martes, 10 de junio de 2008

LA GRAMÁTICA Y EL VERBO AMAR

Cuando utilizamos comparativos, adverbios, adjetivos, etc. -es decir, cuando estructuramos nuestro lenguaje de ese modo- parece que todo dependiera de nuestra apreciación. Pero realmente esto no es así cuando relacionamos nuestros sintagmas con el significado del verbo amar.

No amamos mucho, poco o tanto, sino que sencillamente amamos porque el amor es algo constitutivo y que no cabe constreñirse a un juego de palabras. De hecho, es cuando no damos valor a las palabras –cuando las mismas no nos condicionan- cuando verdaderamente hacemos nuestro con acierto el significado del verbo amar.

Esto es así porque el Amor no sólo es in-temporal e in-extenso, sino que subyace y prevalece a nuestro modo de ser, de modo que -si algo somos- lo somos “amando” y “amando en relación”.

Es por eso que para referirnos al acto de amar –o a nuestro “amar en acto”- la expresión más adecuada que se me antoja quizá sea la que utilizamos cuando decimos que “nosotr@s” –como integrantes de un todo unificador- “estamos amando” en cada momento de nuestra actualidad -es decir, cuando utilizamos el plural mayestático en la primera persona del plural del presente continuo del verbo amar-.

No nos servirían los presentes de indicativo o de subjuntivo, los pretéritos perfectos o imperfectos, los tiempos futuros o condicionales, puesto que no estamos hablando de algo habitual, de algo pretérito, de algo futuro o de algo condicionado, sino de algo que -aún siendo todo eso también- sin ser actuado en todos nosotr@s y en cada momento, nosotr@s nunca seríamos.

Así pues, hablamos de algo que se nos participa y de lo que participamos participándolo, siendo que por esta participación y por el hecho de participarlo, aquel que actúa se hace actor y en tanto que actúa autor, al tiempo que cobra realidad por nuestra mediación todo lo que a través nuestro está llamado también a tener una existencia real.

La cuestión es que todos tenemos el mismo modo de amar según cada una de las naturalezas, y sin embargo, no todos ponemos nuestro amor en acto con la misma pretensión.

La diferencia estriba en nuestra elección.

No es que sea necesario elegir para amar, puesto que también cuando elegimos estamos amando, sino que la cuestión es que podemos elegir desconocer o no asumir esta realidad.

Eso es lo que sucede cuando juzgamos el Amor o la medida del Amor en función de nuestra elección o según nuestra propia medida, lo cual nos lleva a convicciones ciertamente restrictivas de la realidad.

Porque el Amor es y existe, genera y motiva, opera y se expande con un dinamismo que le es propio y que, sin ser nuestro, por operar a nuestro través forma también parte de nuestra realidad.

Todo esto es lo que decimos cuando utilizamos el plural mayestático en la primera persona del plural del presente continuo del verbo amar, ¿qué os ha parecido?...

3 comentarios:

Alfredo dijo...

¡Pues no será este artículo el que se quede sin comentario!
Sin etnrar en harina, te diré que celebro haberos encontrado porque la otra página ha sido un horror.
Te deseo mucha suerte en tu ya larga andadura, aunque estoy seguro de que todo va a ir muy bien. Cuenta conmigo.

Anónimo dijo...

Así que tú, y yo, y juntas, estamos amando...

Dorota Urbina Aurtenechea dijo...

Los dos sois muy amables. A tí, Alfredo te diré que me has hecho sonreír con lo de la ya larga andadura, y a tí Almu, que así es... sólo que a veces.