jueves, 26 de junio de 2008

UNA MEDIDA POLÍTICA

El primero de los artículos perteneciente a esta serie será el que nos remite D. Rafael Vargas (comentarista habitual del Diario de Ibiza) en el que se nos habla de la problemática generada en la isla por una medida política relacionada con la asignatura de Educación para la Ciudadanía y la titulación propia y correspondiente a la Enseñanza Secundaria. Con él comenzaremos a medir el acierto o no de haber incluido esta sección.

Dice así:

"María Janer, directora general de Inspección Educativa de la conselleria de Educación y Cultura, nos anuncia que el Govern denegará el título de Educación Secundaria «a todos los alumnos que no estudien la asignatura de Educación para la Ciudadanía».

Dice cosas como que «nosotros no contemplamos la posibilidad de la objeción de conciencia de esta materia», y se permite una simpleza: compara la objeción que ella no contempla con una «objeción a pagar impuestos».

Esa denegación está destinada a infundir en los padres objetores el miedo a tener hijos sin titulación, lo que es condenarlos al extrarradio social; pero si la señora Janer es consecuente llegará a conclusiones lógicas: dado que los padres son responsables conscientes del dislate, debe llevarlos ante el juez y retirarles la patria potestad.

Porque campos de reeducación, tan prestigiados en el modelo soviético, aún no tenemos.

Mi generación recuerda el miedo con que el franquismo intentaba tenernos a raya: expulsión de la universidad y quedarse sin título; pero hasta el franquismo cubría las apariencias con tribunales especiales, impedimento que esta señora se pasa por el arco del triunfo con una seguridad que hace temer de lo que puede ser capaz si la dejan.

Menos mal que, aunque ella no lea la Constitución, por encima de la señora Janer nos asiste el Convenio Europeo de Derechos Humanos: «A nadie se le puede negar el derecho a la instrucción.

El Estado, en el ejercicio de las funciones que asuma en el campo de la educación y de la enseñanza, respetará el derecho de los padres a asegurar esta educación y esta enseñanza conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas» (protocolo adicional, art. 2), y consecuentemente, el Tribunal de Estrasburgo, a distancia sideral de la señora Janer, ha dictado hace poco dos sentencias que admiten la objeción de conciencia de padres disconformes con el contenido de asignaturas obligatorias.

Parece mentira que a Janer no se lo hayan hecho ver los muchos asesores contratados por el Govern, y pagados por los impuestos de los padres objetores, suponíamos que para evitar atropellos como que echen a sus hijos de la escuela.

Disponer por las bravas del título de secundaria del alumno por esta controvertida maría, cuando nos tienen hechos a la idea de pasar curso con las asignaturas serias pendientes, desnuda la irresponsable concepción de la enseñanza de algunos políticos. Pero Janer piensa (es un decir) que para qué andarse con filosofías, y no se recata en comentar lo minoritarios que son los objetores.

Para Estrasburgo, la «democracia no se reduce a la supremacía constante de la opinión de la mayoría. Exige un equilibrio que asegure a las minorías un tratamiento justo y que evite todo abuso de poder (...) Sólo la dispensa total de la asignatura permitiría velar por el derecho de los padres a la educación de los hijos».

Estos políticos con la boca llena de respeto a las minorías, hasta que la minoría en cuestión les contradice, caen en la paradoja de necesitar que se les eduque en ciudadanía.

Que el miedo es muy eficaz para callar a los disidentes, lo sabe Janer. Quevedo no se dejó («no he de callar por más que con el dedo...»), y lo pagó caro. También lo sabe Muñoz Seca cuando comunica a sus verdugos de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia que lo fusilan en Paracuellos : «Podéis quitármelo todo, menos el miedo».

Nos queda, señora Janer, el humor, con el que ni las mentes sectarias consiguen acabar"

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Los políticos… es lo que tienen…
Mucho me temo que se acaba haciendo una montaña de un grano de arena.
En mis tiempos, aquellos interesados en no dar religión, se les enviaba a clase de ética. Ni que decir tiene, que ninguno de los dos grupos aprendían gran cosa, ni los unos salieron más píos, ni los otros salieron más éticos… debatir sobre la idoneidad de una y otra posición más allá de una charla, queda para los padres que no tienen mejor cosa que hacer…
Debería ser posible que cada uno estudie lo que mejor le parezca.

Anónimo dijo...

La EPC es un invento anti enseñanza de religión. La cosa es tan simple como permitir estudiar religión a los que lo deseen mientras el resto puede dedicar su tiempo a cosas de provecho. Es que lo complicamos todo mucho.

Anónimo dijo...

Decidme una cosita:
¿Alguien cree que la Educación para la Transcendencia es menos importante que la Educación para la Ciudadanía de nuestros enseñandos?

