna de tus afirmaciones? ¿Crees en la virginidad de María durante el parto? No hace falta que contestes. La Santa Madre Iglesia afirma que María se mantuvo virgen durante el feliz evento y que por tanto no hubo ruptura del himen. Ya ves.

Pues por decir lo contrario, que la chica tuvo un parto normal, como todas las mujeres y que si había himen antes del parto no lo podía haber después, han prohibido ejercer el magisterio al sacerdote y biblista argentino Ariel Álvarez Valdés, por decir eso y por decir que los primeros capítulos del Génesis son sólo bellas alegorías, por decir que Dios salva mediante el amor y no mediante el dolor, por eso y por las afirmaciones que te reseño a continuación en la nota de retractación que se le hizo firmar y que no se le aceptó porque incluyó en la misma que tal retractación la hacía por pedido expreso de la Santa Sede y no de motu propio.

“En mi condición de sacerdote de la Iglesia Católica, y por pedido expreso de la Santa Sede, quiero rectificarme por medio de la presente de algunas afirmaciones que han resultado ser contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica (según el Catecismo de la Iglesia Católica), Iglesia a la que amo, respeto, y deseo seguir permaneciendo unido desde mi ministerio.

1.- Yo había afirmado que a Dios no le agrada el sufrimiento del hombre, que no lo manda, ni lo permite directamente, porque Dios salva mediante el amor y no mediante el dolor. Y que jamás puede entrar en la voluntad de Dios algo que pueda hacer sufrir al hombre.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que el sufrimiento tiene un valor salvífico.

2.- Yo había afirmado que Dios siempre hace milagros, pero no suspendiendo ni superando las leyes de la naturaleza, pues estas leyes están bien hechas por Dios, y no hay necesidad de suspenderlas; que Dios cuando hace milagros los hace a través de las mismas leyes de la naturaleza, muchas de ellas desconocidas por el hombre, por eso a veces tenemos la impresión de que éstas se “suspenden”. Y que esta explicación no minimiza en absoluto el poder de Dios, al contrario, lo afianza y engrandece.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que los milagros, en cuanto suspensión de las leyes naturales, son posibles.

3.- Yo había afirmado que, con las enseñanzas de Cristo, el valor doctrinal del libro de Job había sido superado, pues este libro fue escrito cuatrocientos años antes de la venida de Cristo, y su autor no conocía las novedosas enseñanzas de Jesús respecto del sufrimiento. También afirmé que, con las enseñanzas de Cristo, el valor de los diez mandamientos había sido superado, pues éstos fueron enseñados por Moisés para el pueblo judío, mientras que Jesús afirma en el Sermón de la montaña (Mt 5) que los cristianos no deben basarse en los diez mandamientos sino mostrar una conducta superior.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica de que, con la aparición del Nuevo Testamento, el valor doctrinal del libro de Job o de los diez mandamientos no fue superado (CIC 123).

4.- Yo había afirmado que los primeros capítulos del Génesis (el relato de Adán y Eva, de Caín y Abel, del arca de Noé) no contienen historia en el sentido moderno de la palabra, sino que pertenecen a un género literario especial, con el que se pretende transmitir más bien unas enseñanzas sobre el origen del hombre y del pecado en el mundo.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que, no obstante los géneros literarios, estos capítulos contienen relatos históricos.

5.- Yo había afirmado que el relato de la anunciación del Evangelio de San Lucas, es decir, la narración de un ángel que entra volando en la casa de María y conversa físicamente con ella, realmente no existió de esa manera, sino que Lucas empleó un género literario especial para contarlo, llamado “relato de anunciación”, frecuentemente empleado en otras partes de la Biblia.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que el relato de la anunciación realmente tuvo lugar en la historia tal como lo cuenta San Lucas.

6.- Yo había afirmado que la idea de la virginidad de María “durante el parto” (es decir, el hecho de que no hubo ruptura de himen) está basada en los evangelios apócrifos, y que el parto de María en este sentido debió de haber sido normal, como el de toda muchacha, ya que esto no añade ni quita nada a la grandeza de María, así como no afecta al hecho de su virginidad perpetua.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia, de que María se mantuvo virgen incluso durante el parto (CIC 499).

