miércoles, 23 de julio de 2008

LA ESPERANZA DE UNA ESPERA

Puesto que dicen que una imagen vale más que mil palabras, me váis a permitir hoy presentar una que se me antoja perfectamente comprensiva de aquello que no es la esperanza. Su autor es un tal Fidel.

Se trata de una reflexión sobre la locura y/o la cordura (Ez-eroa se llama) a través de la que se plantea el autor hasta qué punto el hecho de esperar algo (itxaron) equivale o es lo mismo que el hecho de tener esperanza (itxaropena).

Esta imagen ha permanecido largo tiempo en mi ordenador como salvapantallas, y sé por qué me impresionó vivamente.

Digamos que, en demasiadas ocasiones, me he sentido identificada con aquel ser humano que, sentado en el suelo, esperaba.

Aquel ser humano me interpelaba.

No mostraba ninguna actividad. Permanecía en un recinto del que, pese a tener las puertas abiertas, no mostraba actitud alguna de evadirse. Simplemente esperaba a que le dieran su pan (ogia).

Acostumbrado a su rutina y pese a tener frente a sí las puertas abiertas hacia la luz de su libertad, ese ser humano esperaba algo, pero ese algo sólo era pan. Su falta de horizonte, su pasividad: ésas eran sus verdaderas cadenas.

¿Cuántas veces no nos pasa éso?... ¿Cuántas veces no nos conformamos con que nos den un mendrugo de pan?...

El mendrugo puede tener distintas presentaciones, pero una misma es la idea: Nos conformamos con tener, nos conformamos con haber tenido, pero siempre algo.

Ahí termina nuestro recorrido, sin darnos cuenta de que lo importante no es tener algo, sino aquello que hemos hecho o podemos hacer para poder conseguirlo.

Son nuestras obras las que nos transforman, y son sus efectos los que nos llevan a avanzar en un determinado sentido.

Es caminando hacia la luz como la alcanzaremos. Si lo permitimos, es esa Luz la que nos guiará. Es caminando hacia Ella como seremos auténticamente libres, porque es en Ella precisamente donde reside la auténtica libertad.

Es ésa la raíz de la auténtica esperanza, y es el tender hacia Ella lo que nos convierte en seres esperanzados.

Ante ella el tener material se desvanece, porque no es en él en lo que Ella está basada.

Si miramos a nuestro interior, podemos darnos cuenta de que el tener material es en demasiadas ocasiones nuestra auténtica cárcel.

Sólo levantando nuestros ojos hacia la Luz, podemos ampliar nuestro horizonte. Sólo así sabremos hacia dónde dirigirnos. Caminemos, pues, hacia la Luz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravo.

Anónimo dijo...

A mí también me ha encantado, Dorota. El artículo y el comic.