Anónimo dijo...

No sólo es importante sino que además culturiza (sólo por esto ya valdría la pena) y la hora de Epc podría destinarse a estudiar idiomas o cultura clásica o jardinería o ornitología, lo cual, a buen seguro, formaría muy buenos ciudadanos.

Anónimo dijo...

Tengo la impresión de que sois partidarios de dar más importancia a una sobre la otra, hasta el punto de sustituirla, aunque puedo haberme equivocado.
De ser así, sería exactamente la postura análoga, pero en sentido contrario de María Janer (la político en cuestión), con la que ya he adelantado no estar de acuerdo.
Por mi parte sigo siendo partidario de que cada uno opte por aquello que más le interesa.
Hasta donde yo he podido comprobar, las “clases de religión” no son tales, sino clases sobre “nuestra religión” (por decir algo, teniendo en cuenta que se nos supone la laicidad), no veo por qué la llamada “Educación para la Transcendencia” iba a ser diferentes…
Aquellos partidarios de que sean los padres los que eduquen a sus hijos en todo lo relacionado con los valores, la moral, la religión, etc., deberían ser consecuentes, y centrarse ellos mismos en esa educación.

Anónimo dijo...

¿Sois? Ejem, no sé si he sido claro pero me parece haber escrito que soy partidario de la libre elección, tanto de una, de la otra como de ninguna. Y eso independientemente de la decisión que al respecto ya he tomado.
Laicos lo somos todos, pero no todos en el mismo sentido.
Y totalmente de acuerdo con lo de la responsabilidad de los padres lo que haría totalmente innecesaria una asignatura especial para que a una mujer la pudiésemos llamar política en vez de político.

Anónimo dijo...

Verás, querido Hola: Lo que yo he denominado Educación para la Trascendencia es exactamente eso.
Lo que quiero decir es que el ser humano tiene una dimensión mistérica susceptible de ser educada, y que en los centros escolares y como una asignatura transversal y por lo tanto relacionada con otras disciplinas, es perfectamente compatible con asignaturas como Educación para la Ciudadanía, Educación para la ética, Educación en valores o cuantas quisierais nombrar o inventar, sin que éstas la sustituyan.

Una cosa es formar buenos ciudadanos, a lo cual no hay nada que objetar, y otra cosa es “achatar” su formación eliminando del currículo lo relacionado con su dimensión transcendente.

Luego continuo con esta amable conversación, porque me quedan cosas que decir...

Anónimo dijo...

Siendo todos partidarios de la libre elección, ¿por qué considerar la EPC un invento anti enseñanza de religión? Si esta última es perfectamente compatible con el resto de asignaturas, quizá el debate debería estar centrado en lo que dorota llama “achatar” la formación, y no tanto en la obligatoriedad o no de la asignatura EPC.

Anónimo dijo...

Querido Carlos: sé tú también bienvenido.

Lo que planteas es muy interesante, pero te diré que no somos l@s cristian@s los que pretendemos sustituir una asignatura por la otra, ni valorarlas diferentemente de cara al currículo -como en el artículo que nos sirve de base tendrás ocasión de comprobar-.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo, querido Kowalski: el estudio de la asignatura de Religión no sólo es importante, sino que culturiza.

Sin embargo, a ti y a Hola os diré que lo que se enseña en esta asignatura –como en el resto- no es sino un instrumento para la evolución del enseñando, puesto que es él realmente el actor de su acto educativo, y puesto que quien verdaderamente hace posible la interiorización de la educación religiosa es el Espíritu Santo.

Así, quienes enseñamos únicamente ponemos a su alcance materiales, actividades, y sobre todo el ejemplo no tanto como enseñantes, sino como coherentes con aquello que predicamos.

Los verdaderamente responsables de la educación de sus hijos son los padres, pero el error que yo considero que constituye la supresión de la asignatura de Religión en los centros escolares, no afecta tan sólo a las familias, sino a las nuevas generaciones y a la colectividad en cuanto que la constituyen.

Desde luego que hay otras sensibilidades. A Dios se le ha llegado a concebir de distintas maneras que, como tales, podemos considerarlas perfectamente respetables.

Pero no creo que debamos renunciar –al menos sin un conocimiento y sin un convencimiento pleno de lo que hacemos- a siglos de evolución en lo que supone un conocimiento cabal, ensayado y contrastado de la autorrevelación de un Dios, Uno y Trino, que tanto bien ha generado y que tanto bien nos ha reportado.

Que a unos y otros el Espíritu Santo nos ilumine para llegar a la comprensión completa. Sin Él, nada sería posible.

Anónimo dijo...