Además de esto, quiero aclarar dos afirmaciones que hice correctamente, pero que pueden ser malinterpretadas.

7.- Al escribir yo que el relato de Adán y Eva comiendo del fruto prohibido en el Paraíso no era una narración histórica, sino que sólo pretendía transmitir una enseñanza religiosa, algunos han pensado que yo negaba con ello la doctrina del pecado original. Por eso quiero aclarar que nunca negué tal doctrina, sino que la sostengo y reafirmo, tal como enseña la Iglesia Católica.

8.- Al decir yo que todos los cristianos, por el hecho de ser bautizados, son sacerdotes de Jesucristo, algunos han pensado que yo sostenía que todos son igualmente sacerdotes de Jesucristo en el sentido ontológico. Por eso quiero aclarar que siempre creí, y que quise decir, que el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial son diferentes esencialmente, y participan de distinta manera del único sacerdocio de Cristo.

9. Yo había afirmado en este espacio, que una vez muerto el ser humano, el alma no se separa del cuerpo. Que tal separación es una idea de la filosofía griega, que no aparece en el Nuevo Testamento, de donde tomamos el concepto de resurrección. También había afirmado que la resurrección se produce inmediatamente después de la muerte, porque después de la muerte no hay tiempo que esperar.
Sin embargo, esto no coincide con las enseñanzas de la Iglesia Católica, de que, al morir, se produce la separación del alma y del cuerpo, y mientras el cuerpo cae en corrupción, el alma va al encuentro de Dios en espera de reunirse con su cuerpo glorificado (CIC 997).
Por lo tanto me retracto de estas afirmaciones que no están de acuerdo con lo que actualmente enseñanza la Iglesia Católica.

Pbro. Dr. Ariel Álvarez Valdés
Santiago del Estero
Argentina”

Ya ves, todo muy edificante. Y eso que dichas afirmaciones son esencial y mayoritariamente aceptadas por los teólogos, ¿verdad Dorota? ¿Y quién desde dentro de la institución va a salir en defensa de ese presbítero que se ha limitado a pensar y a decir en voz alta lo que la mayoría también piensa? Quizás se atreva a defenderle algún jesuita, que en estas lides ya los tienen pelaos, pero para de contar. Hasta incluso, con un poco de suerte, termine la Iglesia pidiéndole perdón pasadas una o dos generaciones después de su muerte.

Y a todo esto, ¿quien será el encargado de formar las conciencias?

Anónimo dijo...

Mis argumentos ahí están, y los sigo sosteniendo, querido Joaquim. Lo que yo haría si me reconviniesen en este momento no me preocupa, aunque sí te digo que argumentaría supuesto que me dejaran argumentar.

Sin embargo, te advierto que para mí la enseñanza religiosa, o más bien su contenido, tiene un nivel de abstracción tal, que no puede ser expresado acabadamente mediante palabras, y que dentro de esa “deficiencia” –por lo demás común a todo lo trascendente-hay quien es responsable de velar por su ortodoxia, y me temo que no soy yo.

Pero si te parece, vamos a hacer un ejercicio:

Vamos a coger las alegaciones de Dn. Ariel Álvarez –que colgaré como artículo bajo la denominación de POR ALUSIONES- y trataremos de ser nosotros quienes juzguemos sobre su conformidad o no con el contenido del Evangelio incluso por encima de lo que diga la Jerarquía de la Iglesia, pero no por crear polémica, sino con ánimo de entender.

Como mis días son más cortos de lo que quisiera, mañana por la mañana –Dios mediante- os lo encontraréis, y ésta vez seré yo la que comience a razonar, aunque ya sabéis de cuánto me sirven vuestras aportaciones a la hora de enfocar lo que deseo transmitir.

Bihar arte orduan –hasta mañana entonces-