Os dejo un artículo de Gonzalo de Cerro, profesor de la Universidad de Málaga, experto en temas relacionados con la historia antigua del cristianismo primitivo, en las relaciones de éste con la mitología y en general en cuestiones tanto del mundo clásico como de la Biblia, relacionado con lo que aquí se ha tratado.

“Hasta 1960, más o menos, la Biblia ha sido no sólo alimento espiritual de millones de personas, sino también un referente literario importante: una gran cantidad de alusiones literarias a personajes, situaciones, narraciones, proverbios, etc., bíblicos han poblado nuestra literatura de todo tipo. Incluso en novelas de tema nada religioso la atmósfera de alusiones a la Biblia era constante… incluso en autores insospechados. ¿Por qué no ocurre esto ahora?

Un día, vi a un colega de Facultad, ilustre catedrático de francés, Javier de Prado, enfurecido por los pasillos. Le pregunté:
- ¿Qué te pasa Javier?
- Pues que estoy sencillamente desperado. Estoy explicando en clase a Emilio Zola (novelista francés del siglo XIX, muy famoso por haber dado carta importante de naturaleza en la literatura francesa al realismo más inmoral…, al menos según algunos (la Iglesia lo condeno al “Índice de libros prohibidos) y no consigo hacérselo entender a mis alumnos… porque ¡no saben nada de Biblia!
Sin embargo, a partir de esa fecha mencionada, más o menos a mediados del siglo pasado, ha cambiado notablemente esta circunstancia y puede decirse que a día de hoy el entorno bíblico ha desaparecido de la literatura, La Biblia ha casi muerto como referente literario. ¿Por qué?
Las causas son generales: un ambiente cada vez más laico, ante todo, con un evidente retroceso de las religiones, unido a un notable aumento del interés por la ciencia como marco de nuestra curiosidad. La ciencia en sentido amplio…, incluyendo la ciencia ficción, el espacio y el origen del universo, la electrónica…, la naturaleza como objeto de estudio… todo este conjunto “científico” es lo que forma el espacio de alusiones más abundante en las obras literarias de hoy.
En España ha influido también en el retroceso de la Biblia como lectura el que partiéramos de una posición de desventaja respecto a otras naciones: ha sido una tradición inveterada de la Iglesia católica desanimar, o casi prohibir en siglos pasados, la lectura privada de la Biblia, por temor a que los fieles pudieran malinterpretarla. En el semiconsciente de los españoles no existe –como ocurre en otros países, protestantes ante todo- como una de las tareas cotidianas la lectura de un fragmento de la Biblia. La inmensa mayoría de los españoles no la ha leído entera… y muchos también tampoco ni siquiera han leído los Evangelios.
Sin embargo, la Biblia además de un libro de ideas religiosas o de historia, es un libro de lectura entretenida. No toda ella, ciertamente, pero sí en gran parte. Estoy persuadido de que el éxito, en parte, de la religión es ser vehiculada por un bello elemento literario. En el cristianismo, sin duda alguna. Y en otras religiones también. El Corán, en partes que contienen pocas historias, es un libro bello por su vocabulario, por su ritmo poético, por sus rimas internas. La belleza de su lenguaje contribuye mucho a que la gente se lo aprenda más fácilmente de memoria y a fijar en las mentes el mensaje religioso que contiene.
Hay dos maneras de decir, “Fulanito de Tal es un perverso”. La primera es expresarlo así, tal cual, con una formulación abstracta. La segunda consiste en construir una historia entretenida en la que se pintan unas escenas o situaciones en las que Fulanito actúa como un perverso. No cabe duda de que es mucho más efectiva la segunda manera.
Y eso es lo que hace la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento: contar historias en las que se transmiten mensajes religiosos. Pienso que una buena parte de la pérdida de influencia de la Biblia en la sociedad española es la casi eliminación de la Biblia como lectura en forma de “Historia Sagrada” de los libros de religión de escuelas, colegios e institutos. Con la Historia Sagrada se vehiculaban con facilidad los mensajes religiosos a través del interés que las historias suscitaban en los niños.
No digo que los libros de religión no estén hoy bellamente ilustrados, bien pensados pedagógicamente. Al contrario. En general los libros de texto son hoy mucho mejores que los de antaño tanto en su presentación como en su técnica de comunicación. Pero observo una gran pérdida de influencia en la materia de Religión lo que antes era Historia Sagrada”.

Anónimo dijo...

No le falta razón al señor Gonzalo...

Anónimo dijo...

Yo también creo que no le falta razón.
Pero en eso, como en todo, la pretensión es ir aprendiendo de los errores e ir mejorando…
La idea es que lo transmitido a través del Antiguo Testamento, no sólo está incluido sino también perfeccionado por el contenido del Nuevo, aunque considero muy interesante lo que el Prof. Del Cerro dice.